Izquierda brasileña busca unirse ante el incierto futuro de Lula
Políticos atacaron al Gobierno del presidente Michel Temer y a su programa de ajustes.
Los partidos brasileños de izquierda lanzaron el martes 20 de febrero de 2018 un "manifiesto de unidad", pensando en una eventual alianza para las elecciones de octubre, tras la debacle del Partido de los Trabajadores (PT) y el incierto futuro del expresidente .
"La idea es aproximar los programas partidarios de la izquierda para poder tener una unidad de acción si no es en la primera vuelta, en la segunda", dijo el diputado del PT Carlos Zarattini poco antes del inicio del evento.
En una sala de la Cámara de Diputados abarrotada de militantes, dirigentes y diputados -y también con algunas ausencias notables de ese espacio político- los oradores atacaron al gobierno del presidente conservador Michel Temer y a su programa de ajustes y baja intervención del Estado en la economía.
El texto entregado propone "librar a Brasil del régimen ultraliberal, autoritario, en contra del pueblo y de la nación, que viene siendo impuesto por el gobierno Temer y por los partidos conservadores y las grandes fuerzas económicas internas y externas que lo apoyan".
El texto carece de menciones explícitas a Lula, a diferencia de los discursos tapizados de reivindicaciones del exmandatario (2003-2010). En cambio, exige "la defensa de la soberanía nacional y del patrimonio de Brasil contra las privatizaciones criminales, en especial de Petrobras y de la riqueza del presal", en referencia a las grandes reservas ultramarinas de crudo que hasta hace poco hegemonizaba la petrolera estatal.
"Este es un acto más que nada de unidad política", dijo Juliano Medeiros, presidente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL).
La izquierda brasileña entró en crisis en 2016, cuando el Congreso destituyó a la mandataria Dilma Rousseff (2011-2016) por manipular las cuentas públicas, un juicio político que cortó un periodo de más de 13 años de poder del PT, seguido por una abrumadora derrota en las elecciones municipales ese mismo año.
Los problemas de ese espacio político se agudizaron con las acusaciones de corrupción contra Lula, que al dejar el poder era el mandatario más popular de la historia reciente de Brasil.
Condenado a más de 12 años de cárcel por corrupción y lavado de dinero y con su postulación tan amenazada como su libertad, el caso Lula llevó al PT a dar las primeras señales en pos de una candidatura alternativa a la del hombre que lidera holgadamente la intención de voto para el 7 de octubre.
"Lula es el favorito. Tiene una probabilidad muy grande de ser electo si es que consigue ser candidato. Ahora, un candidato de la izquierda apoyado por Lula también iría a la segunda vuelta. Cómo vamos a construir eso, cuál va a ser el nombre elegido si Lula no puede presentarse es otro asunto, que aún debe ser discutido. Hoy solo podemos avanzar en la unidad programática", dijo Zarattini.
Las fuerzas de izquierda lanzaron varios precandidatos. La oferta incluye a la diputada Manuela D'ávila, del Partido Comunista do Brasil, (PCdoB), al exdiputado Ciro Gomes, del Partido Demócrata Trabalhista (PDT), y a los muchos nombres en danza asociados al PSOL y al Partido Socialista Brasileño (PSB).
Tanto el PDT como el PSB apoyaron mayoritariamente la caída de Rousseff durante el juicio en el Congreso, un reflejo de los vaivenes de la política local, que demuestran las discrepancias en el seno mismo de la izquierda, aunque por el momento ningún candidato fuerte se perfila en el campo adverso.
Las elecciones de octubre se anuncian así como las de mayor incertidumbre desde el retorno de la democracia en 1985.