Esta práctica común podría poner en riesgo tu salud y la calidad de los alimentos.
En la vida cotidiana, es común que las personas almacenen alimentos cocinados directamente en las ollas dentro del refrigerador, pensando que es una forma conveniente y eficiente de conservar las sobras. Sin embargo, un estudio reciente ha puesto en tela de juicio esta práctica común, revelando riesgos potenciales que podrían afectar tanto nuestra salud como la calidad de los alimentos.
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La investigación llevada a cabo por Environmental Sciences Europe y respaldada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) sugiere que esta práctica aparentemente inofensiva puede conllevar varios problemas significativos.
¿Por qué los especialistas desaconsejan esta práctica?
Contaminación por metales: Las ollas, especialmente las de aluminio, pueden liberar pequeñas partículas de metal en contacto con alimentos ácidos, como salsas o ciertas verduras. La ingesta prolongada de estas partículas puede tener efectos negativos en la salud, incluyendo problemas neurológicos y óseos. Contaminación cruzada: Al almacenar alimentos en ollas, existe un mayor riesgo de que los alimentos cocidos entren en contacto con otros alimentos crudos, favoreciendo la proliferación de bacterias y aumentando las posibilidades de contaminación cruzada. Distribución desigual de la temperatura: Las ollas no enfrían los alimentos de manera uniforme, lo que puede generar zonas más calientes en el centro de la comida. Estas condiciones son ideales para el crecimiento de bacterias perjudiciales. Pérdida de calidad: Los alimentos almacenados en ollas pueden experimentar alteraciones en su sabor, textura y valor nutricional debido a la exposición al aire y a las fluctuaciones de temperatura. ¿Cuál es la alternativa más segura?
Para garantizar la conservación óptima de los alimentos y prevenir riesgos para la salud, los expertos recomiendan:
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Enfriar los alimentos antes de refrigerarlos: Permitir que los alimentos cocinados se enfríen a temperatura ambiente antes de colocarlos en recipientes herméticos y refrigerarlos. Utilizar recipientes adecuados: Optar por recipientes de vidrio o plástico de grado alimentario con tapas herméticas para almacenar los alimentos en la nevera. Organizar la nevera: Mantener la nevera limpia y organizada, separando los alimentos crudos de los cocidos y evitando la sobrecarga. Aunque guardar la comida en ollas en la nevera puede parecer una práctica inofensiva, los estudios científicos y las recomendaciones de los expertos señalan que la seguridad alimentaria y la calidad de los alimentos puede verse comprometida. Adoptar hábitos de almacenamiento adecuados es fundamental para garantizar una alimentación saludable y prevenir enfermedades transmitidas por alimentos.