Salieron de una Venezuela en crisis y encontraron en Ecuador su hogar y futuro

Ecuador se convirtió en un viaje de adaptación, integración y renacimiento para miles de profesionales de la salud venezolanos que hoy ejercen su oficio y aportan al país.
Miles de venezolanos han salido de su país en busca de mejores días ante la grave crisis en su país tras 11 años de Nicolás Maduro en el gobierno.()
27 jul 2024 , 08:00
Merlis González

La migración representó un momento duro, de desarraigo, pero para el que hubo poco tiempo para llorar, dicen muchos venezolanos que debían resolver cómo ganarse la vida en el nuevo destino.

Siete millones de venezolanos han emigrado desde que empezó el éxodo masivo que lleva al menos 10 años, según la ONU. Entre ellos hay 42 mil trabajadores de la salud que se reinventaron para sobrevivir, poniendo a un lado por un tiempo, su mandil, sus instrumentos y los libros.

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Zully González lo resume diciendo que estar en una zona de confort se cree que todo está ganado, pero dice que no es así. En 2017 tomó sus maletas y emprendió un viaje de tres días, sola, en bus, desde la ciudad de Valencia, en el centro de Venezuela, para llegar Guayaquil.

"Básicamente tenía USD 100 y me esperaba un colchón en el piso", relata Zully González.

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Para Doly Sánchez fue la inseguridad en su país la que la empujó a tomar sus cosas y empezar de cero en Ecuador. Junto a su esposo, ambos odontólogos, tenían su propio consultorio, pero fueron asaltados dos veces por personas armadas. "En ese momento dijimos, nos vamos".

Nunca habían visitado Ecuador, no tenían conocidos, ni siquiera tenían un lugar donde pasar la noche cuando llegaron a Quito. "Recuerdo que llegamos al aeropuerto y le dije a mi esposo, ¿y ahora? Él se metió en internet y consiguió un hostal en La Alameda".

La Federación médica venezolana dice que 42 mil profesionales de la salud han salido de su país, de ellos, 8 939 han registrado su título en Ecuador.

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La agitación y la decepción política fue el impulso para que María Eugenia Jiménez abandonara su país. Había protestado incesantemente contra el Gobierno venezolano, pero no vio ningún cambio. "Fue en 2017, después del plebiscito. Me cansé de luchar y dije, vámonos".

Pero no todos los que llegaron a Ecuador lo hicieron por la crisis en su país, también hubo propuestas laborales que se hicieron atractivas. La bacterióloga Nairoby González estaba de vacaciones en Quito cuando le ofrecieron ser parte de un proyecto de investigación y no dudó en aceptarlo.

"Acordamos sueldos, revisé el precio de los arriendos, de la comida, todo. Me pareció una oferta atractiva". Viajó a Venezuela a arreglar sus papeles y cuatro meses después se instaló en Quito, narra Nairoby.

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Pero cuando llegó a Quito no tuvo el recibimiento que esperaba. Su hoja de vida llena de estudios y cursos no importó cuando se presentó en el laboratorio donde le habían asegurado un trabajo. "Me dijeron que no me necesitaban y mi mundo se vino abajo, ahí entendí la migración. No importaba cuántos estudios tenía, había llegado a Ecuador y no era nadie".

Pero se quedó, consiguió trabajo en un laboratorio, aunque con un sueldo más bajo de lo que esperaba. Por ello, se convirtió en vendedora ambulante.

"Me paraba a las 4 de la mañana a exprimir las naranjas para vender los jugos. Yo me iba a trabajar y se quedaban vendiendo los jugos. Luego, cuando salía, iba a comprar las naranjas y seguir con el ciclo".

Una nueva vida, un nuevo oficio.

Conseguir el dinero para pagar la visa, obtener la residencia en Ecuador y además registrar sus papeles para poder ejercer, fue la primera misión para los trabajadores de la salud venezolanos al llegar al país.

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Para ello, se reinventaron como vendedores ambulantes, repartidores o meseros. "Llegué a trabajar 21 horas al día. Trabajaba en un patio de comidas, luego salía corriendo para un bar donde era mesera. Así estuve varios meses", explica Zully González.

“El que migra debe aprender a hacer de todo”, dice el internista Ángel Chacón, un profesor universitario que estaba por jubilarse en Venezuela, pero que llegó a Ecuador a reinventarse.

Fue payaso en fiestas, cantante, guitarrista y vendedor de helados. Un día incluso se presentó para una prueba de mariachi, "pero no me aceptaron por gordo, dijeron que no había un traje suficientemente grande para mí”, dice entre risas.

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Para Doly Sánchez, su reinvención incluyó un cambio de nombre. "Trabajaba como asistente de un doctor que me llamaba por mi apellido porque mi nombre, Dolmarly, le parecía complicado. Entonces me dijo, "¿Qué te parece si lo cambiamos a Doly? Yo dije que estaba bien. Desde entonces me conocen como Doly Sánchez en Ecuador".

Ejercer, un viaje complicado

Para que médicos, enfermeras y odontólogos puedan ejercer legalmente en Ecuador, además de registrar sus documentos y presentar un examen que evalúa sus conocimientos, deben cumplir la rural. Un trabajo comunitario que dura un año y que solo pueden evitarlo quienes lo hayan cumplido en otro país.

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A Zully le tocó en la localidad de Cheve, en Pedernales, Manabí, un lugar que puso a prueba sus capacidades físicas, pues ella junto a un equipo de otros especialistas debían recorrer grandes distancias para atender pacientes en zonas remotas.

“Más de una vez nos tocó ir a pie. Yo con mi instrumental, la enfermera con sus vacunas y la médico con la camilla. En ocasiones el barro nos llegaba a la cintura, pero éramos un equipo que íbamos a hacer para lo que nos formamos, dar salud”.

Esto fue algo que fortaleció su vínculo con Ecuador y con sus poblaciones más vulnerables, por ello lo valora y se siente feliz en Ecuador.

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El aporte de los trabajadores de la salud extranjeros en Ecuador también se midió durante la pandemia. Una emergencia sanitaria en la que no dudaron en poner sus habilidades a disposición de la población.

Para el internista Ángel Chacón, fue el momento de retomar la medicina. Había estado dedicado al activismo migratorio y no encontraba empleo como médico, entonces juntos a otros especialistas crearon una plataforma para hacer teleconsultas.

“Atendimos cerca de 10 mil personas, la mayoría eran migrantes que no tenían recursos para acudir a una consulta privada o querían exponerse a ir a los hospitales”, dice Ángel.

Nairoby estuvo en la primera línea contra el Covid-19. Había dado a luz solo unos meses atrás, pero eso no impidió que tomara más de 10 mil muestras de hisopados en Quito y en otras ciudades.

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“Yo estudié para esto, no podía decirle a mi hijo que durante la pandemia su mamá se quedó en casa”, explica Nairoby, quien añade que también hubo sacrificios porque su familia enfermó, aunque ventajosamente nadie murió.

Estabilidad, empleo y renacimiento

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dice que en Ecuador hay actualmente 444 778 venezolanos.

Empleo y estabilidad buscaban los trabajadores de la salud venezolanos que huyeron de su país. En Ecuador encontraron algo más.

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El esfuerzo y dedicación que le pusieron a su oficio los ha llevado a integrarse completamente en el sistema de salud ecuatoriano, incluso levantando sus propios negocios.

Después de ocho años en el país, Doly ya tiene su consultorio. “Tuve mis tres trabajos estables en Ecuador, hasta que finalmente pude poner mi consultorio”.

Algo similar vive la odontóloga María Eugenia Jiménez, quien en su propio local intenta brindar atención humana y de calidad, la que dice que es su carta de presentación.

“Trato de darle a mis pacientes lo mejor. El mejor trato para que se sientan cómodos con el servicio que les ofrezco”, menciona María Eugenia Jiménez

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Ejercer en Ecuador no ha alejado al doctor Ángel de su país, él es parte del grupo de especialistas que atiende en el consultorio de la Organización de Venezolanos en Ecuador en el centro de Quito.

Ángel Chacón explica que reciben a todo tipo de personas, no solo venezolanos. "Nuestros pacientes son los miembros de la comunidad. Aquí les damos atención médica con especialistas a bajo costo y les regalamos sus medicamentos. Se van felices”.

La decisión radical de irse de casa, se convirtió en un viaje de adaptación, integración y renacimiento para los miles de profesionales de la salud venezolanos que llegaron a Ecuador.

Un lugar que puso a prueba su voluntad, espíritu de supervivencia, paciencia y optimismo, pero donde han encontrado una nueva vida, un nuevo hogar.

Esta pieza periodística es resultado de las Becas para la cobertura de la migración en Ecuador, otorgadas por la Fundación Gabo en alianza con el Banco Mundial y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con el apoyo del Gobierno de Canadá y de la Oficina de Población, Refugiados y Migración del Gobierno de los Estados Unidos.

Las opiniones, análisis y conclusiones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial de las instituciones que apoyan este trabajo.

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