La Catedral de Quito luce pesebre gigante de 1.600 piezas
La Catedral Metropolitana de Quito, la iglesia mayor de la capital ecuatoriana, celebra esta Navidad con su majestuosa torre restaurada tras un laborioso proceso, y con un pesebre construido sobre 270 metros cuadrados que contiene 1.600 piezas, 600 de las cuales tienen movimiento.
Enclavada en el casco colonial de la ciudad, la catedral en pie más antigua de Suramérica, alberga un inmenso pesebre en el que se representan desde la anunciación del arcángel Gabriel a la Virgen María hasta el nacimiento de Jesucristo.
Considerado el más grande de Latinoamérica al interior de una iglesia, el pesebre ha recibido la visita de más de 60.000 personas, entre ellas María, que a sus 82 años se quedó impactada por la infinidad de detalles y el arte en su instalación.
"Hay una gran habilidad artesanal conectada con la tecnología. Hay ríos que mueven molinos. Hay nieve, montañas. El amanecer, el anochecer, todos esos cambios con truenos y relámpagos. También hay episodios de las vivencias de la Sagrada Familia, que son tan reales que estremecen y sacuden el espíritu. Es regresar a la naturaleza bíblica con tecnología. ¡Bellísimo!", comentó a EFE.
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"La primera iglesia de Quito
Según Héctor López, investigador histórico especializado en arquitectura patrimonial, la catedral es "la primera iglesia de Quito, inicialmente construida como una iglesia parroquial (1535) porque en ese momento Quito no era sede de obispado".
Comenzó con una arquitectura vernácula, con paredes de tapial y techo de paja, pero con los años se convirtió en una iglesia "muy ecléctica" de arquitectura andaluza, gótica y neoclásica al exterior, y elementos neoclásicos y barrocos en su interior: un reflejo de la amalgama de los tiempos en que fue construida.
El terremoto en 1868 dañó seriamente la torre del campanario, estado en el que estuvo durante décadas, hasta que el obispado contrató al sacerdote prusiano alemán José Brüning para su reconstrucción.
Popularmente se dice que se inspiró en los esbeltos cascos de los soldados del ejército prusiano para realizar un remate neoclásico y decorado de la torre, contó López a EFE.
La mayor restauración en 30 años desde finales del siglo XX se han realizado varias intervenciones en la torre, pero la que terminó en octubre último fue una de las más importantes en los últimos 30 años.
Con más de 82.000 dólares de inversión, el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) restauró la torre, de 37 metros de altura de la base a la cruz, y 4 más con elementos decorativos.
Angélica Arias, directora del IMP, explicó a EFE que la torre presentaba muchos daños por los efectos de la lluvia ácida debido a la contaminación.
También había desprendimiento de materiales y la pintura estaba "en muy mal estado" y con muchas capas colocadas sin técnica, mientras la piedra pómez se estaba descascarando, explicó.
Además, según Franklin Cárdenas, director de ejecución de proyectos Patrimoniales del IMP, en la torre también había humedad, y daños por falta de mantenimiento, por la colocación de cables de luz, focos, y elementos metálicos que generaron oxidación y roturas.
El proyecto de intervención -que se enmarcó en un proceso de recuperación y conservación de fachadas de iglesias y torres superiores a 20 metros del Centro Histórico- incluyó la restauración de morteros, consolidación de superficies, recubrimiento de acabados y complementación de sistemas de iluminación, entre otros.
En el proceso también debieron reconstruir en fibra de vidrio la cabeza de la escultura de san Ambrosio, que se yergue en la torre junto con las de los santos Jerónimo, Agustín y Gregorio Magno.
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Turismo, religión y arte
La torre del campanario es la más grande de las edificaciones que encuadran la Plaza Mayor de Quito, donde se encuentra también el palacio de Gobierno, el Municipio y el palacio Arzobispal.
"Es tal vez el espacio simbólico-político, más importante del país", dijo Arias en los altos de la torre sometida a una restauración que embelleció aún más el casco colonial, declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco en 1978.
Con su torre restaurada, desde la que se aprecia el corazón del Quito antiguo, la Catedral Primada es una postal en sí misma, y parada tradicional para turistas, que ahora convoca también a los feligreses por su pesebre, que esta Navidad cautiva por igual a los no tan creyentes y ateos por su detallado arte en movimiento.
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