Violencia vicaria, aquella que un hombre ejerce sobre los hijos para afectar a la mujer, se vuelve más frecuente en Ecuador
Los asesinatos de tres niñas a manos de sus padres, perpetrados entre marzo y abril de este año, han conmocionado a Ecuador y han puesto el foco sobre la violencia vicaria, aquella que se ejerce sobre los hijos para herir a la pareja, un problema invisibilizado en el país.
El 18 de abril pasado, un hombre secuestró a su hija de 3 meses tras llevársela de casa de su expareja -que lo había denunciado por impago de pensión alimenticia- y la mató en una localidad de Bolívar, en el centro de Ecuador.
Los otros dos asesinatos ocurrieron en lugares distintos pero, según expertas consultadas por Efe, con un móvil común: causar un daño extremo a las madres.
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"Es un fenómeno poco visibilizado y el caso más dramático es el del policía que habría contratado a unos sicarios para asesinar a su hija de 7 meses, para no pagar la pensión alimenticia", recuerda la abogada Consuelo Bowen.
"Pero, obviamente, lo que él quería, como señalan las evidencias, era infringir un daño grave a la madre", asegura Bowen, coordinadora del servicio legal del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer de Guayaquil (Cepam).
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La violencia vicaria, denominada así en 2012 por la psicóloga argentina Sonia Vaccaro, es "aquella que se ejerce sobre los hijos para herir a la mujer", a la que se quiere dañar a través de terceros, "por interpósita persona", escribe en su web.
La mayoría de estas agresiones machistas se comenten contra las hijas e hijos, pero también existen casos en los que se maltrata o asesina a otros miembros de la familia de la mujer.
Un ejemplo de ello es el crimen del 9 de marzo en una localidad de la provincia de Carchi, donde un hombre asesinó, además de a su hija de 8 años, a los padres y hermana de su expareja, tras la decisión de ella de irse de la casa por las agresiones que sufría.
"Él le decía que volviera. Si no, la asesinaría. Incluso quería atentar contra la vida de él y sus hijas si no volvía", dijo tras el crimen el jefe de Policía de la zona, Richard Karolys.
"Esta violencia se produce especialmente en períodos de separación, cuando la mujer decide poner fin a relaciones violentas", confirma Bowen.
VIOLENCIA INVISIBILIZADA
La violencia vicaria no solo se manifiesta en su forma más extrema -el asesinato-, también existen agresiones "más silenciosas" con las que el hombre intenta chantajear y dañar a la mujer.
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"Con este afán de dañar a la expareja se pueden limitar tratamientos médicos a los niños o niñas si eso les hace sentir dolor, desaparecer con ellos, no entregarlos a la hora, generar angustia a las madres. Y quitárselos mediante argucias legales", explica a Efe Sybel Martínez, vicepresidenta del Consejo de Protección de Derechos de Quito.
En el Cepam "tenemos a muchas mujeres que temen por la seguridad de sus hijos o hijas cuando van a régimen de visitas", subraya Bowen.
"Hay padres que hacen una mala utilización de figuras como el régimen de visitas para chantajear a la madre, ya sea para vengarse o para acercarse y reiniciar la relación. Hemos visto violencia física, incluso sexual, especialmente (de padres) contra adolescentes. También violencia psicológica, que es la más complicada de demostrar", agrega.
Ambas piden que se reconozca la violencia vicaria como violencia de género en la Ley para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género y en el Código Penal para visibilizarla y sobre todo para prevenirla y exigen medidas de protección específicas.
España es pionera en la modificación de sus leyes para incluir la violencia vicaria como una forma más de violencia de género.
Además, su Ministerio de Igualdad ha anunciado que desde este año contabilizará como feminicidio vicario el asesinato de una mujer o hijos menores por parte de un hombre como instrumento para dañar a otra mujer.
EMPEZAR A NOMBRARLA
Geraldina Guerra, presidenta de la fundación ALDEA, lleva años mapeando, junto a otras organizaciones de la sociedad civil, los feminicidios en Ecuador, lo que les ha permitido demostrar que no se trata de casos aislados.
"Cada vez se ven más. La violencia vicaria es un componente más de los niveles de riesgo en el femicidio", explica.
Por ello cree que más allá de tipificar en el Código Penal, lo que urge es visibilizar, llamar a esa violencia por su nombre y que se conozca su dinámica. "Para eso estamos como sociedad civil, para nombrarla y para que el Estado tome cartas en el asunto".
Desde este año, ALDEA empezará a denominar estos asesinatos en sus mapas como femicidio con violencia vicaria.
"Lo urgente es que se ponga en marcha lo que ya está y que los operadores de justicia conozcan sobre perspectiva de género y apliquen la norma. Policía comunitaria, tenientes políticos, ellos son los que hacen los primeros reportes, la unidad de muertes violentas... Qué ellos digan: esto parece violencia vicaria. La norma está escrita pero no la aplicamos y ese es el problema" concluye Guerra.