La movilización de "chalecos amarillos" disminuye en Francia
Este quinto sábado de movilización supone una prueba para el presidente francés.
Un mes después del inicio de su movimiento, la movilización de los "chalecos amarillos" se redujo claramente este sábado en las calles de Francia, con "menos de 3.000" manifestantes en París, en protestas hasta ahora sin mayores incidentes o violencia, a diferencia de sábados anteriores.
Este quinto sábado de movilización supone una prueba para el presidente francés Emmanuel Macron, muy vilipendiado en las manifestaciones, quien había lanzado al viernes un llamamiento a la "tranquilidad", al "orden" y a un "funcionamiento normal" del país.
Unos 33.500 manifestantes fueron contabilizados en todo el país a media jornada, contra 77.000 a la misma hora el sábado pasado, según datos del ministerio del Interior.
En París, "menos de 3.000 personas" participaban en la movilización, en tanto eran unas 10.000 hace una semana, según la misma fuente.
Las manifestaciones se celebraban a media jornada sin mayores incidentes, aunque por la tarde las primeras tensiones surgieron entre chalecos amarillos y fuerzas de seguridad en los Campos Elíseos de París, con algunos lanzamientos de piedras y gases lacrimógenos.
En las demás ciudades francesas, se contaban hasta diez veces menos de manifestantes que el sábado pasado.
Sin embargo proseguían los bloqueos en carreteras. El viernes, un conductor murió al chocar contra un camión detenido ante un corte de carretera de los "chalecos amarillos", en Erquelinnes, comuna belga fronteriza.
Con esta víctima son ya siete los decesos ocurridos al margen de los bloqueos y las manifestaciones del movimiento, iniciados a mediados de noviembre.
El pasado sábado 8 de diciembre, las manifestaciones congregaron a 136.000 personas en toda Francia según cifras oficiales. Entonces, las imágenes de guerrilla urbana, de saqueos e incendios, especialmente en la capital, dieron la vuelta al mundo.
En todo el país se han desplegado este sábado 69.000 efectivos de las fuerzas de seguridad, contra 89.000 el 8 de diciembre.
A media jornada, menos de un centenar de personas habían sido detenidas, mucho menos que los más de 500 detenidos a la misma hora del sábado pasado.
Pese a la menor movilización, París volvía a tener el aspecto de una ciudad en estado de sitio: vehículos blindados en las calles, 8.000 miembros de las fuerzas de seguridad movilizados, bancos y comercios con sus fachadas recubiertas con planchas de madera.
"Es triste" resumía un turista llegado de noroeste de Francia, Alain Burgun, de 65 años.
A pesar de estas medidas de seguridad, la Torre Eiffel y los principales museos (Louvre, d'Orsay, Grand Palais), cerrados el sábado pasado, abrieron esta vez, igual que los grandes almacenes, a pocos días de Navidad.
Todo "está tranquilo. No es lo que la televisión mostró" se congratulaba una turista belga, Tracy Montaigne, de 26 años, ante los famosos escaparates de las Galerías Lafayette.
Los cafés estaban igualmente abiertos este sábado, para intentar compensar las pérdidas económicas sufridas en las anteriores protestas.
Igual que en semanas anteriores, las fuerzas de seguridad protegieron el acceso a instituciones como el Palacio del Elíseo o la Asamblea Nacional.
"Hoy, nuestro país necesita calma, necesita orden", había declarado el viernes en Bruselas el presidente francés Emmanuel Macron, quien anunció el lunes una serie de medidas para satisfacer parte de las demandas de los manifestantes.
La subida de 100 euros mensuales en el salario mínimo o la anulación de un impuesto en las pensiones pequeñas fueron recibidas de forma diversa por los "chalecos amarillos". Igual ocurrió con los llamados "a la responsabilidad" después del atentado de Estrasburgo el pasado martes, que dejó cuatro muertos y atizó el miedo a nuevos ataques.
Sin embargo varios miembros del colectivo empiezan a pedir calma. Algunos "chalecos amarillos" decidieron desvincularse del llamado "canal histórico", que juzgan demasiado radical, y pidieron una "tregua" porque "ha llegado la hora del diálogo".
"Quizá el movimiento pierda fuerza en las calles, pero no perderá fuerza en nuestras cabezas" aseguraba este sábado Lorenzo Gennaro, de 34 años, integrante de los 150 "chalecos amarillos" congregados, sin incidentes, en Grenoble (sudeste).
En París, en la plaza de la Opera, una de las figuras del movimiento, Priscillia Ludosky, afirmaba: "¡Estamos llenos de rabia!". Otro manifestante pedía que la "soberanía" fuera "devuelta" al pueblo con el establecimiento de referendos de iniciativa ciudadana, otra de las demandas de los "chalecos".