Venezolanos afectados por crisis validan firmas para revocatorio contra Maduro
1,3 millones de personas están convocadas para validar su firma hasta este viernes.
Hartos de la crisis económica, este 20 de julio de 2016, esta vez para validar sus firmas y sacar adelante un .
Después de rubricar su apoyo a una consulta, , dentro del proceso que, confían, deberá desembocar en un referendo este año.
Apoyada en un bastón, Armanda Zerpa, de 59 años, llegó a un centro electoral de Caracas para poner su huella en una máquina electrónica.
Hace siete meses que esta comerciante de ropa sufrió un accidente cardiovascular y ha vivido en carne propia la dificultad de encontrar medicinas.
"Queremos otro país, uno bonito", dijo Zerpa a la AFP tras validar su firma.
Además de su salud, Zerpa enfrenta una precaria situación económica porque ya no puede viajar a abastecerse de ropa en el exterior por la falta de dólares -que el Estado controla con rigor- y los altos precios de los pasajes aéreos.
"No nos están gobernando bien, no están manejando bien el país", afirma.
El descontento de muchos de los 30 millones de venezolanos con el desabastecimiento, la inflación descontrolada y la inseguridad se convirtió en el motor del referendo en ciernes contra Maduro.
Enfrascado en una lucha de poderes con la mayoría parlamentaria opositora, Maduro atribuye a una "guerra económica" los males que se acumulan en este país con las mayores reservas de petróleo del mundo.
Sus adversarios políticos impulsan el referendo para sacarlo del poder y que se llame a nuevas elecciones.
El proceso, que se inició con la recolección de firmas, deberá pasar antes por la validación de al menos 200.00 rúbricas y esperar la autorización del Poder Electoral para la recolección de cuatro millones de firmas.
La oposición, que en la primera etapa logró reunir 1,8 millones de esos apoyos -600.000 de los cuales fueron invalidados por la autoridad electoral-, está empeñada en que el referendo se realice antes del 10 de enero de 2017.
Si no se efectúa dentro de ese plazo, Maduro podrá elegir a su sucesor en caso de que pierda el referendo para completar el mandato de seis años que concluye en 2019.
El oficialismo cree imposible que este año los venezolanos vuelvan a las urnas y presentó una demanda por fraude de firmas, que podría aguar los planes de los opositores aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
Mientras gobierno y oposición intercambian señalamientos, los venezolanos golpeados en sus bolsillos dejaron de lado sus actividades para acercarse a los 300 puestos de validación de firmas dispuestos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en todo el país.
Una vez más, debieron encontrarse con las odiosas filas que se han convertido en símbolo de los malos tiempos.
Hoy en Venezuela muchas personas deben someterse a largas horas de espera en una cola para comprar productos con precios regulados, los pocos a los cuales tienen acceso ante el deterioro de su poder de compra.
Astrid Villegas, una estudiante de derecho de 21 años, espero dos horas para que su firma fuera validada.
A la salida de la oficina electoral, activistas de oposición la recibieron con aplausos y le tomaron de nuevo sus datos, como parte del proceso de control que diseñó la MUD.
"Vemos en este momento perdido nuestro futuro, la única salida que tienen los jóvenes es irse. Esto es una forma de mantener la lucha para tener una vida acá", comentó Villegas a la AFP.
Como muchos de los firmantes, esta estudiante sospecha que el oficialismo busca atajar o sabotear un eventual referendo, apoyándose en el poder judicial.
Este lunes, el dirigente opositor Henrique Capriles volvió a insistir en que el revocatorio evitaría que en Venezuela haya un estallido social.
"Venezuela es como una bomba que en cualquier momento puede explotar. Si la tensión social sigue creciendo, se desborda, como está ocurriendo, un estallido va a ser mucho peor", dijo a la prensa en las afueras de la sede del poder electoral.
Simultáneamente con el enfrentamiento político, gobierno y oposición parecen estar cada vez más lejos del diálogo que propicia un grupo de expresidentes, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero y a instancias de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Maduro acusa a sus enemigos políticos de intentar sabotear el acercamiento, y estos a su vez lo señalan de pretender ganar tiempo para dilatar el referendo.
Una pugna que se tornó tan habitual como las filas en Venezuela.