Fiestas de Quito | La figura del chulla quiteño tuvo 300 años de existencia y aún quedan pocos rasgos de su comportamiento
El chulla quiteño era un personaje que sabía encontrarle un profundo sentido a la existencia. Se caracterizaba por ser alegre y amiguero, no un sinvergüenza o vago que explotaba a los demás a su conveniencia, como se lo describe en el libro El Chulla Romero y Flores del escritor ecuatoriano Jorge Icaza (1906-1978).
Lo confirma el historiador y genealogista Fernando Jurado Noboa, quien ha publicado más de 70 libros sobre la historia de la Carita de Dios y uno de sus textos más reconocidos es 'Chulla Quiteño, nacimiento, vida y agonía de un prototipo citadino'. Se trata de una especie de radiografía de una de las figuras más emblemáticas y que siempre se lo recuerda en estas fechas por la fundación española de Quito.
A su criterio, el chulla quiteño desapareció a principios de la década de 1960 y 30 años antes estuvo en agonía, pero su figura comienza a aparecer a principios del siglo XVIII tras la quiebra de los obrajes cuando mucha gente se quedó desocupada y surge la idea de qué hacer, cómo desarrollarse y entretenerse. "De tal manera que el chulla quiteño tiene 300 años (de historia)".
Por eso, hay registros históricos invaluables como una fotografía, de 1870, en la que aparecen dos chullas en la calle Flores, más abajo de la Plaza de Santo Domingo frente a la puerta en donde hoy funciona el Colegio San Fernando de la congregación dominicana. Son dos hombres elegantes, bien vestidos con sus trajes, sombreros y bastones. Se los distingue por su garbo y presencia en la calle empedrada, junto a las casas de adobe y teja con paredes blancas desgastadas.
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La época de mayor auge se da en el periodo del expresidente Gabriel García Moreno (1860) hasta la década de 1950. Pero, su agonía empieza a raíz del suicidio de Luis Eduardo "El Terrible" Martínez, en 1960, quien fue un prototipo de la sal quiteña y cuya imagen aún vive muy arraigada en la cultura popular capitalina.
Jurado afirma que hubo varios prototipos del chulla y hace un análisis de cada uno. Se destacaban el de oficio, el intelectual, el jurista, el músico, artista plástico y pictórico, de artes escénicas, futre, entre otros. También hay uno muy particular, el chulla propiamente dicho: hombre de 14 oficios y 80 necesidades que se dividía en dos grupos del chulla medio.
Uno era de mejores posibilidades, quien provenía de grupos mejor situados que perdieron poder y que, en ocasiones, solía ser acogido en los círculos de élite. El otro pertenecía a sectores populares y es el que caracteriza Jorge Icaza. "Esa dicotomía -el uno como señorito venido a menos y el otro, como un hombre netamente medio que aspira ser mejor- se vio claramente en Quito hasta 1945 o poco más".
Ambos adoraban el pasillo, solían ser velasquistas y en sus casas tenían retratos del caudillo, del Aucas y posiblemente alguno de sus abuelas a las que quisieron mucho.
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Curiosamente, quien le mató con su obra literaria al chulla quiteño fue otro chulla, el escritor Jorge Icaza con su libro 'El chulla Romero y Flores'. Le magnificó al prototipo perverso que fue una de las subclasificaciones que tenía una imagen mala. Por eso, mi obra y la de otras personas busca reivindicarlo"
Fernando Jurado Noboa
📍 #Quito 📌🗣️ Se trata de cuatro textos que le ayudarán a conocer más sobre las leyendas, tradiciones y personajes de la capital, los cuales han trascendido con el pasar de las décadas 📲 https://t.co/hTgObbPBSK pic.twitter.com/r69Zvlr5ym
— Comunidad Quito (@comunidadquito) December 3, 2024
¿Hay rasgos del chulla quiteño vigentes?
Como se indicó anteriormente, este personaje comenzó a desaparecer en los 60. "Todo todo prototipo, toda estructura tiene que llegar a una cúspide y luego va disminuyendo. Sin embargo, lo importante es que los retazos siguen vivos", explicó Noboa a Ecuavisa.com.
Aún queda esa capacidad de poner apodos, de sobreponerse a las circunstancias. Por ejemplo, frente a la época de apagones que se vive en la actualidad, la respuesta del viejo quiteño no es dolorosa, más bien se acomoda. En otras ciudades es mucho más inconforme. "No estamos diciendo que lo uno sea bueno y lo otro malo, sino que son las diferencias regionales de la capital frente a otros lugares".
¿Qué tipo de prendas luce en la actualidad? No es que utiliza ropa fina. Simplemente es bien vestido, acicalado, combina los colores de forma correcta. Se controla en el peso y su aspecto. Un chulla quiteño no podía ser gordo porque la estética era un elemento fundamental de su imagen y significaba ser respetuoso de su propio físico y atractivo para las mujeres. "Sacaba prosa de esa flacura, que además le permitía hacer un buen galán"
Pero más allá de eso, el rasgo indigne del chulla quiteño es su actitud frente a la vida. Siempre fue generoso -narra Jurado- y entregado totalmente a los demás con gran espíritu humanitario y de buen sentido del humor. "Le saca la chispa al al detalle más insignificante, Eso es lo que queda". No era vanidoso y si alguno se comportó de esa forma, era en un porcentaje muy bajo que no superaba el 4%.
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En su época de gloria, vivieron en barrios tradicionales como San Juan, La Loma o San Marcos. En la actualidad, eso ya no existe porque Quito es una ciudad de tres millones de habitantes. Asimismo, el chulla se caracterizó por el estoicismo frente a las contrariedades de la vida. Tenía objetivos a mediano y a largo plazo. Era lector asiduo, muy culto.
¿Se podría encajar como un chulla de este tiempo al hombre que vive endeudado y con lo mínimo? Noboa asegura que no. Quien ahora subsiste con la tarjeta de crédito y debiendo dinero a todo el mundo es una persona angustiada. El chulla no era así, pues era terriblemente tranquilo. Trabajaba cuando tenía que hacerlo.
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