La mujer que le salvó la vida a su violador
Susan Copestick dice que ha sufrido de "pesadillas recurrentes" desde la violación.
Susan Copestick tiene 56 años y mantiene la calma cuando evoca el momento de noviembre del año pasado en el que decidió salvarle la vida a Peter Drummond. Su expareja la había amenazado con un cuchillo y violado ese día.
"Hubo una fracción de segundo en la que estaba esperando que Peter dejara de respirar, esperando que se muriera. En ese instante, me frené y pensé 'No'".
"No podía soportar la idea de que en su funeral hubiese gente que expresara simpatía por él y que dijera lo gran hombre que fue. Después de lo que hizo, no se iba a salir con la suya".
Tras el ataque, estuvo sentada en la cocina. Su expareja la había obligado a prepararle una taza de té.
Drummond, de 62 años, tenía las manos engarfiadas sobre su regazo. Su rostro estaba gris. Había tomado una sobredosis de tabletas de paracetamol.
Susan tenía que llamar a una ambulancia para garantizar que su agresor pudiera seguir viviendo.
Habían pasado solo dos semanas desde que había terminado la relación de 10 años con él debido a su incapacidad para conseguir un empleo estable.
Susan se había mudado con su madre en Rochdale.
Susan recuerda que dijo Drummond le dijo que había estado planeando el ataque desde la ruptura. Había traído una mochila en la que tenía cinta adhesiva y Viagra.
"Me dijo que iba a cortarme el cuello y dejarme morir en el piso de la cocina y que él moriría en el sofá de una sobredosis. Eso era lo que él quería que mi mamá encontrara a su regreso de vacaciones".
Esos comentarios son los que la habían dejado paralizada de miedo, capaz tan solo de ver las agujas del reloj moverse lentamente. Susan esperaba que las pastillas surtieran efecto en Drummond antes de que intentara matarla, pero también quería llamar por asistencia médica.
Peter Drummond fue sentenciado a 10 años en prisión.
Después de que se sintió tan mal para impedirselo, Susan pidió ayuda.
"Fue una decisión racional y directa. Pensé: 'No soy un juez ni un jurado'. No era yo la que debía tomar la decisión sobre su muerte", indicó.
"Tampoco quería que tomara el camino fácil y se escapara de la justicia. Quería que se diera cuenta de lo que había hecho y que pagara por ello. De esa manera, iba a poder poner lo que había sucedido en mi pasado".
Drummond se declaró culpable y fue sentenciado a 10 años en prisión en abril de este año, aunque podría salir antes, algo que Susan encuentra "deprimente".
Susan también se siente confundida por el estado psicológico de Drummond en el momento del ataque.
Ella lo califica como fuera de control.
"Parecía una persona completamente diferente. Nunca lo había visto así", explica. "Sus ojos eran salvajes. Si me hubieses preguntado el día antes que él iba a hacer eso, hubiese dicho: 'Ni en mil años'".
Desde la ruptura de su relación, Drummond había estado acechándola, pero para ella no era más que una fase por la que estaba pasando.
"Una mañana me desperté a las 6 de la mañana y estaba sentado afuera de la casa de mi mamá. Otro día, había esperado por mí en el estacionamiento del supermercado. El día del ataque me dijo que sabía que había salido temprano del trabajo y con quién había hablado", contó.
Cuando vino a visitar a Susan en la casa de su madre, Drummond le pidió ayuda para llenar unas planillas de la municipalidad. Después de dejarlo pasar, se le acercó cuando ella fue por una bebida a la cocina.
El ataque ocorrió en la casa de la madre de Susan Copestick, cuando ella no estaba.
"Me puso las manos en los hombros y pensé: 'Oh no, está intentando volver conmigo'. Le dije: 'No Peter' y en ese momento fue cuando me puso un cuchillo en la garganta y dijo: 'Se acabó, no más Peter el bueno'. Esas palabras me han estado acechando desde entonces".
Drummond la obligó a cerrar la puerta principal y la llevó arriba en donde se produjo la violación. "¿El cuarto de mami o el tuyo?", preguntó.
Susan, quien renunció su derecho al anonimato para esta entrevista, dice que desde el ataque ha sufrido de "pesadillas recurrentes".
Las primeras semanas, dejaba las luces encendidas de cada cuarto de la casa.
"Me quedaba dormida y me despertaba aterrorizada pensando que estaba a la lado de la cama con un cuchillo".
Su temor se acentuó en los días siguientes al ataque por su renuencia a denunciar la violación a la policía.
Drummond había sido dado de alta y se le había dejado en libertad bajo fianza antes de que Susan fuese a las autoridades con la historia completa. Pero finalmente lo hizo seis días después.
"El sábado en la noche (cuatro días después del ataque), incluso estuvo en el pub local donde yo había estado media hora antes".
Susan, sin embargo, está muy orgullosa por la forma en que las autoridades en Rochdale manejaron el caso. "La policía ha sido maravillosa", dice.
Eso le ha dado confianza para reconstruir poco a poco su vida y continuar con su trabajo como repartidora de encomiendas.
Quizás lo más importante es que tiene poco remordimiento por salvarle la vida a Drummond.
"A la gente podría parecerle extraño que haya salvado a mi propio violador, pero me hace sentir más feliz saber que sufrirá por la próxima década".