Muere en Chile el exsacerdote pederasta Fernando Karadima

Karadima fue condenado en 2011 por la Iglesia Católica a "una vida de oración y penitencia".
Fotografía del 11 de noviembre de 2015. El expárroco chileno Fernando Karadima salía de una audiencia judicial en Santiago.()
26 jul 2021 , 16:06
EFE

El religioso Fernando Karadima, emblema de los abusos sexuales a menores en Chile y expulsado del sacerdocio, murió a los 90 años de edad.

Su fallecimiento tuvo lugar anoche en la residencia de ancianos San Juan de Dios, en Santiago, debido a una bronco-neumonía, insufiencia renal, diabetes e hipertensión arterial, según consignaron medios locales con base al certificado de defunción.

Su caso salió a la luz en 2010 cuando las víctimas Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo contaron los abusos que sufrieron en un reportaje de televisión.

"Todo lo que teníamos que decir de Karadima está dicho. Él era un eslabón más en esta cultura de perversión y encubrimiento en la Iglesia", dijeron este lunes en un comunicado las tres víctimas.

Karadima fue condenado en 2011 por la Congregación para la Doctrina de la Fe de la Santa Sede a "una vida de oración y penitencia" y se le prohibió tener contacto con antiguos feligreses o realizar cualquier acto eclesiástico de forma pública.

En septiembre 2018, el papa Francisco le expulsó del sacerdocio tras un polémico viaje a Chile y de que los 34 obispos del país le presentasen su renuncia en un hecho sin precedentes en el mundo.

La sanción sacudió no solo a la Iglesia, sino también a la élite política y económica chilena con la que el religioso forjó sólidos nexos desde la parroquia El Bosque, en el acomodado barrio capitalino de Providencia.

Conocido como el "cura de la élite", Karadima formó a numerosos religiosos, entre ellos cinco obispos, y fue confesor y consejero de personalidades públicas de Chile, uno de los países más católicos de la región.

La justicia chilena le investigó pero, como las acusaciones en su contra se remontaban a los años 80 y la primera mitad de los 90, determinó que los delitos habían prescrito, pese a dar por válidos los testimonios de las víctimas.

Sin embargo, los tribunales sí condenaron en 2019 a la Iglesia a pagar un indemnización por "daños morales" de cerca de 150.000 dólares a Murillo, Hamilton y Cruz.

"Nosotros estamos en paz y solo nos mueve seguir luchando para que estos crímenes no vuelvan a pasar y por tantas personas que lo han vivido y aún no tienen justicia", agregaron las víctimas.

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