Migrantes ecuatorianos que sobrevivieron al accidente en Panamá no pierden la esperanza de avanzar hacia EE.UU.
"Haber sobrevivido significa mucho, muchísimo, le agradezco a Dios todos los días por haberme dado la oportunidad", asegura aún convaleciente el ecuatoriano Edison Figueroa, superviviente del accidente de autobús en Panamá en el que murieron 39 personas, la mayoría migrantes como él que soñaban con llegar a Estados Unidos.
El 15 de febrero, Figueroa viajaba en el autobús que trasladaba a 66 migrantes desde un albergue en la selvática provincia de Darién, en la frontera con Colombia, hasta otro similar en el norteño Chiriquí, limítrofe con Costa Rica, y que se accidentó causando la muerte de 37 migrantes y dos panameños, según los últimos datos oficiales.
Los cuerpos que no han sido reclamados por sus familiares fueron sepultados este viernes en David, capital de Chiriquí, cerca de donde ocurrió el accidente.
Figueroa, que tiene una cicatriz que le recorre la frente y se recupera con otros supervivientes en un albergue católico de la Red Clamor de ayuda a migrantes en Chiriquí, recordó que los dos amigos que viajaban con él no tuvieron su misma suerte.
"Mis dos amigos con los que viajé fallecieron, solo yo estoy vivo. Me siento un poco triste, con mucha pena, con mucha nostalgia, pero no puedo hacer más nada que agradecerle a Dios por tenerme con vida", relató este ecuatoriano que dejó sus estudios en gastronomía para cumplir el sueño estadounidense y abrir luego un negocio en su país.
No fue hasta este lunes que recuperó la memoria tras ser ingresado en un hospital, donde lo intervinieron por una severa fractura en el brazo izquierdo y una herida en la frente.
En una cama contigua está su compatriota, Wilson Lema, revisando su celular con el brazo izquierdo, ya que el derecho lo tiene inmobilizado.
Recibe atenciones de otros migrantes que como él lograron sobrevivir. Ellos mismos preparan sus alimentos en la cocina del albergue y esperan el momento de volver a salir, la ruta es hacia el norte, pues la esperanza de llegar a Estados Unidos no ha terminado.
EL DESTINO, ESTADOS UNIDOS
El año pasado, 248.284 migrantes cruzaron la selva del Darién, una cifra inédita empujada por el éxodo venezolano, mientras que este año ya la transitaron unos 58.000, un número cinco veces superior al mismo lapso de 2022, según cifras oficiales hasta la primera semana de marzo.
Pero ahora los ecuatorianos son los sudamericanos que más cruzan el Darién en su camino hacia Estados Unidos.
Panamá registra a los migrantes que cruzan la selva y les ofrece asistencia de salud y alimentación en albergues, ubicados en la provincia de Darién, donde hay presencia de organismos humanitarios.
Tras ello, los migrantes son trasladados en buses, costeados por ellos mismos, hacia otra instalación limítrofe con Costa Rica, para que sigan su camino hacia Norteamérica.
Son muchos los que mueren en el tránsito por la peligrosa selva del Darién, víctimas de accidentes, robos y enfermedades.
"Para qué mentirle, eso es feo. Eso fue una travesía que no le deseo yo a nadie. Porque es feo, por ahí se ve de todo, se ve atraco, muertos, violación, de todo se ve", dijo a EFE el venezolano Víctor Medina, de 35 años, que resultó herido en el accidente de autobús en Chiriquí.
Aún así, Medina no renunciará a su deseo de llegar al dorado estadounidense una vez se recupere de las heridas. "Ese es el destino mío, llegar a Estados Unidos".
El también venezolano Diogman Ruiz no recuerda nada del accidente: "Venía dormido" y despertó en el hospital. Allí se enteró de que su madre y padrastro murieron en el siniestro. Seguirá hacia Estados Unidos porque "era lo que mamá quería, era el sueño de ella".
SOLIDARIDAD CON LOS MIGRANTES
En el albergue de la Red Clamor hay en la actualidad 35 personas entre supervivientes que ya han sido dados de alta del hospital, familiares que vienen de los países de origen a acompañar a sus enfermos o a reconocer a sus familiares fallecidos.
Otros son familiares que iban en el mismo convoy, pero no en el mismo autobús accidentado.
Según explicó a Rafael Lara, coordinador nacional de la Red Clamor en Panamá, "el acompañamiento a los migrantes siempre es un reto, sobre todo digerir desde las emociones las historias que ellos van contando, sobre todo las vivencias en la selva".
"La historia que hemos escuchado de los migrantes que sufrieron este accidente, pues no queda atrás. Han sido historias desgarradoras", remarcó.
En el albergue también hay niños de varias nacionalidades, ecuatorianos, haitianos, venezolanos, que viajan junto a los adultos, algunos son familiares directos y otros esperan reencontrarse con sus padres que migraron hace algún tiempo a Estados Unidos, con la esperanza de que el sueño americano no termine en una pesadilla.