La llegada de bandas de narcotráfico a Montañita golpea los nogocios locales
La llegada de bandas de narcotráfico a Montañita tiene en alerta a sus habitantes y propietarios de locales que advierten una caída en las ventas de los negocios.
En esta segunda entrega especial les mostramos cómo se han agrupado los pobladores de este balneario para no quebrar, mientras que en localidades cercanas ya se preparan para evitar que aumenten los delitos.
En marzo de este año una narcoavioneta fue hallada con media tonelada de cocaína en Manglaralto, una parroquia de Santa Elena, a solo 5 minutos de Montañita, y eso no es un detalle menor para las autoridades que confirman que esta zona costera es un punto clave de las redes del tráfico de drogas.
Y esa es una realidad que enfrentan los habitantes de Montañita, un poblado que en el día luce calmado, acogedor y lleno de amabilidad. Familias paseando, tomando el sol o disfrutando de un descanso, aunque la tranquilidad está en un punto de quiebre.
Hace más de una década, William Limón, se dedica a su restaurante y hostal, pero reconoce que ahora las cosas son distintas y la invasión del microtráfico está poniendo en riesgo sus actividades turísticas.
Algunos habitantes se han agrupado para hacerle frente a la inseguridad y recuperar la calma. Gloria Villao representa a un grupo de propietarios de bares al aire libre. Si aumenta la inseguridad bajan sus ventas y los visitantes cada vez son menos, por eso junto se apoyan.
Montañita es una comuna del cantón Santa Elena y su alcalde, Otto Vera, advierte que enfrentar a las mafias no es un tema sencillo. Pero, el delito migra, ya que según la Policía, cuando las operaciones se centran en un lugar los delincuentes buscan nuevos refugios.
Por ahora dejamos Montañita para irnos un poco más al norte, hacia Olón. Al recorrerlo nos llamó la atención varios letreros de aviso colocados en distintos puntos, como para que todos puedan leerlos y así advertir que el poblado está atento y unido.
Longibo Rivera dijo que no solo es un comerciante ambulante. Él integra un grupo de vigilantes que a diario recorren la playa para evitar que el microtráfico gane terreno. Y así como él hay más, incluso algunos que visten uniformes que los identifica como guardianes voluntarios.
Por ahora, la comunidad trata de juntarse para evitar que los cárteles dominen las actividades diarias, comprando hoteles o lavando dinero en el turismo, una tarea difícil de enfrentar.