Quito pierde líderes políticos propios
Quito se queda sin líderes políticos. A lo largo de la historia, la capital ecuatoriana ha sido, junto con Guayaquil, una de las cunas para la formación de los más destacados representantes de la política ecuatoriana.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la segunda ciudad más poblada del país ha experimentado una disminución significativa de su influencia regional. Basta con observar el panorama, ya sea en el Ejecutivo o en el Legislativo, para darse cuenta de la notable ausencia de voces quiteñas en las decisiones de poder.
Pero aquello no siempre fue así. José María Velasco Ibarra, quien ocupó la presidencia de la República en cinco ocasiones, era quiteño de nacimiento y fue la primera manifestación populista del Ecuador en la década de 1930. ¿Qué pasó entonces, cómo es que Quito pasó de ser la cuna del populismo a vivir la orfandad de políticos de altos quilates?
El declive ha sido gradual. Desde hace al menos diez años, dicen los analistas con los que Ecuavisa.com conversó.
“Hace unas dos décadas, la Izquierda Democrática y la Democracia Popular eran los dos grandes pilares del poder político en Pichincha, contribuyendo con muy buenos alcaldes (...). Pero en los últimos diez años la Costa repuntó con fuertes empresarios que se consolidaron en el poder político, desplazando gradualmente su presencia en Quito”, explica Roberto Aspiazu, miembro de la Academia Nacional de Historia.
Aspiazu sostiene que hasta finales de los años 1990 yacían en la élite política dos grandes quiteños que encarnaban buena parte del poder nacional. Sixto Durán-Ballén, de la derecha ecuatoriana, y Rodrigo Borja, de la Izquierda Democrática (ID). Sin embargo, desde el año 2000 su erosión fue notoria con la llegada de nuevas corrientes ideológicas.
Además, según el historiador, en una ciudad tan 'cosmopolita' como Quito, las prácticas de la política tradicional se han desvanecido rápidamente. La llegada de las redes sociales ha intensificado la competencia, y las figuras reconocidas no tardan en desaparecer si no mantienen una estrategia clara. “No hay nombres, si debo pensar justo ahora en algún personaje quiteño actual de calibre, no se me viene ninguno con rasgos de liderazgo”.
Paco Moncayo, alcalde de Quito de 2000 a 2009 y excandidato presidencial, muestra una seria preocupación por la falta de grupos que fomenten la formación política en la capital. "Mucho más estando en Quito, donde está la Asamblea, la Presidencia y demás".
Veinte años sin que un líder político quiteño llegue a Carondelet
Han transcurrido dos décadas desde que Ecuador eligió, mediante voto popular, a un presidente de la República de origen quiteño. De acuerdo con el Consejo Nacional Electoral (CNE), Lucio Gutiérrez fue el último líder político nacido en Quito que alcanzó Carondelet en 2002, con el 54,79% de los votos en segunda vuelta, superando al empresario costeño Álvaro Noboa Pontón.
“Pero la fuerza de Gutiérrez está mayoritariamente en la Amazonía, el Tena fue el lugar donde residió la mayor parte hasta convertirse en militar. La camiseta verde y la guerra de ese entonces fueron los que lo pusieron en el poder”, recuerda Moncayo.
El último intento registrado de un aspirante a líder político de calibre y oriundo de Quito, ocurrió en las elecciones de 2021, cuando el empresario Pedro Freile, de 51 años, lo intentó sin éxito. En primera vuelta, solo obtuvo el 2,08% de los votos. Le siguieron César Montufar y Juan Fernando Velasco con votación inferiores al 1%.
En la más reciente contienda presidencial participaron ocho candidatos, ninguno de ellos era nativo de Quito. Aunque Christian Zurita formó parte de la contienda por un breve periodo, reemplazando a Fernando Villavicencio, su solidez política aún debe refrendar.
Fernando Villavicencio, candidato presidencial, fue asesinado el pasado 9 de agosto cuando salía de un mitín político en la capital. Horas antes del magnicidio, el líder político agradeció a la capital por brindarle su apoyo, pese a que él era oriundo de Alausí, provincia de Chimborazo.
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Deficiencias de las alcaldías de Quito, otra razón que disminuyó la identidad de la capital
Según Aspiazu, “existe una seria deficiencia administrativa municipal que habla por propia cuenta”. El historiador señala que la falta de liderazgo político en Quito se refleja especialmente en el proyecto más reciente de la ciudad: el Metro. “¿Cómo puede ser que en una obra tan esperada ninguno de los cuatro alcaldes haya sido capaz de manejarlo con solvencia?”.
Los exalcaldes Augusto Barrera, Mauricio Rodas, Jorge Yunda y Santiago Guarderas participaron en esta emblemática obra de Quito. Inicialmente, cada uno de ellos representaba una esperanza para revitalizar el poder y liderazgo de la ciudad. Sin embargo, “con el paso del tiempo, los jóvenes en las calles han olvidado a estos líderes".
El hecho de haber llegado a la Alcaldía con el apoyo de más del 50% no fue razón suficiente para que Augusto Barrera y Mauricio Rodas catapultaran su influencia capitalina para una posterior candidatura presidencial. Más bien, su figura resultó erosionada con el tiempo hasta debilitarse casi por completo del diálogo político.
Pabel Muñoz, actual burgomaestre, fue candidato por la Revolución Ciudadana y lleva seis meses en el cargo. Aunque algunos ven en él una posible figura presidenciable, Muñoz solo obtuvo el 25% de aprobación en Quito.
Para Moncayo, su éxito no se debe a méritos propios, sino más bien a la inercia de una bandera caudillista de hace más de dos décadas. "Pabel Muñoz ganó la Alcaldía gracias a la influencia de Rafael Correa, quien representa el poder del socialismo del siglo XXI. Él se consolidó en la costa desde 2005, pero dejó huellas significativas en la capital".
Levantar un liderazgo compartido
“Esta ciudad no es como Guayaquil o Cuenca, donde su gente se arraiga a líderes de su propio círculo. En Quito es más tranquilo, aquí no preguntamos de dónde es, basta y sobra con que gane nuestra confianza”, añade el General Moncayo al referirse a varios líderes políticos que, aunque no son originarios de la ciudad, sí han forjado su fuerza política a lo largo de los años gracias a la migración"
“Jamil Mahuad era Lojano y alcanzó primero la Alcaldía de Quito y luego la Presidencia de la República”, prosigue Aspiazu. Asegura que esta situación se repitió en figuras como la de Rodrigo Paz (Tulcán).
Otros políticos que no nacieron en Quito, como Osvaldo Hurtado (Chambo-Chimborazo), Rafael Correa (Guayaquil-Guayas), Lenin Moreno (Nuevo Rocafuerte-Orellana) y Guillermo Lasso (Guayaquil-Guayas), supieron hacer de la capital su bastión político para llegar a la Presidencia. Sin embargo, años después, la misma ciudad no ha tardado en retirarles el apoyo por errores de administración. "Es muy fácil que Quito se coma el poder político de un personaje si no hace las cosas bien en poco tiempo", explica Moncayo.
Indica que incluso el propio Daniel Noboa, actual presidente de la República, llegó al poder gracias a buena parte de la votación de Quito. Su nivel aceptación se calificará en los siguientes 18 meses.
Aspiazu y Moncayo concuerdan en algo: Quito no origina necesariamente nuevos líderes políticos, más bien los adopta, acoge y los hace suyos como “parte de un liderazgo compartido, que bien puede provenir de Cuenca, de Guayaquil o de la Amazonía. No existe bandera, se vuelven un capitalino más”.
La idea de que Quito encuentre en la nueva generación de políticos un 'salvador' que renueve el poder capitalino entonces parece distante. La ciudadanía, como en todo el mundo, cambia sus hábitos y la nuestra ya no ve la base de la política como un interés central en la Luz de América.
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