Vicepresidente Jorge Glas cumple prisión preventiva en la cárcel N°4 de Quito
Miembros de la Policía Nacional lideraron el operativo efectuado en el norte de Guayaquil.
El vicepresidente de la República, fue detenido pasadas las 21:00 del 2 de octubre de 2017 en Guayaquil, por
Previo a su detención, que publicó en sus redes sociales que él estaba "a pocos minutos de entregarse a la Justicia".
Miembros de la Policía Nacional trasladaron a él y a su tío, Ricardo Rivera, desde sus respectivos domicilios ubicados en el norte de la ciudad, hasta la Base Aérea Simón Bolívar, donde serían llevados a Quito.
Más temprano, la Fiscalía General del Estado había solicitado al magistrado la prisión preventiva para ambos ciudadanos, para "evitar que los implicados se den a la fuga".
El segundo mandatario tenía prohibido salir del país, mientras que su tío cumplía arresto domiciliario debido a las investigaciones realizadas en torno al caso Odebrecht.
A pesar de su detención, Glas continúa como vicepresidente debido a que la ley dispone que el cargo quede vacante solamente por renuncia, luego de tres meses de abandono o por decisión de las tres cuartas partes de los miembros de la Asamblea tras la realización de un juicio político.
Esta situación tendría que definirse en el pleno, donde el partido oficialista Alianza PAIS tiene mayoría con 74 miembros, de un total de 137 legisladores.
Jorge Glas es el político "más investigado" por corrupción en Ecuador y el gran aliado de Rafael Correa en su lucha de poder con el presidente Lenín Moreno, publica en una nota la agencia AFP.
Este ingeniero guayaquileño de 48 años fue una de las figuras más poderosas en la década de gobierno socialista de Correa, a cargo desde 2007 de los sectores estratégicos y desde 2013 como vicepresidente.
Pero en los últimos años su imagen empezó a caer en desgracia.
Primero su nombre apareció vinculado al escándalo de los "Panama Papers", que reveló activos financieros de personalidades del mundo en paraísos fiscales.
Luego la oposición lo utilizó como blanco para desprestigiar al "correísmo" al involucrarlo en varios casos de corrupción destapados posteriormente, como el de la estatal Petroecuador o el de los millonarios sobornos de la constructora brasileña Odebrecht, sin cargos formales ni condenas en su contra.
Su imagen quedó tan lastimada que, según analistas, Correa optó por nombrar a Moreno como candidato por el oficialismo en las presidenciales de 2017, y a Glas como binomio.
La salida del todopoderoso líder socialista, que siempre lo defendía y declaraba públicamente su confianza en él, y la llegada de Moreno con ganas de ajustar cuentas con la corrupción en medio de su disputa con el exmandatario, convirtieron su vida en un calvario.
"El objetivo de la derecha opositora desde hace algún tiempo atrás, ahora con el aval de Moreno y del sector que lo está apoyando en (Alianza) País es golpear a Correa", dijo a la AFP el analista político David Chávez, de la Universidad Central de Quito.
"Y Glas es un trampolín indispensable" para ello, agregó.
A medida que las acusaciones en su contra, los pedidos de juicio político y sus declaraciones "libres y voluntarias" se multiplicaban, la relación de Glas con Moreno se resquebrajaba.
Sus graves críticas contra el mandatario, por su estilo y su supuesta cercanía con la oposición tradicional, motivaron el retiro de sus funciones y precipitaron una gran crisis en el seno del oficialismo, que estuvo a punto de dinamitar su mayoría en la Asamblea.
"Lastimosamente el dedo apunta cada vez más hacia usted", le advirtió un día Moreno.
Desde que se quedó sin el respaldo del presidente, Glas, casado y con dos hijos, no dejó de clamar por su inocencia, de "no tener ningún dinero mal habido", y de denunciar un linchamiento mediático orquestado por la oposición en contubernio con los medios de comunicación, incluidos los públicos, que según él lo marginaron.
"Soy el político más auditado de la historia (...). Me han revisado como a bolsillo de payaso. Sé que me pueden llevar a la cárcel, pero no podrán doblar mi dignidad. Yo soy un guerrero", manifestó en una ocasión.
Cuando los periodistas le preguntaban cómo era posible que desde su posición al frente de los sectores estratégicos no se enterara de las coimas de Odebrecht, Glas respondía: "Yo soy ingeniero, no astrólogo".
Ahora, a este exentrevistador de televisión sólo le queda esperar una buena estrella y que la Fiscalía no le impute cargos en los próximos días.