El terruqueo y por qué influye en las campañas electorales en Perú
En una entrevista a inicios de mayo una periodista le preguntó a Pedro Castillo, uno de los dos candidatos que participará en la segunda vuelta en las elecciones presidenciales de Perú, que cuándo pensaba presentar a su equipo técnico.
"Yo no voy a exponer a mi equipo técnico. ¿Para qué? ¿Para que los terruqueen, para que los estigmaticen?", contestó Castillo, quien se disputará la presidencia con Keiko Fujimori este domingo 6 de junio.
Con su respuesta, el candidato del partido izquierdista Perú Libre hacía referencia a una práctica muy común en Perú: el "terruqueo".
Este consiste en acusar a alguien de "terruco" o lo que es lo mismo: demonizar a aquellos que tienen ideas afines a la izquierda o progresistas, o a cualquier que cuestione de alguna manera el statu quo, insinuando que simpatizan con grupos armados que operaron en Perú, como Sendero Luminoso.
"Es una práctica desleal en democracia", dice Vicente Ávalos, profesor de Ciencia Política de la Universidad del Pacífico (UP), en conversación con BBC Mundo.
Final de Quizás también te interese
Pero ¿de dónde sale la palabra "terruco" y por qué se cuestiona su uso?
Origen de la palabra
En los años 80, Perú estaba sumido en la sangrienta guerra que desataron Sendero Luminoso (SL) y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) contra el Estado peruano para tomar el poder por la vía armada. El enfrentamiento pudo haber dejado alrededor de 69.000 muertos o desaparecidos, según la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).
Los miembros capturados de estos grupos subversivos fueron condenados por "terrorismo".
En los años del conflicto interno, es posible que el adjetivo terrorista adquiriera la terminación "uco", para convertirse en "terruco", como resultado de un proceso de "quechuización", según señalaba en un ensayo el historiador peruano Carlos Aguire, ya que "es común entre quechuahablantes 'quechuizar' palabras cambiándoles su terminación por 'uco'".
"Terruco", entonces, pasó a ser desde los años 80 una palabra coloquial para decir "terrorista".
Los registros más antiguos del uso del término "terruco" datan de 1983 en Ayacucho, la región de la sierra sur de Perú donde empezó a operar Sendero Luminoso, cuenta Aguirre.
Por eso, en aquella época, la palabra "terruco" no solo se usó para referirse a los terroristas. También adquirió una connotación racista, para denostar a las personas de rasgos indígenas o provenientes de Ayacucho o de los Andes en general, debido al estigma que pesaba sobre los habitantes de la sierra, de ser sospechosos de "terrorismo".
Los ayacuchanos eran llamados "terrucos" hasta por sus amigos, detalla Aguirre en su ensayo publicado en 2011 en la revista Histórica, de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP).
Con el tiempo, la utilización de la palabra se fue ampliando. Durante todo el conflicto interno, "el uso del término 'terrorista' para desacreditar a opositores políticos fue constante", escribe Aguirre.
Terruqueo a los opositores
En los 90, el término "terruco" se usó para referirse a los críticos del entonces presidente Alberto Fujimori, quien presentaba como uno de sus logros la captura del fundador y cabecilla de Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, ocurrida en 1992.
Una vez finalizado su gobierno, en los 2000, los fujimoristas usaban el apelativo "terruco" para descalificar a cualquiera que estuviera a favor de las condenas que recibió Fujimori, hoy preso por violaciones a los derechos humanos.
Pero además, "cierta derecha mayoritaria peruana creó una asociación entre el término 'terrorista' y las críticas al modelo económico implantado en los 90", dice el politólogo peruano Daniel Encinas a BBC Mundo.
"Cualquier crítica económica o política la asociaron con una cercanía al terrorismo cuando muchas veces no es cierto, no hay tal cercanía o apología", cuenta Encinas.
Esta asociación se debió en parte al miedo y en parte a una "estrategia de manipulación del legado de la violencia política", señala el analista.
Desde que nació esta vinculación, se recurre al terruqueo cada vez que Perú se sumerge en debates políticos intensos o en momentos en que la población se polariza, como en las elecciones presidenciales actuales.
¿Cómo se usa el terruqueo ahora?
En la actual campaña presidencial, por ejemplo, Daniel Urresti, uno de los candidatos de la primera vuelta, terruqueó a la candidata de izquierda Verónika Mendoza. En un anuncio se refirió a ella como "Terrónika".
Ya de cara a la segunda vuelta, Keiko Fujimori se refirió a la posibilidad de terruquear a su rival Pedro Castillo, que es de izquierda. "Sería más fácil atacar, confrontar. Pero le digo claramente, señor Castillo: yo no voy a terruquear a nadie, esto va a ser un debate de ideas", dijo Fujimori en abril.
Sin embargo, algunos analistas creen que los partidarios de Fujimori sí han terruqueado a Castillo y a sus seguidores.
"Todo lo que es visto cercano a la izquierda es llamado automáticamente terrorista por algunas personas, como una manera de imponer el miedo sobre el debate de ideas. Lo vimos con Ollanta Humala", dice Encinas.
Pero el terruqueo ya no se dirige solo contra a los simpatizantes de izquierda.
Contra la derecha moderada también
"Ha llegado a un punto en que también se terruquea a las personas de una derecha más moderada, que no son parte de la derecha más conservadora que ha primado en Perú, que pueden pensar en ciertas reformas del modelo económico, con algunas ideas más progresistas", señala Encinas.
Por ejemplo, en las últimas campañas, ciertas personas se referían al Partido Morado, de centroderecha, como "Moradef", en alusión al Movadef (Movimiento por la Amnistía y los Derechos Fundamentales), que pide la liberación de los senderistas presos.
"Cualquier persona que quiera pensar en el bien común, que tenga ideas más progresistas, que proteste, que use su derecho a la crítica, es asociada con el terrorismo", dice Encinas.
Para Ávalos, de la UP, el terruqueo también "es una estrategia para invalidar a cualquier persona que cuestiona el modelo económico actual, el statu quo, o los valoren imperantes de una sociedad bastante tradicional".
Se terruquea también "a defensores de derechos humanos, a familiares de las víctimas de la violencia política, a activistas y miembros de ONG, y a personas de origen indígena en general", detalla Carlos Aguirre en su ensayo.
Pero no solo se "terruquea" a personas. Se terruquean canciones, monumentos, organizaciones, marchas, protestas, museos, exposiciones de arte u obras de teatro.
¿Qué problemas causa?
Los analistas con los que habló BBC Mundo creen que el terruqueo es un problema para la democracia porque suprime el debate de ideas, la pluralidad, y porque impide hablar sobre lo que pasó durante el conflicto interno.
Estos efectos, señalan, contribuyen a la polarización y la intolerancia.
Además, según ellos, el terruqueo les niega legitimidad a los rivales políticos y a las demandas de algunas personas.
"Es injusto ligar a estas personas con el pasado de violencia de Sendero Luminoso, del que probablemente han sido víctimas", señala Ávalos, de la UP. "Esto puede generar resentimiento, que surjan opciones más antisistema, porque los sectores con ciertas demandas se sienten atacados".
Pero se terruquea tanto que esta práctica ya ha dejado de causar el miedo que pretendía causar.
A causa del terruqueo tan extendido, "termina perdiendo importancia la discusión de la problemática actual del terrorismo", lamenta Encinas.
Además, según él, impide tener una agenda común para lidiar con problemas como los remanentes de Sendero Luminoso en el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), a los que se les adjudicó la matanza de 16 personas del pasado 23 de mayo.
También "impide discutir los problemas alrededor de la candidatura de Castillo, como el congresista de su partido Guillermo Bermejo, que está siendo investigado por posible afiliación con el terrorismo", añade Encinas.
Se terruquea a tanta gente, de tantos espectros, que cuando aparece algo en verdad preocupante "ya no surte efecto, ya es parte de lo mismo".
"Se trivializa un tema que causó la muerte y desaparición de muchos peruanos, y que puede tratar de infiltrarse en la vida política", advierte Encinas, "por lo que hay que tener mucho cuidado".