Ana se dedica al trabajo sexual para cancelar un crédito educativo de USD 44 mil
Ana, de 27 años, tiene una deuda de USD 27 mil por el crédito educativo que solicitó para estudiar comercio exterior. Fue el último recurso que le quedó porque en el examen de ingreso a universidades públicas, que se aplicó en su tiempo, no alcanzó el puntaje que necesitaba. Sus padres tenían un negocio estable, pero en la pandemia quebró.
En ese entonces, ella cursaba el sexto semestre y debía pagar las cuotas mensuales de USD 300 para no caer en coactiva y continuar con sus estudios.
Encontró trabajo en un restaurante en donde apenas ganaba USD 200. Decidió renunciar y entró al mundo del trabajo sexual. En una casa de citas lleva 2 años y dice que gana entre 50 y 80 dólares diarios. El dinero que reúne le alcanza para cubrir los gastos de la casa, mantener a su hijo de cuatro años y pagar el préstamo educativo.
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El crédito educativo fue creado por el Gobierno con una finalidad social; sin embargo, el caso de Ana, así como el de otros jóvenes ecuatorianos, refleja que el interés que pagan es muy elevado, casi similar al que se maneja en un préstamo quirografario. A Ana le valió el doble. Su carrera costó USD 22 500, pero ahora tiene que pagar casi USD 44 000, con cuotas de 300 dólares mensuales.
Ahora, Ana ya terminó su carrera, pero ¿a qué costo? se pregunta. Ella espera salir en un año del trabajo sexual y pagar lo más pronto la deuda de sus estudios porque es el peso que más le atormenta.
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