Vivir con VIH, desafío de la migración en Latinoamérica
Hay una afluencia continua de centroamericanos con VIH/sida en México.
Venezolanos que padecen sida obligados a emigrar en busca de antirretrovirales o centroamericanos que huyen de sus países sin saber que son portadores, y uno de los temas abordados en una conferencia mundial en México.
Este domingo comienza en la capital mexicana la X Conferencia Internacional Científica de la Sociedad Internacional de sida (IAS) en la que unos 6.000 participantes, entre científicos, médicos, activistas y autoridades discutirán los tratamientos más recientes y la problemática social y de derechos humanos que conlleva este padecimiento.
"Esta conferencia va a aprovechar para dar visibilidad al problema de la migración (de pacientes con VIH/sida). En la región latinoamericana no se han dado soluciones o perspectivas de programas enfocados para atenderlo", dice Brenda Crabtree, médica mexicana especialista en sida y que copreside la conferencia.
Crabtree y Anton Pozniak, presidente de la conferencia y de la Sociedad Internacional VIH/sida (IAS), encabezaron un recorrido para medios en la Clínica Condesa, especializada en el tratamiento contra sida.
La moderna clínica, inaugurada en 2015, destaca en Iztapalapa, uno de los sectores más pobres y peligrosos de la capital mexicana. Los pacientes llegan y rápidamente son atendidos en las relucientes instalaciones, mientras otros se reúnen en la bibilioteca para una terapia de apoyo grupal.
Junto con otra sucursal localizada en un céntrico sector, estas clínicas de la alcaldía capitalina son las más avanzadas y las únicas en todo México que atienden a migrantes con VIH/sida sin importar su situación legal.
El sistema público de salud mexicano ofrece acceso universal a antirretrovirales.
"Esta Clínica Condesa se ha preocupado por ser clínica santuario" para los migrantes, añade Crabtree al subrayar que Venezuela, sumida en una crisis política y humanitaria, representa una situación crítica en América Latina.
"En Venezuela cerca de 120.000 personas viven con VIH/sida, que usaban antirretrovirales. y esto se ha visto reflejado en que muchas personas mueren y otros emigran para buscar tratamiento", explica.
Aunque México alberga a una reducida proporción de los más de cuatro millones de venezolanos que según la ONU han emigrado desde 2015, el grueso de los pacientes extranjeros son venezolanos.
Según estadísticas a junio de 2018, se han atendido a "941 pacientes reportados como extranjeros. Principalmente son ciudadanos de Venezuela (26,3%), de Colombia (16,4%) y de Centroamérica (13,65%)" explica Florentino Badial, director de las Condesa.
Luis Manuel Arellano, coordinador comunitario de las clínicas, explica a la AFP que existen diferencias entre los migrantes: los venezolanos dejan su país por la falta de medicamentos, muchos colombianos simplemente desean vivir en México.
La coincidencia entre venezolanos y colombianos, añade, es que "en su mayoría son de clase media y llegaron con pasaporte", muchos ya fueron diagnosticados y acuden para continuar su tratamiento.
En contraste, la regla entre los centroamericanos es que ingresaron a México de manera irregular, sin pasaporte, algunos incluso sin documento de identidad, y se mueven clandestinamente.
"Están más desprotegidos. Varios factores se suman: pérdida de documentos, menor educación, menor preparación para trabajar y miedo. Llegan con temor, de alguna manera pelean menos por su integridad", explica.
Las clínicas Condesa crearon en 2017 el programa Santuario para migrantes. "Los atendemos como a cualquier mexicana o mexicano", asegura Badial.
Desde octubre, México ha sido paso de una oleada de centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos escapando de la violencia y la pobreza en sus países.
Una caravana de miles de migrantes estuvo en Ciudad de México en noviembre y personal de Condesa identificó, en pruebas gratuitas y voluntarias,, asegura Arellano.
a las Condesa, canalizados por ONG's autoridades migratorias e incluso quienes están en el centro de detención migratoria de la capital pueden recibir tratamiento.
"El programa Santuario sigue los principios de la constitución mexicana: a los migrantes no se les desampara, se les atiende en su salud", resume Arellano.
Carlos Gámez, cubano de 32 años que estudia una maestría en arte en Ciudad de México, fue diagnosticado con VIH/sida hace dos años, justo antes de dejar su país, por lo que estuvo a punto de renunciar al viaje.
"No sabía que había en México, si tenía que pagar (por el tratamiento) no era opción. Por un amigo supe de estas clínicas y eso me decidió a venir. Justamente como soy migrante, cuando llegué no tenía documentos de residencia y entré al programa Santuario", explica.