Cómo ha cambiado el discurso de Daniel Noboa sobre la crisis energética en 10 meses
En los tiempos de la campaña electoral, el entonces candidato a la Presidencia de la República, Daniel Noboa, refiriéndose al sector eléctrico indicó que el problema del país no era de generación sino de trasmisión, y que contaba con un plan y con alianzas con otras naciones para afrontarlo.
Una vez en el poder, su segundo proyecto de ley económico urgente fue la Ley Orgánica de Competitividad Energética, que fue aprobada con 131 votos en la Asamblea Nacional y que el Ejecutivo prefirió llamar Ley No Más Apagones. Así se iba delineando el discurso oficial.
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Poco importó que se advirtiera que el límite de generación para las empresas privadas era inconveniente en un país con déficit de generación eléctrica. El Ejecutivo no pensaba en ese momento que pocos meses después tendrían que pedirle a esas empresas que encendieran sus generadores -de capacidad limitada por ley- todo el tiempo posible para sobrellevar los apagones prolongados.
En abril, a días de la consulta popular propuesta por el Gobierno, volvieron los apagones. Primero se dijo que eran mantenimientos programados, después se supo la verdad: que los niveles del agua en las represas y centrales hidroeléctricas estaban en sus mínimos y que no había manera de evitar los racionamientos.
La respuesta del régimen fue destituir a la entonces ministra de Energía y Minas, Andrea Arrobo, denunciarla a ella y a 21 funcionarios más por sabotaje, suspender la jornada laboral por dos días y reducir la tarifa de la planilla eléctrica de ese mes al 50 %.
Cinco meses después se repite la historia, una historia que se trató de minimizar. El 9 de septiembre el ministro de Gobierno, Arturo Félix, enfatizaba que no habría apagones en el país. Para el 15, la Presidencia de la República anunciaba que habría un apagón nacional para realizar trabajos de mantenimiento en el sistema de generación eléctrico.
24 horas después se advertía de cortes para dentro de un semana. Serían cuatro días, de 22:00 a 06:00 porque el país vive el peor estiaje de su historia contemporánea, según ha informado el Ejecutivo.
Y antes de que llegue el día, 12 provincias se quedaron sin energía porque la realidad no se puede ocultar aunque se quiera.
En la víspera del corte de cuatro días, se ajustaron los horarios y resulta que ya no serían solo de noche sino también de día y de tarde. Tampoco iban a ser cuatro días sino siete, y de hasta 14 horas sin luz.
Todo esto ocurre mientras el jefe de Estado se presenta en foros internacionales como una víctima de las circunstancias. Además, las autoridades cuentan que no existirán cortes de luz por más de 11 horas.
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Por otra parte, la generación incorporada no alcanza para afrontar la crisis. Tampoco son suficientes las justificaciones de presuntos boicots y complots a los que frecuentemente se refieren las autoridades.
Lo cierto es que, de lo que está ocurriendo, solo se conocen sus consecuencias. No está claro donde comienzan las decisiones técnicas ni cuando termina el cálculo político.
Finalmente, se espera que llueva mucho y pronto porque para las autoridades aproximarse a la verdad no es mucho más que un ejercicio doloroso.