A pesar de la mejoría en el río Paute, la hidroeléctrica Mazar permanece apagada
Las lluvias de los últimos días han traído un leve respiro al sector hidroeléctrico en Ecuador, especialmente en las regiones centro y sur del país.
Los caudales de los ríos han aumentado, mejorando la operatividad de varias centrales hidroeléctricas que venían afectadas por la sequía. Sin embargo, la generación aún no alcanza sus niveles normales, dejando en evidencia la fragilidad de las fuentes hídricas y su impacto en la producción de luz.
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Las precipitaciones recientes, concentradas principalmente en la Sierra, han estabilizado el caudal de los ríos de la cuenca oriental. Esta mejora ha beneficiado a las principales centrales hidroeléctricas de la región, aunque el déficit acumulado de agua sigue siendo significativo. La producción hidroeléctrica sigue operando por debajo de lo habitual, lo que mantiene al país en una situación energética compleja, con necesidad de medidas adicionales para garantizar el suministro.
El Gobierno Nacional ha priorizado la recuperación del embalse de Mazar, clave para la generación eléctrica en las centrales de Paute-Molino y Sopladora. Este embalse es esencial para garantizar la producción de energía en el sistema hidroeléctrico del país. A pesar de la mejoría en el caudal del río Paute, la hidroeléctrica Mazar permanece apagada con el objetivo de incrementar el nivel del embalse y asegurar su operatividad a largo plazo.
Desde el 27 de septiembre, el embalse de Mazar ha registrado un aumento progresivo en su nivel, que pasó de 2 116 metros sobre el nivel del mar a 2 119 metros este jueves 3 de octubre.
Aunque la tendencia es positiva, aún se encuentra 34 metros por debajo de su capacidad máxima. Este lento avance refleja la gravedad de la crisis hídrica, que necesita más lluvias sostenidas para recuperarse por completo.
El embalse de Amaluza, que alimenta la hidroeléctrica Paute Molino, con una capacidad de 1 100 megavatios, también ha visto mejoras. Su nivel actual es de 1 985 metros sobre el nivel del mar, a solo seis metros de su capacidad máxima. Sin embargo, esta central ha operado solo cinco horas diarias en los últimos días, lo que subraya la cautela con la que se está gestionando el agua disponible para evitar un agotamiento crítico del recurso.
En la provincia de Tungurahua, la situación es más alentadora. El caudal del río Pastaza ha permanecido relativamente estable, con un flujo de 60 metros cúbicos por segundo, aunque sigue siendo la mitad de lo que se considera óptimo. A pesar de esta limitación, el embalse de Agoyán está cerca de su capacidad máxima de 1 651 metros sobre el nivel del mar, lo que ha permitido que, junto con la central San Francisco, generen el 12 % de la energía hidroeléctrica del país.
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Coca Codo Sinclair, la mayor hidroeléctrica del país, sigue enfrentando dificultades. Aunque el caudal del río Coca aumentó temporalmente tras las lluvias, este jueves volvió a disminuir, quedando 39 metros cúbicos por segundo por debajo del nivel necesario para operar a plena capacidad.
Actualmente, la central solo produce 890 de los 1 500 megavatios que es capaz de generar, lo que agrava la dependencia del país en fuentes de energía térmica y la importación de electricidad.