Enfrentamientos feudales y pérdida de control por parte de Putin: las consecuencias en Rusia de la rebelión de Prigozhin, jefe del grupo Wagner
BBC News Rusia
Dos días después del primer levantamiento armado a gran escala en la Rusia de Vladimir Putin, las ganancias de los implicados siguen sin contabilizarse, mientras que las pérdidas sufridas están a la luz.
La imagen que la opinión pública rusa tenía sobre la capacidad del mandatario para equilibrar los intereses de las élites y, en general, gestionar las disputas, ha quedado en entredicho.
Asimismo, el Kremlin ha perdido el monopolio de la violencia y esto parece devolver a Rusia a una situación "peligrosa e impredecible".
La BBC preguntó a analistas y expertos en Rusia cómo se ha llegado a esta situación.
Recapitulando la historia
Los acontecimientos que se desarrollaron entre el viernes y el sábado, cuando Yevgeny Prigozhin, fundador del grupo de mercenarios Wagner, anunció la "marcha de la justicia" sobre Moscú, para exigir la dimisión de la cúpula militar del país, fueron la culminación de la reciente tensión creciente con el Ministerio de Defensa.
El motín terminó tan abruptamente como empezó: los mercenarios ocuparon la ciudad de Rostov del Don y marcharon por varias regiones hacia la capital, pero entonces Prigozhin decidió repentinamente hacer retroceder sus columnas tras una llamada del presidente bielorruso Alexander Lukashenko.
Este giro de 180 grados fue percibido por muchos como una puesta en escena, cuando no como un circo. Sin embargo, politólogos y expertos entrevistados por la BBC coincidieron en que no fue un montaje. Lo más probable es que todo lo ocurrido en los dos últimos días sea reflejo de la situación interna del país, declaró el profesor de la Universidad de Helsinki (Finlandia), Vladimir Gelman.
"Es extremadamente difícil escenificar tales acontecimientos. Se requeriría de buenas dotes de dirección e interpretación por parte de los implicados", dijo.
Prigozhin tiene apoyo
La decisión de iniciar una insurgencia no fue tomada por Prigozhin en solitario, sino con apoyo fuera de Wagner, afirmó el investigador de la Universidad de Princeton (EE.UU.), Eugene Roshchin.
Prigozhin, un hombre de negocios con antecedentes penales, construyó una gran empresa militar privada y reclutó a personas con experiencia en combate, recordó el experto a la BBC.
"Algunas de las unidades más importantes de Wagner están comandadas por oficiales reputados. Conseguir su apoyo ya es un gran negocio. Así que lo ocurrido no se trata sólo de las ambiciones de Prigozhin, sino que expuso el apoyo que logró en los círculos de oficiales", agregó Roshchin.
El analista añadió que es muy posible que los oficiales contratados por Wagner tuvieran contactos en el Ministerio de Defensa, en los servicios de inteligencia y en otras fuerzas, donde también es muy posible que haya gente descontenta tanto con el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, como con el estado del ejército ruso en general.
En opinión de Gelman, la decisión de Shoigu de obligar a los miembros grupo militar ruso que combaten en Ucrania a firmar un contrato con el Ministerio de Defensa podría haber disparado el motín.
El decreto ministerial fue rechazado por Prigozhin, quien llegó a decir que "ninguno de los combatientes de Wagner está dispuesto a seguir el camino de la vergüenza, y por lo tanto ninguno firmará contratos".
"Para Prigozhin, la opción de perder su autonomía y que sus unidades pasaran a ser controladas por el Ministerio de Defensa era inaceptable. Entonces se vería privado de gran parte de sus recursos y de su influencia política", afirmó el catedrático.
Sin embargo, si la rebelión de Prigozhin fue impulsada por su deseo de defender la estructura que creó, no tuvo éxito, señaló el analista político. El Kremlin informó el sábado por la noche que los miembros de Wagner que no participaron en la rebelión firmarán contratos con el Ministerio de Defensa.
"No se puede seguir así"
Con su motín, Prigozhin exteriorizó un sentimiento que lleva tiempo gestándose en diversos círculos de la sociedad rusa: la "operación militar especial" en Ucrania, como siguen llamándola las autoridades rusas, no puede continuar como hasta ahora, expuso el profesor y filósofo político Grigory Yudin.
"Prigozhin está combinando piezas de diferentes discursos. Puede ser un discurso radicalmente militarista -no podemos seguir así, empecemos a luchar en serio, de forma organizada y agresiva- o un discurso más pacificador -no podemos seguir así, debemos negociar, sobre todo porque ha resultado que no somos capaces de luchar", explicó Yudin.
Advirtió que es demasiado pronto para calificar las acciones de Prigozhin como un intento de poner fin a la guerra, pero concedió que los sucesos han sacado a la luz el creciente escepticismo que hay la sociedad rusa sobre la marcha de la invasión, y sobretodo las dudas sobre que Putin sepa lo que está haciendo.
"La gente tiene ideas diferentes sobre cuál es el error de Putin", dijo Yudin.
"Hay quienes piensan que no debería haber empezado la guerra en primer lugar, otros que piensan que el país no está preparado para pelear. Y hay quienes piensan que no se puede ir a la guerra con semejantes líderes militares. Sin embargo, (Putin) lleva año y medio haciendo lo mismo, contándo cuentos de hadas a la gente. Y el estado de ánimo general es de hartazgo y Prigozhin lo exteriorizó”, agregó.
Sin casi resistencia
Al comienzo de su "marcha" hacia Moscú, los mercenarios de Wagner entraron en Rostov del Don casi sin obstáculos y, como anunció Prigozhin, se apoderaron de las instalaciones militares, incluido el cuartel general del Grupo de Fuerzas del Sur. A continuación atravesaron varias regiones rusas, sin encontrar resistencia seria.
"Si Rusia tuviera un ejército organizado y centralizado, y este ejército estuviera donde se supone que debe estar, y no en el territorio de un estado vecino, por supuesto, alguien lo habría impedido", argumentó Yudin.
Las unidades militares más preparadas para repeler a los mercenarios están ahora en el frente, y las fuerzas de seguridad que quedan en Rusia se mostraron incapaces de frenar a los hombres armados que marcharon hacia la capital, coincidió Gelman.
"Lo que queda es la policía que no es capaz de enfrentar a tanques. En teoría, existe la Rosgvardia (Guardia Nacional), pero está diseñada para hacer frente a los disturbios de masas, no para oponerse a los tanques. Resulta que nadie estaba preparado para algo así", explicó.
Por su parte, la analista política Yekaterina Shulman resaltó la ausencia de contramedidas por parte del ejército regular ruso.
"El ejército no defiende ninguna ciudad y tampoco vigila la frontera. Los habitantes de la región de Belgorod (fronteriza con Ucrania y escenario en los últimos meses de varios ataques orquestados por Kyiv) tienen mucho que decir al respecto. Las fuerzas del orden han preferido mirar hacia otro lado. Nadie ha dado un paso al frente para defender a las autoridades constituidas”, expuso.
Gelman, por su parte, resaltó que lo peligroso de esta situación no fue que nadie apoyara a los rebeldes, sino que nadie estuviera dispuesto tampoco a defender el statu quo.
"Nadie tomó partido. Hubo declaraciones de apoyo a Putin tras su discurso, pero nadie salió en su apoyo. Ni los alcaldes ni los líderes regionales se manifestaron (...) no dieron ningún paso político”, destacó el experto.
No obstante, Yudin rechazó que los rebeldes tuvieran vía libre para sus acciones y recordó que el propio Prigozhin admitió que sus mercenarios derribaron varios helicópteros de la Fuerza Aérea rusa, aunque no hubo confirmación de esta información por parte de los dirigentes rusos.
Las tripulaciones de las naves derribadas habrían muerto, pero esta información no fue confirmada oficialmente. Ni Putin, ni el Kremlin, ni el Ministerio de Defensa hicieron mención alguna a la pérdida de soldados.
"Si alguien ha muerto son militares. Los militares llevan año y medio muriendo en los campos de batalla y eso, en general, no le importa a nadie (...) más allá de sus familiares y amigos", explicó Gelman, quien ha resaltado la opacidad de los dirigentes rusos sobre las supuestas víctimas que dejó el motín.
"A las Fuerzas Aéreas rusas no les gusta admitir que sus pilotos son derribados, en especial cuando iban a combatir a fuerzas dentro del territorio ruso", dijo Yudin.
Haciendo balance
Todo lo que ha ocurrido es un testimonio de la profunda decadencia del Estado ruso, dijo Gelman.
"Normalmente empresas como Wagner operan en algún lugar lejos de los Estados que las crearon y se suele suponer que éstos las controlan", añadió el experto.
"Pero en la Rusia actual, Wagner está fuera del control del Estado y de paso empezó a competir con él e incluso intentó dictarle sus condiciones", alertó Gelman.
Aunque se desconoce qué se le prometió a Prigozhin a cambio de frenar el avance de sus fuerzas sobre Moscú, los expertos afirmaron que lo ocurrido ha expuesto las debilidades del Estado ruso.
"Las autoridades ha conseguido evitar que los mercenarios tomen el control del Estado, pero esto es una señal alarmante sobre el funcionamiento del Estado", advirtió el catedrático.
Por su parte, Yudin, aseveró que el motín de Prigozhin puso de manifiesto la naturaleza feudal de la "maquinaria militar" rusa y demostró que esta no es un sistema unificado, a diferencia de otros ejércitos modernos.
"El ejército ruso es un ejército feudal, formado por druzhiny (grupo de soldados al servicio de caudillos). El ejército está formado por compañías militares privadas o formaciones como la de (el líder de Chechenia, Ramzan) Kadyrov, subordinadas a corporaciones y regiones. Prigozhin era otro de esos druzhiny y la historia muestra que siempre hay conflictos entre los señores feudales”, explicó.
La sublevación fue la confirmación de otro hecho que, según el experto, ya era perceptible en la sociedad rusa: el Estado está perdiendo gradualmente el monopolio de la violencia.
"La desintegración del monopolio de la violencia ya era evidente, aunque ahora, por supuesto, se ha hecho más radicalmente evidente. Y esta desintegración del monopolio de la violencia ha sido presenciada por un número aún mayor de personas con sus propios ojos", afirmó Yudin.
Ganadores y perdedores
Todas las partes en conflicto han perdido en esta situación, afirmó Gelman.
"Putin ha demostrado que la situación del país está fuera de su control y que no está dirigiendo el país en toda su extensión. Prigozhin, por su parte, fue incapaz de lograr sus objetivos, y fue puesto en su lugar", explicó.
También criticó a los mandos militares rusos, cuya ausencia los "desacredita profundamente, incluso entre sus subordinados".
Yudin, por su parte, señaló que es demasiado pronto para considerar resuelto el conflicto entre Prigozhin y los dirigentes rusos.
"Sabemos lo que ha conseguido Putin (ha puesto fin a la sublevación), pero no sabemos lo que ha conseguido Prigozhin. Y Putin no estaba en posición de dictar nada a Prigozhin. Así que es probable que haya conseguido algo”, agregó.
En opinión del analista político Nikolai Petrov, Putin parece más débil a ojos de la opinión pública tras los acontecimientos del fin de semana.
“Prigozhin no es un bicho raro, probablemente está respaldado por fuerzas muy importantes. Y estas mismas fuerzas, que están a favor de una escalada de la guerra, pueden estar celebrando de hecho una victoria", agregó.
Yevgeny Roshchin sugirió que la rebelión es una prueba de la división de la sociedad y de las élites rusas, y el ejército ha ganado, si no el estatus de actor independiente, sí se ha revelado como un actor importante en ella.
"La competencia por el acceso a los recursos existe en todos los regímenes. Putin y la administración presidencial han logrado construir un 'sistema de alimentación' sin conflictos agudos entre los principales actores", dijo.
"Y entonces un hombre de su círculo literalmente íntimo se enfrenta de forma tan desafiante a todo el sistema. Para mí, esto es un indicador de que la fisura en las élites del poder se está agravando. Prigozhin lo ha articulado ahora”, sentenció.
Una escisión en las élites y un debilitamiento de Putin podrían desembocar en una "época turbulenta", como ha ocurrido más de una vez en la historia rusa tras guerras fallidas, alertó el experto británico en seguridad Edward Lucas.
"Puede que tengamos por adelante una década o más para lidiar con una Rusia muy peligrosa e impredecible. No habrá ni siquiera la certeza superficial que tenemos mientras Putin siga en el poder", apuntó.
El motín de Prigozhin es un probable presagio de que el "largo Estado" de Putin puede no ser tan largo.
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