Quito: la historia de Byron, el joven de 22 años que vivió en las calles y ahora ayuda a personas sin hogar
Las vías, plazas y parques de Quito albergan historias de diferentes matices. Una es la de Byron, un joven de 22 años que vivió en las calles y ahora se dedica a realizar abordajes nocturnos con personas que no tienen hogar.
A los siete años, la difícil situación económica de su familia lo empujó a las calles, donde comenzó en la venta de caramelos para sobrevivir. El hambre, el frío y la marginación fueron parte de su vida cotidiana por largo tiempo. A los 12 años, conoció el alcohol y a los 14, cayó en el mundo de la droga.
En ese tiempo, Paúl Tuquerrés, educador de calle, lo abordó y lo llevó a la Casa de la Niñez, hoy conocida como «Hogar de Paz», un servicio del Patronato Municipal San José para la erradicación del trabajo infantil. Don Paúl, como lo llama Byron, no solo le ofreció su ayuda, sino que se convirtió en su guía, que le motivó a retomar los estudios. Con el tiempo, se graduó de bachiller.
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📢 Este 21 de agosto, la Policía Nacional y la Fiscalía coordinaron una requisa para encontrar objetos prohibidos en el interior de la cárcel de El Inca, en el norte de #Quito. 👉 https://t.co/iRMtXuVtBZ pic.twitter.com/BfPQSM2FIl
— Comunidad Quito (@comunidadquito) August 21, 2024
En esas mismas calles, en las que alguna vez anduvo bajo efecto de las drogas, hoy las recorre nuevamente, pero esta vez llevando su mano amiga a los que aún las habitan, brindándoles apoyo, para promover la reducción del daño y la discriminación. Recorre como parte de los 26 equipos de abordaje distribuidos en el Distrito Metropolitano, llegando a cada recoveco de la ciudad, saludando con familiaridad a sus habitantes, sin prejuicios.
Actualmente, ese joven de 22 años, que fue empujado a las calles cuando niño, cursa el tercer semestre en la Universidad Salesiana del Ecuador y es técnico de abordaje de la Unidad Patronato Municipal San José.
Su voz es un eco de resiliencia que nos recuerda que todos merecemos una segunda oportunidad y que la transformación es posible, incluso en las circunstancias más adversas.
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