¿Por qué se celebra el 28 de junio el Día Internacional del Orgullo Gay?
Fueron seis noches de disturbios que hace 50 años desencadenaron la revolución gay.
"Fue la primera vez que nuestra comunidad aprisionó a la policía, que hasta entonces siempre nos había aprisionado a nosotros": así describe Mark Segal, veterano de las protestas del Stonewall Inn, .
En la calurosa madrugada del sábado 28 de junio de 1969, un grupo de jóvenes homosexuales como Segal, lesbianas, "drag queens" y transexuales y acorraló a un grupo de agentes que llevaban a cabo una redada en el Stonewall Inn, un bar gay de mala muerte del Greenwich Village en Nueva York, por segunda vez en la semana.
Segal, que entonces tenía 18 años y había llegado a Nueva York desde Filadelfia hacía poco más de un mes, cuenta que esa noche sintió "una pasión abrumadora", "una alegría pura", aunque no tenía aún conciencia de la dimensión histórica de lo sucedido, que
salvo en Illinois, los gays vivían en secreto y podían perder su empleo o sus casas si eran descubiertos y no tenían ninguna ley que los protegiera. Muchas veces eran atacados en la calle, o detenidos por la policía por conducta indecente.
El , en Christopher Street, regentado por la mafia, vendía alcohol sin permiso, aunque aguaba los tragos. Famoso por su gran "jukebox" y por ser el único bar gay donde se podía bailar -incluso lentas-, era un refugio en medio de la opresión.
"Era un lugar increíble. Aunque era un tugurio, aunque lo manejaba la mafia, estábamos felices de tener un lugar para nosotros", relató a la AFP Martin Boyce, de 71 años, frente al Stonewall Inn, declarado monumento histórico nacional por el expresidente Barack Obama en 2016.
Pero el historiador David Carter, autor del libro "Stonewall: las protestas que desencadenaron la revolución gay", destaca sobre todo que la Sociedad Mattachine -una de las primeras organizaciones gays, fundada en 1950- había logrado ya varios avances, por ejemplo en la legalización de bares gays, encendiendo la esperanza.
Cuando Boyce, hijo de un taxista neoyorquino, llegó al Stonewall Inn en la noche del viernes con un amigo, Entre los echados del bar por la policía y la gente fuera, había unas 200 personas.
Vio una camioneta policial "y un policía brutal empujando dentro a una 'queen'. Ella lo pateó en el hombro con sus tacos y él se metió en la camioneta y sentimos golpes, gemidos, el palo dándole contra los huesos", contó.
El policía "nos gritó '¡Maricones, se acabó el show, váyanse!' (...) Pero en vez de obedecerle como siempre, empezamos a caminar hacia él", relató.
La multitud estaba furiosa.
El policía "tomó su palo e iba a levantarlo otra vez, pero vio nuestras caras y se vino abajo, y corrió hacia el bar" junto a varios colegas, uniéndose a otros agentes que ya estaban dentro, de civil.
"Hicimos un semicírculo frente al bar y empezamos a tirarles monedas de un penique (un juego de palabras, porque policía es 'cop' en inglés y los peniques son de 'copper', bronce), y luego la pelea escaló" con latas, botellas, adoquines, ladrillos y cócteles molotov.
Los manifestantes arrancaron un parquímetro y trataron de forzar la puerta del bar, y hubo intentos de incendiar el local.
Por primera vez Boyce sintió que había "un consenso". "Estábamos listos para luchar".
"No pudieron parar la protesta, los agotamos. Porque los gays conocíamos el Village como los indios conocen la selva", dijo Boyce, que esa noche recibió un bastonazo en la espalda.
Los manifestantes convocaron a nuevas protestas al día siguiente escribiendo con tiza en calles y paredes, y congregaron a una multitud aún mayor que llevó a cabo disturbios más violentos. Comenzó así "la batalla por el control del corazón del gueto gay", según Carter.
Para Boyce, "Stonewall es un verbo, una palabra de acción, y siempre lo será". "Hicimos famoso ese bar, y el bar nos dio la libertad. ¡Buen intercambio!", concluyó riendo.