Cangrejeros del Golfo de Guayaquil, una tarea compleja y muchas veces minimizada
Son artesanos que a diario luchan por mantener su hogar y que dependen solo de su sacrificio.
Sus vidas se desarrollan en medio del manglar y el río Guayas. Son parte de una comunidad de artesanos dedicados a la recolección de cangrejos, a estos animales los llaman "frutos del manglar".
Nelson Chalén viene de una familia de cangrejeros, de escasos recursos económicos, pero asegura que nada se compara con la felicidad que siente al realizar lo que le gusta.
Nelson acude al mercado Caraguay, en el sur de Guayaquil, tres veces por semana listo para un día más como un tejedor de cangrejos.
A esta plaza llega la mayor parte de la producción del Golfo de Guayaquil. El movimiento es intenso y sin horarios.
'El Gringo', como también lo conocen, nos dijo que cuando el día está bueno puede llevar a casa hasta 60 dólares al final de su jornada.
En la canoa lo espera su hermano, Rodolfo. Juntos recorren el manglar y llegan a la Caraguay para vender los cangrejos. Todavía no piensa en dejar esta profesión, en la que tiene más de 20 años.
Parecen un ejército, todos están listos para el trabajo. Mientras unos llegan del manglar los demás los esperan aquí en el muelle. Es un trabajo que requiere dedicación y esfuerzo físico.
Luis Quispillo arriba todos los días al muelle, gana entre 3 y 5 dólares por cada canoa que ayuda a descargar. ser cangrejero, un arduo trabajo.
La cadena continúa en la madrugada. Son miles los cangrejos, una marea de trabajadores que no descansa. El reflejo de una sociedad escondida que, con esfuerzo, muestra sus ganas de superarse.