La inseguridad y los apagones exacerbaron la crisis en 2024
El 2024 fue un año complicado para la economía ecuatoriana, marcado por apagones que afectaron todas las actividades económicas y una creciente informalidad laboral que evidenció el deterioro del empleo formal.
Además, factores como la inseguridad, la recesión y la limitada inversión local y extranjera profundizaron los problemas estructurales del país, que enfrenta una débil institucionalidad, un sistema judicial cuestionado y constantes cambios tributarios.
La contracción económica quedó reflejada en la disminución del Producto Interno Bruto (PIB), que perdió alrededor de USD 600 millones debido a la caída del consumo en los hogares y la inversión privada.
Este retroceso económico también impactó el mercado laboral: solo tres de cada diez personas mantienen empleos con beneficios, mientras que siete de cada diez trabajan en la informalidad, con ingresos por debajo del salario básico o sin remuneración.
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El sistema financiero también sintió los efectos de la crisis. La morosidad promedio aumentó a casi 9 % en cooperativas y 4 % en bancos, reflejando la incapacidad de muchos ecuatorianos para cumplir con sus obligaciones financieras.
Sin embargo, las remesas de ecuatorianos en el exterior aportaron un alivio, alcanzando USD 6 000 millones en 2024, USD 553 millones más que el año anterior.
En el ámbito fiscal, el déficit se redujo a USD 2 261 millones gracias a medidas como el incremento del IVA al 15 %, contribuciones extraordinarias de bancos y empresas, la focalización de subsidios a combustibles y préstamos de organismos multilaterales.
El panorama para 2025 genera incertidumbre, especialmente por el impacto de las elecciones en las decisiones de inversión y consumo.
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La disminución en los préstamos multilaterales, que en 2024 superaron los USD 1 500 millones, y la falta de medidas estructurales a largo plazo comprometen la recuperación del empleo y el crecimiento económico del país en el corto plazo.