Esta podría ser la peor crisis económica que América Latina ha tenido en su historia
Según Stuenkel, la inestabilidad política será una de las huellas que dejará la pandemia.
Mientras América Latina se prepara para enfrentar un aumento del número de contagios en las próximas semanas, la crisis económica ha comenzado a golpear duramente a las empresas y las familias más vulnerables.
El debate ha estado centrado en cómo evitar un colapso en los hospitales y una escalada en el número de muertes, y cómo mitigar los efectos de una caída sin precedentes en el nivel de empleo, en medio de una crisis económica catalogada como "la peor desde la Gran Depresión de 1929".
Pero más allá de la emergencia, nos preguntamos que la pandemia provocará en Latinoamérica y cómo cambiará el panorama regional en la era post-coronavirus.
Sobre el tema hablamos con Oliver Stuenkel, profesor de Relaciones Internacionales en el centro de estudios Fundación Getulio Vargas, Sao Paulo, Brasil, y autor de libros como "El mundo post-occidental: cómo los poderes emergentes están rehaciendo el orden global".
Según el especialista, ningún país de América Latina escapará a la enorme crisis, pero algunos saldrán mejor librados que otros. También cree que y que esta puede ser la oportunidad para tratar el tema de la desigualdad y de un impuesto a la riqueza.
Este es un resumen de la entrevista hecha por BBC Mundo
Nadie sabe con exactitud, porque estamos en el inicio. Aún no hemos llegado al punto máximo de contagio en la región.
Incluso aunque la pandemia no fuera tan devastadora como en otras partes, Latinoamérica no es una isla. El impacto económico se sentirá en todas partes del mundo.
La última estimación del Banco Mundial habla de una caída de -5% del Producto Interno Bruto (PIB) en América Latina, pero la economía puede caer mucho más.
Hemos visto un grupo significativo de personas que no puede seguir la cuarentena por razones económicas. En Brasil, por ejemplo, la gente que obedece la instrucción de quedarse en casa es mucho menor que en Francia, porque mucha gente simplemente no puede quedarse en la casa.
Tienen que salir a la calle a trabajar, a conseguir comida. Y además, como viven en reducidos espacios como las favelas, tampoco pueden mantener la distancia social.
Por otro lado, en América Latina la respuesta del sistema de salud es menor que en otras partes del mundo. Entonces, probablemente tendremos una mayor cantidad de gente enferma con un menor acceso a la atención de salud cuando alcancemos el máximo de la pandemia.
Además, en países como Brasil, hay gente que aún piensa que esto no es algo realmente serio debido a la actitud del presidente. Yo tengo familiares que creen que el coronavirus no es algo serio.
También hay que tomar en cuenta que algunos países serán golpeados por el bajo precio del petróleo.
De hecho, solo mirando el precio de las materias primas, esta podría ser la peor crisis económica que la región ha tenido en su historia.
El lado más difícil es que vamos a tener millones de personas que caerán en pobreza y eso tendrá consecuencias de largo plazo en la economía.
Muchas personas realizarán trabajos menos productivos, veremos niños obligados a dejar la escuela para salir a trabajar. Veremos mayor inestabilidad política que puede llevar a un mayor populismo.
La otra consecuencia es que, a diferencia de Europa, en Latinoamérica puedes tener mucha inestabilidad en el tipo de cambio, algo que ya ha estado ocurriendo.
Por otro lado, esta crisis está generando altos niveles de gasto fiscal y endeudamiento, que es lo que los gobiernos tienen que hacer en estas circunstancias, es el camino correcto. Este no es el momento de reducir el Estado.
Creo que el aumento de la pobreza y la deuda fiscal son problemas que permanecerán por años.
No me sorprendería que de aquí a un año muchos de los países hayan impuesto medidas de control de capitales o significativos planes de reestructuración de deuda.
¿Quiénes podrían escapar de esto? Probablemente países como Panamá, Perú, Colombia o Chile. Pero incluso Chile estaba inmerso en una crisis antes de la pandemia.
América Latina era la región con peor desempeño económico incluso antes de la pandemia. Estaba en la unidad de cuidados intensivos antes de que llegara la pandemia.
El país que está en la peor posición es Venezuela. No tiene reservas. Es imposible que no colapse económicamente porque ya está colapsando.
El segundo más afectado sería Ecuador porque ya estaba en graves problemas, y luego sigue Argentina, que ya ha pospuesto pagos de deuda y está en serios problemas.
La única excepción es Guyana por las gigantescas reservas petroleras descubiertas recientemente. Incluso con los bajos precios del petróleo probablemente tendrá algún nivel de crecimiento.
Venezuela, Ecuador y Argentina serán probablemente los países más afectados económicamente porque tienen condiciones preexistentes.
Creo que ningún país latinoamericano escapará de una gigantesca crisis económica y social.
Durante la pandemia no habrá inestabilidad política debido a las medidas de distanciamiento social y la preocupación de las personas de contagiarse.
Por ejemplo, es difícil que veamos un impeachment a Bolsonaro durante la pandemia. Es como con Roosevelt durante la Segunda Guerra Mundial. La crisis política no se va a precipitar durante la guerra, sino después.
Cuando se acabe la pandemia, varios presidentes no lograrán terminar sus períodos de gobierno. Miremos lo que pasó en Argentina en 2001 tras el default. Hubo presidentes cuyos mandatos duraron pocos días.
Dilma Rouseff, por ejemplo, no fue sometida a un impeachment porque cometió un crimen. Fue sometida a un impeachment porque la crisis económica era tan severa, que perdió el apoyo político en el país y en el Congreso y fue sacada del gobierno.
Si miramos las dos últimas severas crisis económicas que tuvimos en Brasil, los presidentes tuvieron que terminar antes su mandato: Fernando Collor de Mello al inicio de los 90 y más recientemente Rouseff.
Diría que ahora es más probable que Bolsonaro no termine su período.
Es probable que lo mismo ocurra en cualquier país que no tenga elecciones pronto.
Digamos que en el caso de los que tienen una elección al inicio de 2021, la gente no sacará al presidente porque tienen la oportunidad de hacerlo en las urnas, es decir, los países que están en una mejor posición para enfrentar la inestabilidad política son aquellos que tienen la posibilidad de cambiar el gobierno en elecciones.
En el otro lado, los más expuestos son los gobiernos que aún tienen años por delante para gobernar. Me refiero a Brasil, Chile o México, aunque todo depende de la profundidad de la crisis. Lo que sí está claro es que México va a caer en una profunda recesión.
En todos estos paíseslos gobiernos tendrán que manejar crisis económicas extremas. Y no es un tema de la política latinoamericana. Es un tema de ciencia política. Es muy difícil mantener porcentajes mínimos de aprobación en medio de una crisis económica tan profunda.
Venezuela es un caso especial. Hay dos elementos diferentes. Uno tiene que ver con los ingresos provenientes del petróleo. Es probable que el presidente sobreviva porque incluso si nadie paga impuestos o nadie tiene trabajo, el gobierno aún tiene ciertos ingresos.
El segundo elemento es que como no tienen elecciones competitivas, el riesgo es menor. Pienso que se ha subestimado la capacidad de Maduro de mantenerse en el poder. Es un gobierno militar. Las Fuerzas Armadas se han beneficiado del gobierno, entonces la situación es distinta.
Una eventual caída no tiene que ver con la gente, podría ocurrir más bien cuando las Fuerzas Armadas le den la espalda a Maduro. Y no está claro por qué harían eso. Podrían ser perseguidos por la justicia si dejan caer a Maduro. Y el presidente los protege. Venezuela no sigue la misma lógica que el resto de la región.
Hay otro fenómeno a favor de Maduro, que es la inmigración. Mientras más venezolanos se van, mejor para Maduro porque hay menos personas dispuestas a protestar. Se han ido casi cinco millones de personas y eso le ayuda a mantenerse en el poder.
Latinoamérica va a ver un aumento de la pobreza y la desigualdad en el corto plazo, lo cual aumenta el riesgo de inestabilidad política. En muchos países el sistema de impuestos es regresivo, lo que hace que la gente rica pague menos impuestos que los pobres.
Ha habido intentos de cambiar estos sistemas durante mucho tiempo, pero como las élites tienen la capacidad de evitar ese tipo de reformas, aún no ha ocurrido.
No soy muy optimista en este punto, pero debo decir que es posible que frente a una crisis profunda, con un aumento rápido de la pobreza, hay un mayor impulso político para que se produzca un cambio.
También se ha visto un cierto impulso en otras reformas, como el sistema de pensiones en Brasil, que no beneficia a los más pobres, y esto ha pasado incluso durante un gobierno conservador.
Es que los gobiernos conservadores de la región no pueden negar que los mercados por sí solos no van a cambiar el hecho de que Latinoamérica es una de las regiones más desiguales del mundo.
Se ha comenzado a conversar sobre la idea de un impuesto a la riqueza, como parte de un fenómeno global. En muchos casos Latinoamérica tiende a seguir los debates que se desarrollan en Estados Unidos y Europa, particularmente con las elecciones en EE.UU. que vienen en noviembre.
Debates como ese gotean hacia la región y van a aumentar. Hay una profunda comprensión de que la crisis financiera de 2008 ha generado más desigualdad, más inseguridad laboral. Y esos temas llegan a Latinoamérica.
También vendrá un debate sobre el ingreso básico universal. No estoy diciendo que se vayan a aprobar políticas en relación a estos temas, pero van a estar en la discusión.
En el fondo veo que el debate político sobre la desigualdad se ha acelerado gracias a la pandemia.
En el futuro será evidente, y ya lo está siendo, que los gobiernos que apuestan por una respuesta más técnica que populista frente a la pandemia, tendrán más éxito.
Es probable que países como Perú o Argentina tengan mejores resultados al responder de una manera más calmada, más centrada en los hechos, a diferencia de la manera en que países como Brasil y México lo han hecho.
La pandemia puede hacer que los votantes valoren el hecho de tener expertos dentro de los gobiernos, que las decisiones se tomen basadas en datos científicos, que haya inversión en salud y educación.
Quizás uno de los legados positivos que deje la pandemia es que se considere mucho más razonable una mayor inversión en salud pública.
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