Protegiendo tu piel: importancia del monitoreo y prevención del melanoma
La piel, siendo el órgano más grande y visible del cuerpo humano, enfrenta desafíos crecientes en la era moderna. Factores como el cambio climático y la exposición a niveles extremos de radiación solar demandan la adopción de rutinas saludables y monitoreo regular para preservar la salud dérmica.
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El pasado jueves 23 de mayo, el mundo conmemoró el Día Mundial del Melanoma, destacando la importancia de aumentar la concienciación sobre este tipo de cáncer cutáneo y promover medidas preventivas.
El melanoma, catalogado como uno de los cánceres de piel más agresivos y letales, representa el 90% de las muertes causadas por esta enfermedad debido a su capacidad de metastatizar hacia otros órganos.
Se origina a partir de células llamadas melanocitos, productoras de melanina, y puede manifestarse como una lesión nueva o sobre un lunar preexistente.
El cáncer de piel, en particular el melanoma, surge cuando los melanocitos comienzan a crecer de manera descontrolada.
Aunque menos común que otros tipos de cáncer cutáneo, el melanoma es más peligroso debido a su tendencia a propagarse a otras partes del cuerpo si no se detecta y trata a tiempo.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en 2022 se registraron aproximadamente 350 mil casos de melanoma a nivel mundial.
En Ecuador, según estimaciones del Observatorio Global del Cáncer, se diagnosticaron 491 casos de melanoma en el mismo año, con 158 muertes relacionadas con esta enfermedad.
El melanoma suele originarse en áreas de la piel expuestas al sol o a fuentes artificiales de radiación UV, como las camas solares. Es esencial que la población conozca y aplique la regla del “ABCDE” para distinguir lesiones cancerígenas de lunares normales: asimetría, bordes irregulares, colores irregulares, diámetro aumentado y evolución.
La prevención del melanoma incluye el uso regular de protector solar con amplio espectro de protección contra rayos UVA y UVB, así como medidas como evitar la exposición al sol durante las horas de mayor intensidad, usar ropa protectora y evitar los métodos artificiales de bronceado.
Además, se recomienda realizar autoexámenes periódicos de los lunares para detectar cualquier cambio o la aparición de nuevas lesiones, prestando especial atención a áreas de difícil visualización como la espalda.