7 millones de niños reciben ayuda del Programa Mundial de Alimentos en la pandemia
La ecuatoriana Carmen Burbano trabaja en el programa, Premio Nobel de la Paz 2020.
Como una “oportunidad para resaltar la importancia que tiene abordar el tema del hambre y la desnutrición en América Latina” describió la ecuatoriana Carmen Burbano de Lara, directora de la División de Alimentación Escolar del Programa Mundial de Alimentos (PMA), el hecho de que este plan haya ganado el Premio Nobel de la Paz 2020.
Se trata de la agencia humanitaria más grande del mundo que apoya por año más o menos a 100 millones de personas en más de 80 países. “En general, las operaciones del Programa Mundial de Alimentos están dedicadas a las poblaciones más pobres y más vulnerables en los países más pobres del mundo; gente que necesita atención de emergencia, por ejemplo, desplazados, refugiados, personas que están viviendo en países con mucho conflicto o que sufren después de una emergencia: un tsunami, un terremoto”, dijo Burbano a ecuavisa.com, vía Zoom, desde Roma, Italia.
Pero el PMA, que es un programa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), también apoya a gobiernos con programas a más largo plazo: “temas de desnutrición crónica, por ejemplo; la nutrición de madres gestantes y lactantes; temas que tienen que ver con el acceso a la educación y a la alimentación escolar; también temas de resiliencia, mitigación a desastres, resiliencia al cambio climático; acceso a mercados de pequeños productores y todo lo que tiene que ver con agricultura local”.
La División de Alimentación Escolar, uno de los programas emblemáticos del PMA y que dirige Burbano, tiene como objetivo “entregar alimentos ya sea en forma de desayunos o en forma de almuerzos o snacks, en algunos casos, refrigerios, para estudiantes más pobres o los que sufren desde ya en sus casas”. El portafolio apoya a 60 países y abarca anualmente a unos 17 millones de niños a nivel mundial.
Además, brinda asistencia técnica a los gobiernos que tienen iniciativas, en muchos casos, bastante ampliados. La compatriota indicó que “en Ecuador, nuestro rol es de prestar asistencia técnica al programa nacional que implementa el Gobierno ecuatoriano y lo mismo en otros de los muchos países latinoamericanos”.
“Más o menos, a mitades de abril, determinamos que unos 370 millones (de estudiantes) estaban perdiendo acceso a esos alimentos a través de las escuelas. Eso nos preocupó mucho porque los niños que reciben alimentación escolar, la mayoría son los niños más vulnerables en los países; entonces, si no tienen acceso a estos programas que son tan importantes en muchos casos, ese niño pierde la única comida que recibe al día”, recalcó Burbano.
Entonces, el PMA alertó a los gobiernos para armar alternativas y que los niños sigan recibiendo sus alimentos, aunque sea en sus hogares, ya que las escuelas estaban cerradas por el virus. El programa movilizó a más de 70 países para reorganizar sus iniciativas y garantizar la llegada de la comida a los niños mientras estudian en casa.
El Programa Mundial de Alimentos, cuenta la ecuatoriana, ha llegado a unos 7 millones de niños durante la pandemia. “Ahora, estamos involucrados en esfuerzos apoyando a los gobiernos a reactivar sus sistemas educativos y mientras eso sucede, restaurar el acceso a los alimentos que los niños recibían en las escuelas”, mencionó.
El Programa de Alimentación Escolar de Ecuador es “un importante ejemplo de un programa universal a nivel latinoamericano”, destaca Burbano. “Es una experiencia muy interesante porque es conectar esa alimentación que reciben los estudiantes en la escuela con la producción de pequeños productores a nivel local”, explica.
“Si pensamos que esos alimentos que los niños requieren todos los días se convierten en una demanda importante, en un mercado importante de productos agrícolas; y si podemos conectarlo con la compra local, a asociaciones de pequeños productores en ciertas provincias, se puede generar un círculo virtuoso donde no solamente los recursos invertidos dan beneficios a los niños, sino también a los pequeños productores que los producen”, señaló la ecuatoriana. Este es el modelo que el PMA ha impulsado junto con el Gobierno de Lenín Moreno en el norte del país.
El programa más grande a nivel mundial es el de la India, que alimenta 100 millones de niños al día y llega por ley a todas las escuelas de la India. “El programa brasileño también es muy importante en términos de envergadura; el programa chino, pero obviamente puedes ver que por los países que te estoy comentando es por el tema de sus poblaciones, del número de niños que hay en las escuelas”, manifestó.
En cuanto a niveles de innovación importantes, el programa brasileño de alimentación escolar fue el primero que introdujo la vinculación con compra a pequeños productores a gran escala. “Desde hace algunos años, la ley manda que un 30 % (de los alimentos) que están destinados al programa de alimentación escolar, sean adquiridos de asociaciones de pequeños productores”.
Otro gran ejemplo es el de Chile. En esta iniciativa, el régimen chileno maneja la información “casi hogar por hogar y niño por niño, sobre las vulnerabilidades específicas de los pequeños”. El programa, dijo Burbano, sabe si es que el niño necesita más o menos alimentos o qué calidad de alimentos y qué carencias tiene en su casa.
En Nigeria el programa funciona a través de alianzas con pequeñas compañías de mujeres, quienes preparan los alimentos y los entregan en las escuelas. A través de esto, el país ha podido dar empleo a unas 95 mil mujeres a nivel nacional.
El programa de alimentación escolar de Perú ha incorporado arroz fortificado a nivel nacional, con lo que alimenta y previene la anemia en los escolares.
Burbano hace hincapié en que “son programas que han logrado de alguna manera conectar la operación, la inversión grande que hace el Gobierno en este tipo de programa, con oportunidades de empleo, con oportunidades en el sector agrícola”.
En los países menos desarrollados, la cobertura de alimentación escolar es de aproximadamente un 30 %, pero incluso “en los países más pobres, entre los cuales no se encuentra Ecuador porque el Ecuador es un país de medianos ingresos, se están haciendo esfuerzos importantes para focalizar en los estudiantes y en las poblaciones más vulnerables. Si es que un país no tiene los recursos para cubrir a todos los alumnos, lo importante es buscar dónde están aquellos que más lo necesitan y enfocarse en esos alumnos y darles una alimentación de calidad”.
Latinoamérica trabaja actualmente en mejorar la calidad de los alimentos que reciben los estudiantes. “En Latinoamérica no solamente tenemos un problema desnutrición, sino también de malnutrición. Los programas de alimentación escolar también son una importante manera de enseñar a los estudiantes a comer mejor, de entregarles alimentos de buena calidad, y de alguna manera complementar con proteínas, con frutas, con vegetales, con alimentos frescos que a veces no reciben en sus hogares”, dijo la funcionaria.
Sin embargo, hay una perspectiva de inquietud: “Nos preocupa que los países no prioricen estos programas al futuro y se vea una deserción escolar importante entre los estudiantes, y una generación entera de niños que han sido afectados por ese tema”.
“Es una de las cosas que estamos alertando a los gobiernos, a nivel global, de mantener sus inversiones en educación y mantener sus inversiones en alimentación escolar”, expresó.
La quiteña comenzó a trabajar en el PMA en 2004. Inició su carrera en temas de género y hambre, y rápidamente fue traslada a Tanzania; “ahí fue mi primera experiencia con el trabajo de país, de apoyo a ciertos países en África”. Pasó a Malawi, después a Etiopía y luego a Kenia, naciones donde trabajó con personas enfocadas en el tema del hambre y la desnutrición en ese continente. “Después de años de experiencia, regresé a la sede en Roma, y empecé a especializarme en temas de alimentación escolar”.
En el 2009 fue a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, para sacar una maestría en administración pública. Cuando terminó, regresó a la organización. En 2010 apoyó en la emergencia por terremoto en Haití, donde se quedó un año. “Después de eso estuve en Colombia, trabajando en nuestra oficina. Más recientemente fui la representante del Programa Mundial de Alimentos en Perú”, cuenta.
Posteriormente, le pidieron volver a la sede del PMA en Roma para liderar un nuevo equipo que amplíe los esfuerzos en alimentación escolar. “Me pidieron venir a armar un equipo, liderarlo y liderar la estrategia global del PMA en este tema. En esas estoy desde el 2018”, precisa la ecuatoriana de 42 años de edad desde Roma.
Este miércoles 11 de noviembre de 2020, dentro de su gira por algunos países de Europa, la vicepresidenta María Alejandra Muñoz firmó una carta de compromiso de cooperación interinstitucional con el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas.
Uno de los objetivos es establecer planes específicos para desacelerar los daños del COVID-19 con enfoque en los 6 cantones priorizados por altos índices de desnutrición crónica infantil. Además, implementar la iniciativa comida con causa, que implica una concientización y educación sobre hábitos alimenticios en el país.
También persigue lograr apoyo directo a la iniciativa de la Vicepresidencia para implementar comedores populares en zonas específicas de inseguridad alimentaria.
La Vicepresidencia, con el apoyo Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), midió los impactos del COVID-19, después de detectar que los índices de desnutrición crónica infantil condenan a la pobreza al 23 % de los niños menores de 5 años en el Ecuador.