Cómo el patrón único de tu lengua puede influir en qué alimentos te gustan
Aunque las hay más anchas, más cortas, más largas, unas más lisas y otras más agrietadas, las lenguas no parecen albergar diferencias notables.
Sin embargo, un análisis en 3D de este complejo y sofisticado órgano reveló que se trata de una estructura con características tan individuales como las de nuestras huellas digitales.
Las diferencias no solo radican en la cantidad de papilas –esas protuberancias carnosas que recubren su superficie- sino también en la forma que presentan estas estructuras.
“A partir de una única papila, logramos identificar a una persona con una precisión de un 48% (de un grupo de estudio de 15 participantes)”, le explica a BBC Mundo Rayna Andreeva, estudiante de doctorado de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, y autora principal del estudio.
El análisis de una única papila también permitió predecir el género y la edad de una persona con precisión moderada, de hasta un 67% -75%.
Si bien se trata de una investigación en curso, señala Andreeva, “nuestro estudio brinda evidencia preliminar de que (las lenguas) son muy únicas”.
El estudio, llevado a cabo en colaboración con investigadores de la Universidad de Leeds, en Inglaterra, fue publicado en la revista Scientific Reports.
Textura
Según explican los investigadores, la diferencia en la huella de cada lengua podría también ser clave para entender por qué nos gustan algunas comidas y rechazamos otras.
A las personas que tienen, por ejemplo, un mayor número de papilas fungiformes –aquellas que se asemejan por su forma a un hongo y están distribuidas mayormente en los bordes y la punta de la lengua-, puede no gustarles el chocolate amargo o el limón, porque lo perciben con una intensidad mucho mayor que la gente que no tiene tantas de estas estructuras.
Pero lo que también afecta nuestra percepción de los alimentos son las papilas que cumplen una función mecánica, y que le permiten a la lengua sentir la textura y la fricción de lo que ingerimos.
Entender por qué preferimos unos alimentos sobre otros, puede servir para diseñar alimentos más sanos por ejemplo, pero con texturas que nos resulten más agradables.
“Pensamos que el gusto es extremadamente importante, y es cierto. Pero también la textura de los alimentos nos brinda mucho placer”, dice Andreeva.
¿Y qué vínculo hay entre la individualidad de cada lengua y las enfermedades? ¿Es posible hacer un diagnóstico estudiando la forma y distribución de las papilas?
“Esto es algo que vamos a investigar en un próximo paso”, explica Andreeva.
“Pero sabemos por ejemplo que hay una enfermedad autoinmune llamada síndrome de Sjögren, donde la forma de un tipo de papilas (las filiformes) es más aplastada”.
Investigaciones previas, añade, demostraron que la forma de estas estructuras está vinculada al síndrome.
Pero, para poder establecer este clase de vínculos, entre una condición médica y la forma de la lengua, aún falta recabar más datos y hacer más investigación.