El Cucurucho, uno de los personajes de la procesión de Jesús del Gran Poder
Desde hace unos 15 años, en Semana Santa, la vida de Washington Moreno es distinta. Él deja la carpintería para organizar unas 800 vestituras de cucuruchos arrumadas en la bodega del convento de San Francisco.
Cada una tiene capucha, túnica bonete y cordón.
Washington y su amigo, Enrique Cataña, son parte del voluntariado que hace tareas. Así, pensando en la procesión del Viernes Santo cada atavio es alquilado por cinco dólares y una prenda de 20 que se devuelve luego de la procesión.
Con el alquiler los franciscanos financian el mantenimiento del singular ropaje.
Washington hace esto desde muy joven, cuando se sumó a los cucuruchos, que según él, le ha hecho milagros.
En San Francisco la procesión tiene 52 años, pero los cucuruchos son mucho más antiguos. También vinieron de España con la conquista y para sacerdotes como Néstor Bustos esconden un simbolismo único.
A más de voluntarios Moreno y Cataña son cucuruchos. Se cubren con una túnica morada y denuncian la vergüenza que los aflige. Piden perdón.
Este año se espera unos 1500 cucuruchos, pero hay quienes se preguntan quiénes y cuántos más deben desfilar el viernes por las calles de la ciudad.
La imagen de Jesús del Gran Poder encabeza el desfile santo y solo él tiene la respuesta.