En Ecuador no hay un registro oficial de cuántos perros viven en la calle
Pasan solos, con hambre, se enferman y hasta mueren atropellados.
En Quito se registra hasta junio de este año 1,3 millones de animales en condición de calle, según un estudio realizado por la Unidad de Bienestar Animal (UBA) del municipio capitalino.
En Guayaquil se recogió una información similar en 2022. Un censo del cabildo indicó que 190 mil animales deambulan en la calle. Mientras en Cuenca no existe este tipo de registro.
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Ante esta situación, las tres ciudades manejan campañas que buscan disminuir el número de perros sin hogar, una de ellas es la adopción responsable.
Primero, los rescatan, de ahí son llevados a un refugio municipal, donde reciben atención veterinaria. Y finalmente pasan a un programa de adopción.
En Guayaquil, el municipio tiene un espacio para ese fin, en Quito hay dos y en Cuenca tienen cinco. Otro servicio que realizan los centros, son las esterilizaciones gratuitas, para evitar la reproducción sin control.
Aún cuando en Ecuador la fauna urbana es gestionada directamente por los municipios con el apoyo de gobiernos parroquiales. Sus acciones ayudan pero no son suficientes por lo que en cada ciudad hay fundaciones y albergues caninos privados.
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En Guayaquil, por ejemplo, existe la plataforma Libertad Animal, conformada por 15 organizaciones, entre legales y rescatistas independientes, que trabajan con hogares temporales.
Una de ellas es Alma Animal, que actualmente alberga a 34 perros rescatados. Ahí, Pilar Salazar, miembro de la fundación, explica evidentemente hay una sobrepoblación e impulsan a la adopción porque la compra de mascotas no ayuda a mitigar esta situación.
De hecho, un cachorro puede costar desde USD 200 hasta USD 5 mil, dependiendo de la raza. Incluso, para promover la adopción, hoy este proceso se ha simplificado.
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De su parte, Romel González, explica que llenan un formulario y dan seguimiento al perro meses después. Un trámite sin costo, que vale la pena.
Wilson, un perro mestizo de un año que merodeó durante meses por Puerto Santa Ana, fue rescatado y se convirtió en el primer servidor público canino. Llegó a las instalaciones de la Dirección Municipal de Bienestar Animal de Guayaquil y allí decidieron hacerlo parte del equipo. Así hay muchos como él esperando por un hogar responsable.
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