El físico atómico que perdió el mayor secreto del planeta en el baño de un tren
John Archibald Wheeler dejó un sobre atrás de un inodoro. El sobre contenía nada menos que el mayor secreto del planeta
Albert Einstein, Hideki Yukawa y John Archibald Wheeler conversando en Princeton, 1954.( Getty )
15 may 2022 , 12:39
BBC News Mundo
En la mañana del miércoles 7 de enero de 1953, el físico atómico John Archibald Wheeler se paró de puntillas en el inodoro del baño de un tren para mirar el cubículo de al lado, donde otro hombre estaba haciendo lo que se hace en esos espacios íntimos.
Wheeler, un hombre felizmente casado, corría el riesgo de ser atrapado y etiquetado como un desviado sexual.
Su prestigiosa posición en Princeton y en la cima de la comunidad científica estadounidense seguramente serían destruidas por el escándalo que se produciría.
Pero ese momento no pensó en ninguna de esas consecuencias.
Su atención no estaba en el hombre sentado en el asiento del inodoro de abajo, sino en la pared junto a él, donde un sobre manila estaba escondido detrás de las tuberías del sistema del inodoro.
Contenía nada menos que el mayor secreto del planeta, y Wheeler tenía que recuperarlo.
El científico despistado lo había dejado allí en su visita a ese cubículo sólo unos minutos antes.
¿Qué había pasado?
Wheeler, de 41 años ('Johnny', como lo conocían sus amigos) había sido una figura clave en el Proyecto Manhattan, que desarrolló la primera bomba atómica durante la guerra, y en ese entonces era el director de Matterhorn B, el proyecto de la bomba H de Estados Unidos, con sede en la Universidad de Princeton, donde había sido profesor de física desde 1938.
Ese día había tomado el tren nocturno a Washington DC para reunirse con representantes del Laboratorio de Investigación Naval de EE.UU. sobre un proyecto no relacionado, pero decidió que también usaría su tiempo en la capital para entregarle personalmente sus comentarios sobre la bomba H al Comité Conjunto de Energía Atómica (JCAE).
Había metido en el sobre manila un escrito de seis páginas que le habían enviado, que contenía detalles de la historia de la fabricación de la bomba H, la nueva y aterradora arma de destrucción masiva que sólo EE.UU. poseía, y suficientes detalles técnicos actualizados para entusiasmar enormemente a una potencia extranjera.
En la noche, sacó el documento para leerlo y tomar notas antes de irse a dormir. Cuando se despertó por la mañana, se lo llevó al baño consigo para no dejarlo descuidado en el camarote No. 9, pero se le quedó en el cubículo que ahora estaba ocupado.
Cuando vio que el hombre había terminado, Wheeler se lanzó y agarró el sobre manila. Muy aliviado, regresó a su camarote y comenzó a empacar su maleta para irse.
Con todo listo, sacó el sobre manila para una última verificación del documento de la bomba H. Para su completo horror, el sobre sólo contenía otro documento más mundano: el informe sobre la bomba H había desaparecido.
Una búsqueda desesperada de su litera y de todo el vagón, seguida de un recorrido frenético por las habitaciones y restaurantes de la Union Station de Washington para tratar de identificar a cualquiera de sus compañeros de viaje, resultó infructuosa.
¿Habría sido robado, pensó Wheeler, por un agente soviético?