Por qué la glucosa juega un papel clave en la obesidad
Los azúcares refinados aumentan los niveles de glucosa en nuestro torrente sanguíneo.
Cuando comemos un pedazo de pan o un simple caramelo y vemos qué ocurre en nuestra sangre resulta que, a los pocos minutos, nuestros niveles de glucosa (comúnmente denominada “azúcar”) han subido.
¿Qué es lo mientras?
Acompañemos a la comida en su recorrido para averiguarlo.
A los pocos minutos de tragarnos ese pedazo de pan, éste llega ya digerido (por el estómago) al intestino delgado.
Las absorben los nutrientes que contenía, entre los que se encuentra la glucosa.
Y dado que estas células están en inmediatamente se vierten a la sangre y se dirigen al hígado.
Como consecuencia la concentración sanguínea de glucosa (glucemia)
Lo que viene a continuación es fácil de deducir.
La sangre transporta la glucosa hacia los órganos que
De este modo, pueden obtener la energía necesaria (ATP) para llevar a cabo todas sus funciones.
El problema surge cuando un exceso o un déficit de glucosa en el organismo conduce al desarrollo de patologías.
De ahí la importancia de
Es el ying y el yang de la glucosa.
El controlan el suministro
Las células requieren un de glucosa para realizar sus funciones vitales.
Sin embargo, su aporte es discontinuo, limitado a las comidas.
¿Cómo resolverlo para garantizar que las células reciben constantemente azúcar
Existen en distintos órganos (hígado, páncreas e hipotálamo, entre otros) que vigilan la disponibilidad de glucosa.
Cuando es alta (por ejemplo, inmediatamente después de comer), el hígado puede almacenar parte en forma de , esto es, para cuando la glucosa escasee.
Como ocurre durante el o mientras dormimos.
Entonces lo degrada y vuelve a obtener glucosa, que es liberada a la sangre para ser utilizada por otros órganos.
No acaba ahí su misión.
El hígado también convierte el y promueve su almacenaje en el tejido adiposo como reserva energética.
En momentos de ayuno prolongado, estos triglicéridos son hidrolizados y convertidos en , que viajan donde se les necesita a través de la sangre para ser oxidados o degradados por las mitocondrias de las células y así producir energía.
El pancreas, clave del procesoPor su parte, el páncreas juega un papel importantísimo en el equilibrio de los niveles de glucosa.
Se ocupa de detectar el exceso o déficit de glucosa, y responde en consecuencia fabricando y secretando hormonas que intentan restaurar el equilibrio.
La , que se libera a la sangre cuando sube la glucemia y manda una orden contundente a las células: “captad glucosa sanguínea, que hay demasiada, y gastadla o almacenadla”.
Como consecuencia, el azúcar en sangre disminuye.
Hambre, saciedad y obesidadEntretanto, en el cerebro, el hipotálamo permanece ojo avizor a los niveles de glucosa.
Este área del cerebro tiene asignada la importante misión de controlando las sensaciones de hambre y saciedad.
Después de comer, su mensaje es: “hay mucha glucosa, así que necesitamos parar de comer; voy a activar la señal de saciedad”.
A la vista de todo lo que hemos expuesto, es fácil deducir lo que ocurre si ingerimos más comida (nutrientes) de la que “quemamos” (gasto energético).
El equilibrio se descompensa, retiramos hasta donde podemos la glucosa sobrante de la circulación y
La consecuencia inmediata es que .
Y, si la situación se mantiene, obesidad.
En ocasiones, el equilibro se puede descompensar porque alguno de los pasos que hemos explicado está alterado.
Por otro lado, si los incluso en periodos de ayuno (hiperglucemia), hablaremos de la existencia de diabetes.
Existen dos puntos clave a nivel molecular para controlar el desarrollo de obesidad o de diabetes.
De un lado , esto es, dispositivos moleculares que se encuentran en las células que detectan los niveles de glucosa o el estado energético de la célula (niveles de ATP), respectivamente.
Ejemplos de éstos son las proteínas glucoquinasa (GCK), el transportador de glucosa 2 (GLUT2), la quinasa activada por AMP (AMPK), la quinasa con dominios PAS (PASK) o la diana de rapamicina en células de mamífero (mTOR).
De otro lado, debe generarse una , es decir, que las células sean capaces de identificar y responder a esta hormona adecuadamente.
De que respondamos adecuadamente a la insulina se encargan una serie de receptores de la membrana de las células, así como un conjunto de proteínas intracelulares (IR, IRS, PI3K, AKT, etc).
Si el mecanismo falla en algún punto, las células no responden a la insulina, y el azúcar sanguíneo sobrante no se elimina.
Es lo que se conoce como
La consecuencia es que la glucosa en sangre permanece alta y se desarrolla diabetes (.
Diabetes tipo 2, compañera de la vejezA lo largo de los años, las células envejecen, los mecanismos moleculares de respuesta a la insulina se deterioran y van perdiendo su funcionalidad, por lo que es frecuente desarrollar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2.
Por eso es una
Incluso se puede adelantar en personas obesas.
En estos casos, lo que sucede es que el tejido adiposo, obligado a almacenar un exceso de grasa por encima de su capacidad, está .
Como consecuencia, la respuesta a la insulina se ve mermada.
1 de cada 4Para colmo, los tejidos son menos eficientes captando y gastando glucosa, lo que conduce a un aumento del azúcar en sangre (hiperglucemia) y, en consecuencia, diabetes tipo 2.
No es baladí, sobre todo si tenemos en cuenta que padece diabetes tipo 2.
Es más, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología el 40% de personas mayores de 65 años padecen diabetes (2,12 millones).
Esto supone un dadas las numerosas complicaciones asociadas a esta enfermedad: problemas cardiovasculares, retinopatía diabética, nefropatías, neuropatía diabética, etc.
Por ejemplo, cada año aparecen alrededor de 386.000 nuevos casos de diabetes en la población adulta española.
De ahí la importancia de llevar a cabo estudios encaminados tanto a como a diseñar fármacos dirigidos a controlar los sensores de glucosa y nutrientes.
A eso precisamente lleva años dedicándose nuestro grupo de investigación, en la Universidad Complutense.
Concretamente estudiamos a nivel del hipotálamo, el hígado y el tejido adiposo que ayuden a atajar una enfermedad responsable de una gran mortalidad y morbilidad en el mundo.
En los tiempos actuales, se ha añadido una nueva enfermedad infecciosa que, cuando afecta a enfermos de diabetes, produce un incremento en su severidad y mortalidad.
Nos referimos, claro está, a l.
La investigación de la interrelación entre ambas enfermedades se hace necesaria y urgente.
*María del Carmen Sanz Miguel, Ana Pérez García, Elvira Álvarez García y Verónica Hurtado Carneiro forman parte de un equipo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y está reproducido bajo la licencia Creative Commons.
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