"Hola soy el papa Francisco": las llamadas de Jorge Bergoglio
Desde el momento en que José Mario Bergoglio fue anunciado como el nuevo papa de la iglesia católica causó revuelo, admiración y simpatía. “¡El papa es latino, es argentino!” se anunciaba en todos los medios de comunicación a escala mundial luego del Habemus Papam.
Pero no solo eso sorprendió, ya que en Roma aplaudieron el nombre que escogió: Francisco. El papa se ganó a los fieles desde el primer momento y su simpatía conquistó también a la prensa que replica cada acto del líder de la iglesia católica.
Algunas de sus acciones lo han convertido en uno de los personajes actuales más populares. Una de estos actos son las llamadas telefónicas que ha hecho Francisco personalmente. Esta desde aquella comunicación desde Roma a su vendedor de periódicos en Argentina hasta aquella llamada que realizó a un periodista que le envió una carta.
Aquí recopilamos algunas de esas llamadas:
Una llamada a su vendedor de diarios: Días después de su elección como papa, Francisco llamó al propietario del quiosco en el que todos los días adquiría su diario en Buenos Aires (Argentina). Lo hizo para saludar al dueño y pedirle que por favor ya no le envié más periódicos pues no volvería a Argentina.
“Hola, Daniel, habla el Cardenal Jorge”, le dijo. En esa ocasión quien contestó la llamada fue el Daniel, hijo del dueño del quiosco. Este le contestó: “dale, Mariano, no seas boludo”. “En serio, soy Jorge Bergoglio, te estoy llamando desde Roma”, insistió Francisco Entonces, Daniel lloró de la emoción.
“Me agradeció por el tiempo en el que le acercamos el diario y me mandó un saludo para la familia”, recordó en una entrevista para el diario argentino La Nación.
Llamadas de inclusión: Una mujer italiana también recibió una llamada papal. En esa ocasión, el líder religioso le pidió que no abortara pues el padre del bebé es de un hombre casado. Además la mujer es divorciada y temía que la Iglesia no aprobara su condición. El Papa, luego de leer una carta que ella envió hasta el Vaticano, no sólo le respondió sino que le ofreció bautizar él personalmente al bebé.
También una mujer de Argentina recibió una llamada de Francisco, en la que se le pidió que recibiera su primera comunión, a pesar de que su esposo se había divorciado de su primera esposa.
Francisco también llamó a una mujer que fue violada por un miembro de la Policía de Argentina para darle un mensaje: “no estas sola y debes confiar en la Justicia”, le dijo.
Una llamada de pésame: El papa también telefoneó a la familia Foley de New Hampshire tras el asesinato de su hijo, James, a manos de ISIS.
Una llamada a monjas: En otra ocasión, el papa dejó un mensaje de voz a monjas de España en la noche de Año Nuevo. El pontífice les preguntó qué estaban haciendo afuera de su monasterio.
Una llamada a un periodista: Alfredo Leuco, un periodista de el Clarín envió una carta abierta al papa en la que le pidió al papa que no permita que ocurra una quinta reunión entre él y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, pues en octubre de este año se celebrarán las elecciones.
“La foto que se tome con usted”, continuó Leuco, refiriéndose a Cristina Fernández, “no ayuda a aquellos que están a favor de una democracia alternativa y una república”, según reseña la CNN.
En una columna publicada tras la llamada del papa, Leuco denominó la conversación telefónica que sostuvo con el papa como “el mayor logro de mi vida como periodista”. Sin embargo, el periodista casi se pierde la llamada papal, pues a la primera marcación, debido a la mala señal, Leuco no contestó. “Señor Alfredo Leuco, soy el padre Bergoglio, el papa Francisco. Le llamaré después para agradecerle por su carta”, decía el mensaje de voz que dejó el papa.
Unas horas después, el papa llamó de nuevo. Durante la conversación, el periodista le pidió al papa permiso para hacer pública la conversación. Francisco le ofreció enviarle un correo electrónico para que ningún periodista dudara de su historia. Cuando iba a colgar, el papa le pidió al periodista que orara por él. Pero el comunicador reveló “no saber rezar”.