El Parque Nacional Cajas alberga 4 265 cuerpos de agua que albergan vida y proveen a las poblaciones del líquido vital
A dos horas y media de Guayaquil, en la provincia de Azuay, están ubicadas las 28 544 hectáreas del Parque Nacional Cajas. Los turistas, en diferentes senderos, recorren apenas 60 kilómetros.
Este es un paraíso natural de clima cambiante. En un día puede haber heladas, lluvia, neblina y sol intenso. La temperatura puede descender hasta 2 grados centígrados bajo cero.
Grandes elevaciones protegen una de las principales riquezas, el sistema lacustre. La más conocida es la Laguna Toreadora, de 19 hectáreas, pero este parque nacional tiene 4 265 cuerpos de agua interconectados, de los cuales 180 tienen más de una hectárea. Son espacios que albergan vida: truchas y bagres habitan en sus profundidades.
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Ubicadas a 40 km de la capital azuaya, todas son vitales para los cuencanos, porque de estos afluentes nacen los ríos Tomebamba y Yanuncay. Ambos generan el 40 % de agua para Cuenca, según explicó Geovanny Gutiérrez, inspector del Parque Nacional Cajas
El Cajas prueba que la naturaleza se protege a sí misma en estos meses de estiaje; sus lagunas han disminuido su nivel, pero sobreviven gracias a los humedales.
El hogar de más de 214 especies de fauna
Aquí habitan 214 especies de animales; 152 son aves y para verlas hay que tener paciencia. Entre ellas está el pato rojizo andino, más fácil de encontrar, ya que reposa en las lagunas. También hay 43 clases de mamíferos como el oso de anteojos y el tapir andino. Además, hay 15 especies de anfibios y cuatro de reptiles.
La flora brinda un espectáculo de colores, 700 tipos de plantas y 100 de ellas, son medicinales. A 4 000 metros sobre el nivel del mar, el paisaje está compuesto en un 80% por pajonales que almacenan agua, se pueden encontrar bosques con árboles de hasta cuatro metros de altura.
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Más abajo, a 3160 metros sobre el nivel del mar, el panorama cambia por completo. Los colores de las hojas son más intensos y los árboles alcanzan los 13 metros. Resaltan las bromelias por su tono rojizo, que almacenan aguas y son microhábitat para insectos y anfibios. Todo crece al pie de la laguna Llaviucu de 18 hectáreas, agua cristalina de la que beben aves y alpacas.
Este ecosistema es protegido por 19 guardaparques, a quienes les preocupa el crecimiento urbanístico cerca del parque nacional y cuidan que los más de 150 mil turistas que llegan al año no afecten el equilibrio natural.
"Se recomienda a los visitantes no ingresar con mascotas, botar basura y no hacer fogatas en el área protegida", señaló Iván Idrovo, inspector de guardaparques.
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La importancia de El Cajas fue reconocida por la Unesco en 2013, año en el que incluyó al parque nacional junto a otras áreas protegidas, denominándolas como el macizo del Cajas en la red mundial de reservas de biósfera.