Los cristianos que se oponen a que Juan Pablo II sea santo
El proceso de santificación del pontífice número 264 fue el más rápido de la historia moderna.
Los gritos de "Santo Súbito" que el 8 de abril de 2005 rompieron el silencio solemne del funeral de Juan Pablo II recibirán respuesta este 27 de abril en el mismo lugar, la plaza de San Pedro del Vaticano, cuando Karol Wojtyla sea canonizado. Pero no todos los cristianos defienden de forma unánime la santidad del papa polaco.
El proceso de santificación del pontífice número 264 fue el más rápido de la historia moderna.
Se respondía así, desde el punto de vista del Vaticano, a una demanda de los fieles sobre una figura tremendamente popular y carismática.
Su funeral se convirtió en un evento masivo al que asistieron cientos de miles de personas, entre ellas cuatro reyes, cinco reinas y 70 presidentes de gobierno y primeros ministros.
Sin embargo, desde que se inició la beatificación primero y la canonización después, surgieron voces discordantes que piden más tiempo para ese proceso o, simplemente, que se detenga.
¿Cuáles son los argumentos que esgrimen quienes se oponen a que Juan Pablo II se convierta en santo el próximo domingo?
"Nos parece que es un hecho apresurado, un proceso que no ha dado el tiempo suficiente para sopesar y hacer balance objetivo sobre el papel que ha jugado Juan Pablo II en las últimas décadas en la Iglesia", señala José Sánchez, del Observatorio Eclesial de México en conversación con BBC Mundo.
Esta organización –que se declara de "inspiración cristiana ecuménica pero independiente de partidos políticos y religión alguna"- publicó recientemente un comunicado en el que solicitaba al papa Francisco la suspensión de la canonización de Juan Pablo II.
"Las razones tienen que ver con la realidad que se vive aquí en América Latina o con cómo se vivió en América Latina ese pontificado que significó para muchas iglesias un proceso prácticamente de persecución, de censura, de combate de una experiencia eclesial que nació en nuestro continente a partir de las comunidades eclesiales de base y de la teología de la liberación", dice Sánchez.
"En ese sentido también miramos algunas omisiones respecto a las dictaduras militares en América Latina y que ponen en entredicho el papel de Juan Pablo II frente a dictadores como Pinochet o, en El Salvador, el caso del (asesinato de) Monseñor Romero que no fue atendido en su justa medida", añade el teólogo.
"Se decantó por una línea de Iglesia y dejó de lado otra que también existe, mucho más vinculada con la base, con lo social, con el mundo, por así decirlo, con la modernidad", le dice a BBC Mundo Raquel Mallavibarrena, miembro de la coordinadora de Redes Cristianas, un colectivo que representa a grupos cristianos de base en España que también se ha manifestado contra la canonización de Wojtyla.
Pero, además de razones de índole ideológica, quienes se oponen a la santificación de Juan Pablo II inciden en uno de los capítulos más polémicos de su mandato: los casos de pederastia entre el clero católico.
Desde América Latina, su relación con el fundador de los Legionarios de Cristo, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, cobra para los detractores de la canonización de Wojtyla un relieve especial.
Maciel, fallecido en 2008, acompañó a Juan Pablo II en sus visitas a México en 1979, 1990 y 1993 y está acusado de haber cometido abusos sexuales contra menores desde la década de los 50.
"Esa relación fue un error que ahora, visto lo que ha pasado, es incomprensible cómo sucedió. Hay quien dice que no le informaron bien. Pero es verdaderamente lamentable cómo en su pontificado no pudo parar el desastre que había en los Legionarios de Cristo. Eso fue un borrón", comenta Mallavibarrena.
"Este es un tema muy sensible. Creemos que es apresurado un proceso de canonización en tanto no se deslinden responsabilidades respecto al conocimiento de Juan Pablo II de estos casos de abusos sexuales infantiles que fueron encubiertos sistemáticamente desde la curia vaticana", dice Sánchez.
Sin embargo, pese a la oposición de algunos sectores, el pontífice polaco, un viajero incansable, está considerado uno de los papas más venerados por los católicos. Sólo a América Latina viajó en 24 ocasiones y sus visitas se convirtieron en auténticos fenómenos de masas.
Muchos miran a su largo pontificado –casi 27 años, el segundo más extenso de la historia después del de Pío IX, que duró más de 31- como una época en la que la popularidad de la Iglesia gozó de buena salud. Pero hay quienes cuestionan esta imagen de las plazas llenas de fieles.
"Era un personaje tremendamente popular que arrastraba a las masas, de esto no hay duda. Otra cosa es si después del teatro, de los grandes estadios de fútbol, queda algo (…). La responsabilidad de Juan Pablo II en el alejamiento de la Iglesia de amplísimas masas de creyentes en América Latina, Europa es enorme", le dice a BBC Mundo Jaume Botey, teólogo y profesor de Historia de la Cultura de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Botey, quien en 2007 firmó junto a otros teólogos un manifiesto contra la canonización de Juan Pablo II, responsabiliza a Karol Wojtyla del "vaciado de las iglesias por la puerta de atrás". Y apunta razones teológicas.
"El cambio de paradigma en relación con el modelo de Dios que había redescubierto el Concilio Vaticano II. De un Dios cercano, un dios persona e histórico, de un Dios que nace desde abajo y se le descubre a través de los acontecimientos de la vida, Juan Pablo II retomó la imagen de un dios absoluto, prepotente (…). Y esta contrarreforma estaba apuntada al fracaso desde el comienzo”, afirma el teólogo.
Es difícil establecer qué porcentaje de católicos comparten una posición contraria a la santificación de Juan Pablo II.
"La postura crítica siempre ha sido minoritaria en la Iglesia", reconoce Sánchez, quien reivindica en cambio la necesidad de que se escuche la diversidad de voces que componen una comunidad de más de 1.100 millones de personas.
El próximo domingo, el papa Francisco oficiará la misa de canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII, a la que se espera que asistan cientos de miles de peregrinos.
Poco más de 9 años después de su muerte, Karol Wojtyla volverá a convertir la plaza de San Pedro y la vía de la Conciliazione en una marea humana.