Crear entornos inclusivos: clave para el bienestar de niños con trastornos del neurodesarrollo
Más de 317 millones de niños y adolescentes en el mundo viven con trastornos del neurodesarrollo, según un informe conjunto de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y UNICEF.
Estas condiciones, que incluyen el trastorno del espectro autista (TEA), el síndrome de Down y el síndrome de Rett, afectan la manera en que las personas se comunican, aprenden e interactúan con su entorno, y requieren un abordaje integral para garantizar su bienestar.
La estigmatización, la exclusión social y la falta de acceso a servicios adecuados siguen siendo barreras que enfrentan estas personas desde edades tempranas. Frente a esta realidad, expertos en salud recalcan la importancia de crear entornos saludables y accesibles, que permitan una inclusión real y el desarrollo del máximo potencial de cada individuo.
“El bienestar no es una responsabilidad exclusiva de las familias con personas con trastornos del neurodesarrollo; es un esfuerzo colectivo que requiere redes de apoyo y acceso a servicios integrales,” señala la María Mercedes Ganán Aillón, directora de Inteligencia en una clínica de una aseguradora
Uno de los pilares fundamentales para mejorar la calidad de vida de quienes viven con estas condiciones es la detección precoz y el acceso a intervenciones oportunas. Evaluaciones médicas tempranas, terapias multidisciplinarias y un seguimiento constante permiten adaptar tratamientos a las necesidades particulares de cada paciente.
Espacios accesibles y sensorialmente amigables para niños con trastornos del neurodesarrollo
El entorno juega un papel decisivo. Acondicionar los espacios físicos, como hogares, escuelas y centros médicos, ayuda a reducir el estrés sensorial y promueve la autonomía. La utilización de estrategias de comunicación alternativa como pictogramas, lenguaje de señas o aplicaciones móviles mejora la interacción y el aprendizaje.
Además, se recomienda incorporar zonas de relajación y estimulación sensorial, adaptadas a cada niño o adolescente, para fortalecer su estabilidad emocional.
El tratamiento de los trastornos del neurodesarrollo debe incluir no solo atención médica, sino también apoyo emocional y psicológico. Neurólogos, pediatras, psicólogos y terapeutas deben trabajar en conjunto para brindar atención personalizada. También se promueve el uso de tecnologías como tableros de comunicación, plataformas educativas y herramientas de monitoreo para cuidadores.
Asimismo, los planes de alimentación y cuidado físico —incluyendo la salud bucodental— son fundamentales para prevenir complicaciones y garantizar una buena calidad de vida.
La salud emocional de las familias también es crucial. Es necesario fortalecer redes de apoyo con acompañamiento psicológico a padres, creación de grupos de apoyo y promoción de derechos. La inclusión plena solo será posible si la sociedad se compromete con la equidad y la empatía.
La creación de entornos saludables para personas con trastornos del neurodesarrollo no debe recaer únicamente en las familias. Es una tarea colectiva que involucra al sistema de salud, a las instituciones públicas y privadas, y a toda la sociedad.
Sensibilizar, invertir en atención especializada y eliminar barreras físicas y sociales son pasos necesarios para construir una sociedad más justa, equitativa y que valore la neurodiversidad como una forma legítima de existir y desarrollarse.