¿Quiénes conforman la oposición en El Salvador?
El presidente más popular de América Latina como contendiente, unas reglas electorales nuevas que les juegan en contra, pocos recursos para hacer campaña y sin intención de unir fuerzas.
Los candidatos de oposición que concurren a las elecciones presidenciales y legislativas de este domingo 4 de febrero en El Salvador saben que la carrera contra Nayib Bukele y su partido Nuevas Ideas es cuesta arriba y con obstáculos; se parece quizá más a intentar trepar un muro.
En la más favorable de las encuestas, los aspirantes a la presidencia Manuel Flores (FMLN), Joel Sánchez (Arena), Luis Parada (Nuestro Tiempo), José Renderos (Fuerza Solidaria) y Mariana Murillo (Fraternidad Patriota Salvadoreña) suman apenas entre todos un 12,2% de intención de voto, frente al 81,7% atribuido a Bukele, que busca la reelección tras una discutida y polémica interpretación de la Constitución.
Realizada por el Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y publicada el 18 de enero, las proyecciones de la encuesta para la contienda por la Asamblea Legislativa, para la que hay 11 formaciones inscritas y que también se define este domingo, van en sintonía: Nuevas Ideas acapararía 57 de los 60 escaños.
A pesar de la abismal brecha, Bukele, quien en diciembre se tomó una licencia de seis meses para aspirar a un segundo mandato basándose en una controvertida interpretación de la Constitución, que prohíbe hacerlo, ha llamado a los ciudadanos a cerrarles completamente la puerta a los otros partidos.
Y para ello ha echado mano del miedo a volver al pasado, a cuando El Salvador era uno de los países más violentos de América Latina.
“Nuevas Ideas tiene la mayoría calificada, pero con tan solo un diputado menos, perderíamos esa mayoría y pondríamos en riesgo la guerra contra las pandillas. (...) La oposición podrá lograr su verdadero y único plan: liberar a los pandilleros y ocuparlos para regresar al poder”, declaró en un discurso publicado en la red social X, antes Twitter.
Bukele presume de haber pacificado el país con su polémica "guerra contra las pandillas", en la que ha encarcelado a unas 75.000 personas y que le ha valido críticas internacionales por abusos y supresión de derechos.
Más radical fue Xavi Zahblá Bukele, su primo y presidente de Nuevas Ideas, en el lanzamiento de la campaña electoral el 3 de diciembre: “Matemos hasta la última célula, quitemos ese cáncer que le hizo tanto daño a nuestro país (...). Necesitamos que salgan a votar masivamente para desaparecerlos de una vez por todas".
Pero tales afirmaciones no amilanan a sus rivales, quienes se muestran listos para dar la batalla.
Todos lo hacen con propuestas ancladas en lo económico, algunos convencidos de que las encuestas están equivocadas y asegurando incluso que podría haber segunda vuelta, y otros agarrándose a su “responsabilidad histórica” de representar y ofrecer opciones, centrados en la contienda legislativa.
Es el caso de Claudia Ortiz (Vamos), que quiere evitar que El Salvador caiga en un sistema de partido único.
“¿Cuál popularidad, si el país está en crisis?”
Manuel “El Chino” Flores, quien se postula a la presidencia por el izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), cree que está mejor posicionado de lo que anticipan los sondeos.
De los candidatos de oposición es el que más de cerca sigue a Bukele, aunque con apenas un 4,5% del apoyo según la medición de la UCA, y con el 2,9% de acuerdo a la de la Universidad Francisco Gavidia.
“Pero nuestro voto mayoritariamente está en el campo, la gente pobre, abandonada, la gente humilde y ahí no llegan las encuestas”, le dice a BBC Mundo.
Con la aspiración de ganar en unas presidenciales que tilda de “fraudulentas” y de mantener la representación en la Asamblea —la encuesta de la UCA no le proyecta al FMLN ningún escaño— y en las alcaldías, este político de 58 años que ya fue concejal, alcalde y diputado ha recorrido el país durante semanas.
Aunque la bandera que representa, la de uno de los partidos históricos, en el que ha militado durante 43 años, está en sus horas más bajas.
Los dos presidentes que tuvo el FMLN, Mauricio Funes (2009-2014) y Salvador Sánchez Cerén (2014-2019), están asilados en Nicaragua y acusados de corrupción en El Salvador. La formación ha perdido desde 2015 miles de votos y afiliados.
“Si cometieron actos de corrupción, que paguen ante la Justicia. El partido no tiene la culpa de eso y ahora el candidato soy yo, el Chino Flores, honrado, honesto”, subraya.
Antes de contestar cuál es su estrategia para batir a alguien como Bukele, con un índice de aprobación como mandatario del 88%, exclama: “Pero, dígame, ¿por qué es popular?”.
“La realidad del país es que ha crecido la miseria, la pobreza, el desempleo, el hambre, la marginación. Los precios de la canasta básica son los más caros de la región, la inversión la más baja y el crecimiento de la deuda la más alta”.
Los sondeos preelectorales también dejan claro que la principal preocupación de los salvadoreños es la economía, ahora que las políticas de seguridad del actual gobierno hicieron que el índice de homicidios se desplomara, y, por ello, las propuestas insignia del FMLN se concentran en ese ramo.
Construir centros de abastecimientos de granos básicos, subir la pensión mínima de US$50 a US$70 y aumentar los beneficiarios, reducir a la mitad el costo del pasaje del transporte público para los estudiantes, políticas para revitalizar el sector agropecuario y el canje de deuda por compromisos para luchar contra el cambio climático son algunas de ellas.
¿Y si promoviéndolas no consiguen el apoyo que los lleve a la victoria o, al menos, a no perder la representación en la Asamblea?
“Ya hemos perdido elecciones antes, no son el fin último. Seguiremos trabajando con las bases, en organización territorial, y nos prepararemos para las del 2027”, contesta.
“Ojalá este gobierno no se consolide como una dictadura que elimine todos los partidos políticos y se consolide como partido único”.
Y rechaza que, para evitarlo, fuera más estratégico ir de la mano con otras formaciones en las elecciones presidenciales.
“Querían que se estableciera un candidato único para toda la oposición, pero en El Salvador no funciona. Yo fui el primero en decir no, y lo sigo diciendo, porque nuestra base no va a apoyar un candidato de derecha”, zanja.
Intento fallido de candidato único
Flores se refiere al proceso impulsado por varias plataformas de la sociedad civil, en el que el FMLN y el otro partido histórico, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena), contemplaron aliarse con las nuevas formaciones de centro derecha, Vamos y Nuestro Tiempo, para formar un frente amplio para tratar de restar poder a Bukele y su partido Nuevas Ideas.
Joel Sánchez, un salvadoreño que emigró en 1988 e hizo vida y negocios en Estados Unidos, fue la apuesta de una de esos movimientos sociales, Resistencia Ciudadana.
Naufragada la iniciativa de la candidatura única, hoy está en la contienda por Arena, que, aunque gobernó el país durante 20 años, está venida a menos entre otras cuestiones por señalamientos de corrupción.
Precisamente por eso está preso el último presidente de ese partido que tuvo El Salvador, Antonio Saca (2004-2009).
Al igual que Flores con el FMLN, Sánchez insiste en que Arena se vio manchado por “individuos” corruptos y defiende que la institución no debe considerarse responsable de esas prácticas.
Y se agarra del hecho de no haber militado antes en un partido para distanciarse de ese pasado: “La garantía más grande que tenemos es el hecho de que venimos de la sociedad civil. No soy político, son los políticos los culpables de tanta corrupción, de tanto robo”.
Ideológicamente se define como “progresista y humanista”.
“Me gusta el desarrollo, el progreso, el bienestar… Pero también el respeto a los derechos humanos”, aclara, tratando de desmarcarse de Bukele, a quien tilda de “candidato de humo”.
Y aunque los planteamientos que hace como representante de Arena en materia económica no distan tanto de las políticas implementadas hoy por el gobierno de Nuevas Ideas, son precisamente las que enarbola para tratar de batir a su candidato en las urnas.
“No hay inversión, no hay crecimiento, no hay seguridad jurídica. Es por eso que las grandes empresas no llegan, pero tampoco las Pymes ni la mediana empresa son apoyadas con incentivos fiscales. Y es algo que nosotros proponemos: inversión, crecimiento, incentivos fiscales para hacer una generación de empleo y de esa manera ir reduciendo la pobreza”, explica Sánchez.
Para ello pone sobre la mesa su experiencia en los negocios —la compañía que fundó en EE.UU., Premier Cleaning Services, también se encuentra instalada en México y El Salvador, donde asegura ha creado 1.800 empleos— y su cartera de contactos.
Según la encuesta de la Iudop-UCA, Arena logra un 3,4% de intención de voto para las elecciones presidenciales y 4,7% en las legislativas.
En la contienda también participa Luis Parada (Nuestro Tiempo), un abogado y especialista en litigios y arbitrajes internacionales al que los sondeos le atribuyen un apoyo en torno al 2,5%, pero que en una entrevista con el medio local El Faro aseguró que si todos los partidos van al encuentro de sus votantes tradicionales y de los indecisos, a Bukele no le alcanzaría para ganar en primera vuelta.
Completan la papeleta José Renderos, un médico obstetra que en 2018 aspiró a alcalde de San Miguel por Arena y hoy compite por la presidencia con Fuerza Solidaria, y Marina Murillo, arquitecta que lo hace bajo la bandera de Fraternidad Patriótica Salvadoreña (FPS).
Cuentan, según el ya mencionado sondeo, con una intención del voto 1,1 y 1% respectivamente.
La pelea en la Asamblea
Otros partidos, como Vamos, prefirieron no presentar fórmula presidencial al considerar que esa carrera está “blindada” y centrar sus esfuerzos en las elecciones legislativas y en las municipales.
“En este momento es la Asamblea la clave desde donde se puede empezar a construir una alternativa, instaurar un equilibrio de poder político y representar las necesidades urgentes de la población que el partido del gobierno actualmente ha decidido ignorar”, le dice a BBC Mundo Claudia Ortiz.
Esta abogada de 36 años procedente de la sociedad civil —trabajó durante más de una década en la Fundación Nacional para el Desarrollo, un centro de pensamiento salvadoreño—, obtuvo en 2021 un escaño en el parlamento unicameral de la mano de Vamos, el único de un partido joven que se autodenomina centrista.
Y desde esa plataforma, ante el silencio y la pérdida de influencia de los partidos tradicionales que durante años se alternaron en el poder, se ha alzado como una voz que hace frente con vehemencia al partido en el poder y le exige que rinda cuentas.
“No hemos sido nada irrelevantes”, dice satisfecha del trabajo realizado.
“Hemos hecho un rol de representación aunque haya propuestas que no pasen, simplemente visibilizando los temas; y también de control del poder, de la ejecución del presupuesto y el endeudamiento”, explica.
Y aspira a seguir haciéndolo, con propuestas organizadas en torno a tres ejes: la economía familiar, “justicia para las víctimas” y “la lucha contra la corrupción, pero de verdad”.
Así, plantean por ejemplo un subsidio a los precios de los productos de la canasta básica y otros de primera necesidad, crear una reserva estratégica de granos básico y poner en marcha políticas que dinamicen el sector agropecuario.
“Desde 2019 hasta finales de 2023, según datos de Cepal, 200.000 personas en El Salvador habían caído en la extrema pobreza, lo cual nos habla de que no se están abordando los temas fundamentales, porque el país tiene más pobreza que antes”, subraya.
También dice que quieren impulsar que el Fondo Social para la Vivienda y una reforma para que el derecho al agua tenga un rango constitucional, así como blindar los fondos destinados a la inversión pública en Educación y Salud para que no puedan ser trasladados a otras partidas del presupuesto general del Estado.
Habla también de una ley integral para la atención de víctimas de desaparición forzada que incluya un banco de ADN, y de impulsar el nombramiento de un nuevo fiscal general y de cambiar la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia.
En ese sentido, asegura que Vamos es el partido de oposición que tiene más claridad del proyecto político que quiere llevar a cabo y que ahora, en el marco de una lucha que se plantea a medio plazo, "es momento de dar pequeños pasos pero firmes".
Aunque es consciente de que, tal como están las cosas, incluso eso implica un enorme desafío.
“Conseguir un diputado hoy es como llegar a tener tres antes”, reconoce Ortiz.
"No lo conozco"
Lo dice en parte porque en estas elecciones legislativas todos los votos desde el exterior de votantes que en el documento de identidad se indique que residen en el extranjero se sumarán a la circunscripción por la que ella compite, San Salvador.
Esto es el 96% de los 900.000 registrados en el padrón electoral desde el exterior, un voto que los analistas prevén será mayoritariamente favorable a Bukele.
Pero también lo afirma porque en junio de 2023 la Asamblea Legislativa aprobó la nueva fórmula D'Hondt que favorece a los partidos mayoritarios, y redujo el número de diputados de 84 a 60.
También disminuyó la cantidad de municipios de 262 a 44, cuyos representantes se elegirán el 3 de marzo.
Mientras sus defensores alegaron que con las medidas se ahorra en burocracia, se mejora la atención a los ciudadanos y se fomenta la transparencia y la rendición de cuentas, los críticos las tacharon de maniobras electoralistas.
“El gobierno ha tratado de debilitar la oposición de todas las maneras posibles”, le apunta a BBC Mundo José Miguel Cruz, director de investigación del Centro Kimberly Green para América Latina y el Caribe de la Florida International University y quien en su día estuvo al frente del instituto Iudop.
En eso se enmarca, dice, el hecho de que las formaciones no hayan recibido del Ministerio de Hacienda la deuda política, un mecanismo de financiamiento público para la contienda que se calcula en base a los votos recibidos en la elección anterior.
“Así que no creo que ningún partido tenga ninguna posibilidad, en términos de hacer frente a esa maquinaria”, apunta.
Óscar Picardo, académico y director del Instituto de Ciencias, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia, se muestra de acuerdo.
La encuesta realizada por el centro de estudios para el que trabaja y publicada este mes sitúa a los rivales de Bukele con una intención de voto conjunta del 7,9% por el 70,9% del favorito.
Y el porcentaje de los que responden “no lo conozco” cuando se les pregunta por los candidatos que no son Bukele es abrumador.
“La oposición está prácticamente en la irrelevancia”, subraya Picardo.
“Primero, porque los partidos tradicionales no hicieron una revisión del equipaje de sus problemas políticos y creyeron que nada iba a pasar; y segundo, no caracterizaron bien a su oponente y propusieron candidatos muy asimétricos”, explica el analista.
Pero advierte que no son los únicos responsables de la desventaja en la contienda.
“También hay que tener en cuenta el aparato de propaganda de Bukele, que es magnífico”, subraya.
“¿Cuánto cuesta eso? No lo sabemos. ¿De dónde salen esos fondos? Tampoco se sabe, pero lo que está claro es que es una industria muy potente”.