El multitudinario y emotivo adiós al equipo periodístico de diario El Comercio
Los familiares de Paúl, Efraín y Javier aseguran que solo se acaba de cerrar un capítulo.
Familiares y amigos sepultaron este 29 de junio los restos de los tres miembros del equipo periodístico del diario El Comercio, cuyo asesinato en cautiverio perpetrado por rebeldes disidentes de las FARC en Colombia consternó al país.
El periodista Javier Ortega (3), el fotógrafo Paúl Rivas (45) y el conductor Efraín Segarra (60) fueron enterrados juntos en un panteón del norte de Quito, tras varios homenajes que les rindieron amigos y colegas luego de que sus cuerpos fueron repatriados desde Colombia el miércoles.
Por Paúl, Javier y Efraín "¡nadie se cansa!", gritaban familiares y amigos de los trabajadores del diario El Comercio luego de la última misa de cuerpo presente que ofrecieron en su honor. Alrededor de los ataúdes, fotógrafos con sus cámaras en alto disparaban ráfagas con sus flashes.
En la iglesia La Dolorosa, ubicada al norte de Quito, se cumplió con la misa de honras fúnebres, que la dio monseñor Eugenio Arellano, presidente de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y obispo de Esmeraldas, y a la cual acudieron varias autoridades del Gobierno y asambleístas.
En la ceremonia, Arellano, además de pedir por el descanso de Javier, Paúl y Efraín, reflexionó que el problema en la frontera norte no terminará con la inversión en armas, sino con educación y salud.
Arellano expresó su “mayor respeto a los comunicadores sociales” por “lo arriesgado de su profesión”. “Es verdad que consiguieron matar a Javier, Paúl y Efraín, pero no conseguirán matar nuestra esperanza y nuestra sed de justicia”, dijo.
Los cuerpos de los tres ecuatorianos fueron recuperados, tres meses después de su secuestro, de una fosa común en medio de la selva colombiana y rodeada de minas. Su identidad fue confirmada plenamente este lunes en la ciudad de Cali.
Aunque aún no ha sida establecida la fecha exacta del crimen, el gobierno ecuatoriano anunció la muerte del equipo de prensa el 13 de abril, tras la difusión de unas fotografías que mostraban a las víctimas encadenadas y ejecutadas.
El hallazgo de los cuerpos puso fin a meses de zozobra, en los que familiares y periodistas salieron a las calles para pedir justicia, en medio de quejas por la información contradictoria que ofrecieron los gobiernos de Ecuador y Colombia desde el secuestro ocurrido el 26 de marzo.
El equipo periodístico fue capturado por un grupo que dirige el ecuatoriano Walther Arizala, exguerrillero de las FARC conocido con el alias de Guacho, cuando realizaban un reportaje en la frontera con Colombia. En la zona operan bandas del narcotráfico y desde enero han sido atacados retenes y patrullas policiales y militares.
Los captores pretendían la excarcelación de allegados a Arizala presos en Ecuador, a cambio de la liberación de los rehenes. Según los disidentes, la negociación se frustró por los operativos militares.
Tras el secuestros del equipo periodístico, Quito y Bogotá lanzaron una cacería contra Guacho, a quien se le acusa también de tener secuestrados a los ecuatorianos Óscar Villacís (24) y su compañera Katty Velasco (20).
Sin un mando unificado, los rebeldes disidentes operan en apartados puntos de Colombia donde disputan las rentas del narcotráfico y de la minería ilegal. Estos grupos estarían conformados por unos 1.200 combatientes.