¿Oro o agua?: el dilema para los indígenas de Ecuador

Quimsacocha
15 sep 2019 , 09:55
Redacción

La mitad de unas 20.000 hectáreas del páramo de Quimsacocha está otorgada en concesión.

"Agua", gritan al unísono unos activistas que se oponen a la minería en Quimsacocha, en los Andes de Ecuador.

 

El agua cristalina corre por serpenteantes vertientes. Baja desde el páramo, un frágil ecosistema de alta montaña típico de zonas ecuatoriales, y abastece los afluentes a su paso. Indígenas y campesinos alertan de una amenaza: la minería.

 

En la provincia de Azuay, en el austro ecuatoriano,

 

Esa minera desarrolla un proyecto considerado estratégico por el gobierno ecuatoriano. Está en fase de exploración con reservas de 2,2 millones de onzas de oro, 13,3 millones de onzas de plata y 88 millones de libras de cobre, según cifras oficiales.

 

"Bienvenidos. La nueva minería" aparece en un gran rótulo montado sobre un sendero en Quimsacocha, a más de 3.000 metros de altura.

 

 

Al fondo, asoma una de las tantas quebradas que abastecen a ríos de Cuenca, capital azuaya ubicada a unos 80 km al norte de ese páramo que retiene el agua como una suerte de inmensa esponja natural.

 

En ese inhabitado campo, donde el gélido viento mece los pajonales y el sol quema la piel antes que dar calor,

 

 

En marzo pasado, considerado reserva de la biosfera y donde apenas 3.200 hectáreas estaban protegidas.

 

"Sin oro podemos vivir, pero sin agua jamás", expresó a la AFP Pérez, cuyo nombre Yaku significa "agua" en quichua y

 

 

"La minería donde va genera despojo de los territorios, violencia en la comunidad, desestabiliza la democracia, genera corrupción institucional, contamina las aguas, envenena los ríos", afirma desde el borde de la quebrada Tasqui, y aprovecha para beber de su agua transparente.

 

Pérez, quien promueve consultas populares para vetar la minería incluso en todo el país, agrega que las mineras "se llevan la carne y dejan el hueso, pero el hueso contaminado".

 

Ecuador, que en , recibirá unos 554 millones de dólares de Loma Larga, de acuerdo a datos oficiales.

 

"La minería es como un espejismo. Nos dan dinero un ratito y ese dinero después se evapora, se hace humo. O sea, pan para hoy, hambre y desolación para mañana", dice tajante Pérez.

 

 

Este abogado defiende a ultranza a Quimsacocha y se las ingenia para franquear los cercos que le impiden acceder al páramo. Sus seguidores cortan con una sierra las cadenas que mantienen cerrado un estrecho paso vehicular en lo alto de montañas.

 

Con letras blancas pintadas sobre un fondo azul, a un costado se lee: "Propiedad Privada. Prohibido el ingreso".

 

, manifiesta el prefecto mientras ceden los eslabones.

 

Aquí "no vamos a permitir a los mineros", remarca casi en simultáneo María Dorila Fajardo, una aborigen de 60 años que luce una gran pollera roja y cubre su cabeza con un gorro de lana.

 

 

Además de ecologistas, indígenas y campesinos ya lograron su primer triunfo legal al blindar el páramo de Quimsacocha. 

 

Empero, el gobierno confía en que el ente Constitucional impedirá nuevos plebiscitos como muestra de que la nación ofrece seguridad jurídica y poder así atraer más inversión extranjera para la minería, que hasta 2021 recibirá capitales por 2.252 millones de dólares y cuyo PIB crecería de 1,61% en 2018 a 4%.

 

Luego de estar preso cuatro veces por "defender el agua", Pérez enfatiza que "el mundo está tan loco. Oro para adornarse, ¿para qué? Oro para guardar y presumir de que es rico".

 

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