La confianza en los gobiernos latinoamericanos es muy baja y ha empeorado desde 2008, señala un estudio de OCDE y BID
En el 2022, apenas el 36,3 % de los habitantes de Latinoamérica y el Caribe tenían confianza en sus gobiernos. Se trata de una cifra en términos globales netamente inferior a la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), aunque con notables diferencias por países, y que más bien ha disminuido desde 2008.
Para 2024, la confianza en los gobiernos ha disminuido un 3,9 %en el conjunto de los 15 países considerados en el estudio de indicadores de gobernanza en Latinoamérica y el Caribe publicado este miércoles por la OCDE y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
A pesar de ello, la evolución tiene poco qué ver entre unos y otros países latinoamericanos.
Por una parte, la confianza ha sufrido un notable bajón en los años considerados en el estudio realizado en Colombia (34 puntos porcentuales, al 30 %), Ecuador (30 puntos, al 21 %), Chile (12 puntos al 39 %) y Bolivia (11 puntos al 33 %).
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También ha caído, pero de forma mucho más moderada y a niveles más que honorables, en Uruguay (7 puntos al 52 %) y en la República Dominicana (2 puntos al 52 %).
La evolución ha sido claramente positiva en Costa Rica, con 24 puntos porcentuales de mejora entre 2008 y 2022, cuando un 60 % de los encuestados decían confiar en su Gobierno, la cifra más alta de todos los países de la muestra.
A continuación venía México, con un 53 % de personas que tenían confianza, 12 puntos más que 14 años atrás.
La corrupción es generalizada para el 75,5 %
Uno de los elementos que pesa en esa confianza es la percepción de que la corrupción está generalizada en el gobierno, una idea que suscriben un 75,5 % de los latinoamericanos consultados en 2023. Se trata de una cifra que ha crecido ligeramente respecto a 2013 (74,7 %) y sobre todo que es muy superior a la de la media de la OCDE (53,6 %).
En todos los países de la región, esa percepción de una corrupción generalizada es mayoritaria, pero es particularmente elevada en Perú (90 %), Panamá (86 %), Ecuador (84 %), Colombia (83 %), Guatemala (80 %), Argentina (80 %) y Bolivia (80 %).
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Más allá del agravamiento de la confianza, los autores del informe señalan varios retos que tienen planteados las democracias latinoamericanas, en particular la desigualdad, la informalidad o el "espacio fiscal limitado" para afrontar problemas apremiantes como el cambio climático u otras cuestiones medioambientales.
Por lo que respecta a la desigualdad, hacen notar que ha ido a más con la espiral inflacionista durante los años 2022 y 2023, que ha afectado a los grupos que están en la parte baja de la escala social probablemente porque el aumento de precios afectó a elementos básicos como los alimentos y la energía, que constituyen una mayor parte del gasto de los más pobres.
En conjunto, las tasas de pobreza en 2022 estaban por encima de los niveles anteriores a la pandemia, con un 32 % de pobres en la región y un 13,1 % en pobreza extrema.
Antes del repunte inflacionista de los dos últimos años, la desigualdad medida con el índice de Gini en una escala de 0 a 100 había disminuido en Latinoamérica a 44,6 puntos, cuando en 2008 el indicador estaba en 48,1. En cualquier caso, era muy superior a la de la media de la OCDE, de 33,2 puntos en 2021.
Los responsables del estudio hacen notar que la región ha progresado en varias áreas, por ejemplo, al establecer mecanismos participativos y normas de integridad pública y abordar las brechas de género en la administración pública.