Aokigahara, el bosque del suicidio de Japón que inspiró una película
En Aokigahara no hay animales ni ventea, lo que lo hace un lugar silencioso y tranquilo.
Decenas de ellas se quitaron la vida en el bosque Aokigahara, en la base noroccidental del emblemático Monte Fuji.
Situado en la provincia de Yamanashi, 100 kilómetros al oeste de Tokio, está repleto de cavernas rocosas y heladas.
El viento queda bloqueado por los espesos árboles y la vida silvestre es casi inexistente, lo que lo hace excepcionalmente silencioso.
En Aokigahara se suicidan cada año entre 50 y 100 personas.
"Pensemos una vez más en la vida que te fue dada, tus padres, tus hermanos y hermanas, y los niños. No sufras solo, antes, contacta a alguien", dice un aviso en una de las entradas del bosque, que incluye un número telefónico para pedir ayuda.
Es uno de los múltiples esfuerzos de las autoridades para revertir la situación.
También han distribuido materiales en taxis, hoteles y otros lugares turísticos, y han creado una red de comunicación con los habitantes locales para que observen de manera voluntaria a los visitantes y den aviso sobre cualquier comportamiento extraño.
Las historias de muerte en el bosque son tan legendarias que inspiraron la película The Forest ("El Bosque", en español), estrenada el pasado fin de semana en EE.UU.
La versión de Hollywood cuenta la historia de una mujer que viaja en búsqueda de su hermana desaparecida mientras exploraba el bosque y que en compañía de dos hombres, termina inmersa en una historia sobrenatural.
En la versión de la vida real, lo que sucede en Aokigahara es un testimonio de las altas cifras de suicidios en Japón.
Según se dice, personas de todo Japón seleccionan Aokigahara para morir en parte inspirados en el cuento Kuroi Jukai ("El negro mar de árboles") de Seicho Matsumoto, publicado en 1960, que finaliza con una pareja de enamorados quitándose la vida allí.
Otros creen que la tradición de usar el bosque viene de la práctica Ubasute del siglo XIX, en la que gente de edad avanzada era abandonada en los bosques para que murieran allí, como una forma de eutanasia, frecuente en épocas de sequía y hambruna.
Incluso el libro de Tsurumi Wataru "El manual completo del suicidio", publicado en 1993, se refiere a Aokigahara como un lugar "perfecto para morir" y destaca el ahorcamiento como una "obra de arte".
La publicación vendió millones de copias pero fue vetado recientemente en el país.
Se trata de una tasa muy alta comparada a la de otros países ricos.
"El aislamiento es la principal causa para la depresión y el suicidio", le dijo recientemente a la BBC Wataru Nishida, psicólogo de la Universidad Temple de Tokio.
"Es cada vez más común leer historias sobre personas mayores que mueren solas en sus apartamentos", afirmó. "Están descuidadas. Los hijos cuidaban a sus padres en otra época pero ya no lo hacen más".
Muchas veces se habla también de la tradición japonesa del "suicidio honorable" como una razón para la alta tasa de suicidios.
La práctica samurai de cometer "seppuku" o "harakiri" o los jóvenes pilotos "kamikazes" de la Segunda Guerra Mundial, son señalados como razones culturales distintas por las que los japoneses son más propensos a quitarse la vida que en otros países.
Al respecto, Nishida cree que puede ser un factor y explica que "Japón no tiene ninguna historia de cristianismo", así que el suicidio en el país nunca ha sido un pecado. De hecho, según le dijo a la BBC, algunos lo ven como una manera de asumir responsabilidades.
Pero la soledad y el aislamiento no están reservados exclusivamente a las personas de mayor edad.
El suicidio demográfico de más rápido crecimiento se da entre hombres jóvenes.
La evidencia sugiere que los jóvenes se suicidan porque tienen sus esperanzas perdidas y no son capaces de buscar ayuda.
Las cifras aumentaron después de la crisis financiera asiática de 1998 y volvieron a aumentar después de la crisis global de 2008.
Y aunque Japón fue una vez conocida como la tierra del empleo de por vida, en el país ha aumentado la práctica de emplear jóvenes con contratos de corto plazo y algunas veces bajo condiciones de precariedad laboral.
Mientras muchas personas mayores disfrutan de seguridad laboral y generosos beneficios, cerca del 40% de los jóvenes en Japón no son capaces de encontrar puestos de trabajo estables.
Cultura de no quejarse
La ansiedad financiera y la inseguridad se ven agravados por una "cultura de no quejarse" de Japón, según le dijo Nishida a la BBC.
"No hay muchas maneras de expresar la ira o la frustración en Japón. Si los jóvenes sienten presión de su jefe y se deprimen, hay quienes consideran que la única salida es morir", aseguró el experto.
La condición llamada "Hikikomori", un tipo de aislamiento social agudo, en la que los jóvenes no quieren salir de sus casas, ha aumentado más con las nuevas tecnologías.
Una encuesta de 2010 de la Oficina del Gabinete de Japón indicaba que más de 700.000 jóvenes sufrían de Hikikomori. Y que la edad media de quienes la padecían había aumentado de 21 años a 32 en dos décadas.
Al contrario que en Estados Unidos o Europa, no existe un sistema de formación de psicólogos clínicos desde el gobierno.
Y aunque la tasa de suicidios comenzó a disminuir en los últimos tres años, sigue siendo muy alta.
En el bosque Aokigahara la cifra de cuerpos encontrados cada año se mantiene estable.