Volver o no con un ex, he ahí el dilema: esto dice la ciencia de las segundas oportunidades en el amor
Este es un cuento, atípico, de princesas.
Las doncellas mágicas están en todas partes. Algunas viven en castillos altos y están a la espera de su caballero; otras, como Gaviota, bajan solitas para encontrar el amor.
Gaviota estaba enamorada del amor; de vivir, conocer, sentir y decidir, como muchas jóvenes a los 23 años, que estudian y están en el umbral de su etapa laboral.
Cuando estás en el segundo piso, enamorarse – por primera vez- es sencillo. Todo está en conectar, ser honestos y vivir felices para siempre. ¿O no es esa la receta?
Gaviota se había enamorado de Sergio y, como ella es de las que da el primer paso, se armó de valor para declararle su amor. Cuando no fue correspondida, decidió que no había cabida para largas temporadas de tristeza y recordó que al bajar de su torre había más caballeros por conocer.
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Y es que es así, en ocasiones, aunque tengas los ingredientes y sigas paso a paso la receta, simplemente el pastel no sale como debe y ya. No todos tienen las ganas de volverlo a intentar, ni el tiempo ni los ingredientes.
El tiempo, ¿aliado o enemigo?
El tiempo apremió y conoció a Daniel con quien, entre vaivenes, tuvo un romance. Ambos estaban en la misma página, con los términos y condiciones aceptadas y todo iba como viento en popa. La doncella subía y bajaba de su torre sin problemas.
Como ocurre en los cuentos de hadas modernos, Gaviota quedó embarazada y formó un hogar con Daniel, pero – en ese momento- no tuvieron un “y vivieron felices para siempre”. ¿La razón? Daniel se portaba mal. Y así, la misma Gaviota tomó la decisión de terminar la relación.
En este cuento ya habían herederos. Un pequeño ser humano estaba de por medio y sobre todas las cosas. Las partes se portaron a la altura: conversaciones estrictamente necesarias, espacio, tiempo y responsabilidad parental.
- Creo que ya no somos felices.
- No lo somos, cortemos por lo sano.
- ...
Entretanto, pasaron tres años y Gaviota se reencontró con Sergio, la misma persona que tiempo atrás la había rechazado. Esta vez, los planetas se alinearon y tuvieron un romance. "Un swing sabroso", repetía Gaviota.
Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde
Para no alargar la historia, hay que decir que Daniel se enteró y no le hizo gracia la idea. Permaneció en silencio, luego sonrió y dijo:
-Me hace ruido, pero esto es harina de otro costal. No tendría sentido que te reclame algo.
Lo curioso es que, para él, terminar la relación con Gaviota no fue como cuando se te pasa la varicela: alivio y felicidad. Fue mas bien como cuando se acaba la fiesta y te tienes que ir porque hay que limpiar el desastre que quedó. ¿Ahora que todo estaba limpio, tiene ganas de bailar otra vez?
Daniel y Gaviota comenzaron a verse con más frecuencia; coincidían en eventos y conversaban más. "Quizás nos saltamos la parte de ser amigos", pensaron.
Gaviota tenía un arma infalible a su favor: la terapia.
Hizo cinco años de arduo trabajo introspectivo y eso se convirtió en su escudo protector contra las confusiones y aflicciones. No es que era todopoderosa, pero sin duda tenía poder.
La voluntad
Cuando la magia del cuento resurgió, Gaviota supo que para tener el final feliz tendría que recorrer un camino difícil, de decisión.
No saben si todo va a salir bien, solo saben que día a día, a partir de ese momento, la voluntad marcaría la agenda de sus vidas.
¿Qué dice la ciencia de las segundas oportunidades?
Dejando a un lado la analogía del cuento, la psicología aporta material a esta interrogante sobre las segundas oportunidades. Quienes las dan, esperan que funcionen, que los fantasmas desaparezcan y que se escriba un nuevo cuento, una nueva versión.
Según la especialista española Silvia Sanz, regresar con el ex podría funcionar sólo si hay reconocimiento del motivo de la ruptura. "Mi relación terminó porque fui infiel, se acabó porque trabajo demasiado y no paso tiempo en casa, no da más porque soy alcohólico", para poner ejemplos.
Es indispensable localizar la causa y solucionarla para que no reaparezca y se convierta en una dificultad entre ambos. "Decidir que no vuelva a ocurrir, trabajarlo, enfrentarlo y mejorar el andar", añade.
La terapia inicialmente, sugiere Sanz, debe ser individual. "Independientemente de la situación, cada uno interpreta lo sucedido de un modo diferente y según este esquema de pensamiento generamos distintas emociones y en función de cómo nos sentimos, así actuaremos", explica.
El miedo
El éxito de una segunda oportunidad no está garantizado. Puedes preguntarle a la vecina que regresó con el esposo o a tu mejor amigo que va por la tercera oportunidad con esa novia que no te agrada.
El proceso es dinámico, la decisión no puede ser estática. "Nos queremos, volvemos y ya está". El éxito según la psicóloga, dependerá del motivo de la ruptura y decidirlo pese al miedo. Saber si resultará o no, dependerá del trabajo realizado.
Estas son algunas recomendaciones y esquema de trabajo:
Despejar el panorama y hablar sobre el pasado: Reconocer qué, cómo y cuándo ocurrió es necesario para emprender el camino de reconciliación.
Compromiso: las partes deben tener la certeza de que no volverá a ocurrir porque así lo deciden.
Ir a terapia: para hacer trabajo individual y salir, tal vez, de círculos viciosos. Dependiendo del caso, la especialista que los atienda, puede recomendar, incluso, mudarse de casa.
Perdonar: dejar ir lo que fue para poder disculpar y comenzar de cero sin nombrar a terceras personas o escenarios que antes, fueron dolorosos.
Casos de éxito y fracasos en las segundas oportunidades hay muchos. Si estás considerando recuperar una relación o aceptar el regreso de un antiguo amor, es importante conversarlo con un especialista.