En el parque La Carolina de Quito, el ecuavóley se juega con apuestas, de lo contrario no hay adrenalina, dicen los jugadores

A partir de las tardes de los jueves, las personas se juntan para jugar ecuavoley en el parque La Carolina
Jugadores de Ecuavoley en el parque La Carolina.()
08 ago 2023 , 18:52
Redacción

Desde inicios de los años 70, las canchas de ecuavóley del parque La Carolina, en el norte de Quito, han sido el espacio en donde trabajadores, comerciantes, estudiantes y toda clase de público se reúnen para practicar ese deporte.

Gonzalo Guachamín, de 80 años, acudió toda su vida a ese lugar para divertirse con sus amigos. De joven lo hacía para ejercitarse, pero ahora es solo un espectador que mira desde las bancas de cemento.

Recuerda que allí funcionaba el hipódromo y a inicios de 1970 comenzó a diversificarse el ecuavóley. También iba a unas canchas situadas frente al denominado Salón de las Huacas, en las avenidas Naciones Unidas y Amazonas.

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Acudía los sábados y domingos. "En ese tiempo, los espacios de juego no eran de concreto como hoy, sino de tierra y reemplazaron al desaparecido hipódromo".

En la actualidad, Gonzalo se dedica a ver los partidos de los jóvenes que acuden a ese sitio. Escucha las exclamaciones y reclamos de los asistentes. Mira a los jueces que dirigen los partidos. También las diferentes sumas de dinero que se apuestan antes de los juegos.

Al día de hoy, los árbitros obtienen alrededor de un 10% de la cifra acordada. Guachamín recuerda que, en su juventud, "solo era entre 5 y 10 sucres, y en realidad se jugaba por amor al deporte".

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Contrario a eso, en la actualidad, los deportistas ponen cantidades más altas sobre la mesa. Hernán Cartagena, de 25 años, indica que lo mínimo es 15 dólares (cinco por jugador), pero personas, como Snaider Guambuguete, lo han hecho en rangos mayores. Por ejemplo, 50 dólares por persona.

“El deporte debería influir más en jugar sin apuestas, pero como nosotros ya somos una generación que siempre creció con esa práctica, es muy difícil deshacerse de ellas. Es un elemento muy arraigado en el juego”. Hernán Cartagena, jugador de ecuavóley.

Guambuguete empezó a competir por influencia de su padre, pero ahora acude a la cancha por su cuenta. "Ahora, yo me defiendo y con la presión de la plata se juega mejor, si no se vuelve aburrido y a medio gas". Por esa razón, cuando él juega sin apuestas, su rendimiento durante los partidos se vuelve menor.

Gonzalo Guachamín recuerda que antes existía un diferente trato entre los compañeros de equipo. Se respetaban y no se insultaban tras perder los compromisos.

"Antes había más respeto entre el jugador y el rival, pero ahora se insultan y son muy irrespetuosos entre ellos. Esa actitud no puede ser aceptable dentro del deporte".

Hernán considera que los apodos y las jergas son parte de la tradición del ecuavoley en La Carolina. "Yo no tengo sobrenombre, pero amigos míos como Sanguche, Peluchero y Pájaro Loco se han ganado sus apodos por profesiones o situaciones específicas".

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Cartagena indica que "trae tus tres enfermos" significa ir con tres jugadores y "tres marías" se dice cuando la pelota cae entre todas las posiciones del equipo.

¿Qué es y cómo se juega el ecuavóley?

El ecuavóley es un deporte derivado del vóleibol y forma parte de la identidad nacional porque tiene sus propias reglas e interacciones entre participantes.

Hernán dice que la mezcla nace en la Amazonía, cuando los estadounidenses dividieron por la mitad los integrantes del deporte original porque faltaban personas. Además, para hacer más desafiante el juego se incorporó una red más alta y una bola más pesada.

Un partido se disputa por dos equipos compuestos por tres personas: el volador, el servidor y el colocador. El primero se encarga de sacar y evitar que la pelota toque el piso en el saque contrario. Luego se la pasa al servidor, que suele ocupar el medio y debe dejar la pelota arriba para que el colocador la remate al campo contrario y marque un punto si toca el suelo. En general, las partidas duran entre 30 y 40 minutos.

En el transcurso del cotejo, los jugadores pueden cambiar sus posiciones y solo deben dar un toque al balón, ya sea para pasársela entre sí o para mandarla al otro lado de la red. Cuando se apuesta, debe haber un juez que se encargue de determinar quién tiene el saque, también conocido como cambio, y quién anota el punto.

En el parque La Carolina hay cuatro canchas de azules, marcadas con tiza blanca y divididas por una red. Allí acostumbran a reunirse los equipos junto a sus amigos.

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