Volcán Antisana ya no tiene el 50% de su cobertura de hielo
El papel del glaciar es vital para el suministro de agua en Quito.
Siete son las montañas del Ecuador que tienen glaciares y forman parte del sistema de los llamados glaciares tropicales, que también están en Colombia y parte norte del Perú.
Los nevados del Ecuador son muy vulnerables al aumento de la temperatura, por tanto sus glaciares se están derritiendo por debajo de los 5.000 metros de altura.
Un ejemplo es el Antisana, de 5.755 metros de altura y ubicado al oriente de Quito. Su glaciar contiene casi el 50% del hielo de todas las montañas del Ecuador; sin embargo, desde 1956 perdió el 50% de su cobertura de hielo.
Su papel es vital sobre todo para el suministro de agua de la capital.
Un equipo de Ecuavisa llegó a sus nieves tras una larga caminata de ascenso, hasta el pie del glaciar a casi 4.900 metros de altura. En su base el contraste es evidente.
Donde antes había hielo corren pequeños riachuelos y se forman charcos y lagunas. Quienes conocen bien estas alturas se dan cuenta del cambio.
Según los estudios realizados, en los últimos 50 años el Ecuador ha perdido alrededor del 50% de sus glaciares. El Estado no cuenta con datos completos sobre la situación.
Para el gobierno, la situación no es tan alarmante. “Por la ubicación, por la altitud que tiene también no tienes un deterioro de los glaciares tan significativo como tendrías en otras partes de los glaciares tropicales”, dijo Carlos Gallegos, director de Adaptación al Cambio Climático.
Pero los expertos no coinciden. “A una altitud de 4.000-5.000 metros en un horizonte de 100 años tendremos un cambio de temperatura que va a ser entre 2, 3, 4 grados centígrados. Lo que va a pasar es que estas condiciones ambientales que permiten la existencia de los glaciares, van a cambiar”, aseguró Marcos Villacís, jefe de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad Politécnica.
En medio de todo esto, el panorama empeora con el tiempo y el derretimiento del glaciar parece indetenible.
Paisajes como estos están en riesgo. Con su desaparición, no solo cambiará la visión de las montañas, sino que también estarán en peligro fauna, flora, comunidades y ciudades de sus alrededores.