San Lorenzo, un año después del atentado
El cantón esmeraldeño se repone de a poco, pero en las calles se sigue sintiendo tensión.
Un año después del atentado ocurrido en el cuartel policial de , los uniformados retornaron a las instalaciones reconstruidas al costo de un millón y medio de dólares, según el ministerio del Interior. Pero en este cantón fronterizo con Colombia, las amenazas a la seguridad persisten por la influencia de grupos narcodelictivos.
El 27 de enero del 2018, las instalaciones del Comando de Policía de San Lorenzo fueron destruidas por la explosión de un coche bomba colocado por el grupo disidente de las FARC 'Oliver Sinisterra', liderado por alias Guacho, asesinado en diciembre pasado durante un operativo en Colombia.
La explosión dañó 69 casas, afectó a 345 personas y desató una ola de violencia que se prolongó hasta abril del mismo año con nuevos ataques, asesinatos y secuestros.
El estallido fue tan fuerte que literalmente un vehículo voló hasta el comedor, destruyendo todo a su paso. Ahora esta área está toltalmente reconstruida para dar atención a cerca de 500 policías que acuden diariamente al lugar.
La onda explosiva también afectó las habitaciones de la dependencia y destruyó todos los vidrios de las ventanas. Hoy, 12 meses después, los policías retornaron a sus dormitorios donde guardan sus pertenencias y armas de dotación con las que salen a recorrer las calles de la frontera caliente.
"Hemos reforzado al cien por ciento la seguridad en este cuartel. Tenemos acantonados grupos especiales como el GIR, el GOE", aseguró Renán Miller, comandante del distrito San Lorenzo.
Así, el tiempo va borrando las huellas de la explosión en la estructura física, pero no en la población afectada, como es el caso de Leonardo Fuentes, una de las víctimas del atentado que le dejó heridas en todo el cuerpo por el impacto de latas.
El comando de este cantón esmeraldeño es una especie de búnker con rigurosa seguridad, pues fue blanco de un ataque y lo puede volver a ser en cualquier momento. De hecho, las últimas amenazas se registraron hasta mediados de diciembre. Amenazas que coincidencialmente dejaron de llegar después de la muerte de alias Guacho.
En San Lorenzo, una zona de influencia de grupos narcodelictivos colombianos, policías y militares están en alerta amarilla todo el tiempo, mientras sus habitantes desarrollan sus actividades con aparente normalidad, aunque en las calles se sigue transitando con tensión.