El balance de las movilizaciones: menos del 10 % de los manifestantes salieron a las calles
Las marchas de las centrales sindicales ya no son lo que eran. En los años 88 y 90 fueron multitudinarias y rechazaban el alza de los combustibles y el alto costo de la vida.
Tres décadas después, los gritos, las banderas, los dirigentes, las formas de protesta son las mismas, pero hay algo diferente: ya no convocan.
La última movilización que llamó el Frente Unitario de Trabajadores, FUT, que agrupa a siete centrales sindicales, y el Frente Popular, que acoge a 11, demostró que el sindicalismo ya no es una causa.
Entre ambas organizaciones dicen representar cerca de 400 000 trabajadores públicos y privados. En las manifestaciones en Quito no hubo más de 2 000 personas. En cada una de las otras ciudades no llegaron a 100 y la invitación a manifestar fue hecha con semanas de anticipación.
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Según la politóloga Sofía Guerrero, el sindicalismo enfrenta cinco problemas: no genera propuestas, no recoge las ideas de sus bases y no las representa.
"Lo que podemos decir es que no solamente han perdido fuerza, sino que han perdido credibilidad".
Está desconectado con los problemas contemporáneos y no tienen democracia interna.
"Yo me pregunto que han logrado a nivel de país, más bien son considerados organizaciones atrasa, pueblos como se las han denominado actualmente, porque no representan mayor tipo o generación de ideas".
Para Pedro Donoso, también politólogo, las personas no ven la utilidad en las centrales sindicales. A los gremios les cuesta resignificarse y dejar discursos de hace 40 años.
"Han marchado de la Caja del Seguro hasta Carondelet y han hecho siempre lo mismo, independientemente de los contextos".
La dirigencia tiene, según él, un discurso monotemático sobre la estabilidad laboral y no se actualiza. Tampoco genera información que podría capitalizar con sus sindicatos para liderar debates nacionales sobre temas laborales, pero sin dogmas.
El FUT durante 51 años y el Frente Popular durante 37 marchan todos los años por las mismas calles, exigiendo lo mismo, con las mismas banderas y algunas veces con las mismas consignas y liderados en casos por los mismos. Pero las nuevas generaciones no los ven porque tienen otras necesidades.