Cómo Estado Islámico amenaza al pacifismo de Japón
La imagen ya es conocida: un sujeto vestido de negro con el rostro cubierto y empuñando un cuchillo; y arrodillados a su lado dos hombres vestidos con mono anaranjado. La voz del sujeto que amenaza con matar a los rehenes también es familiar: el mismo yihadista con acento británico que ha presentado otros videos de Estado Islámico (EI).
La imagen ya es conocida: un sujeto vestido de negro con el rostro cubierto y empuñando un cuchillo; y arrodillados a su lado dos hombres vestidos con mono anaranjado.
La voz del sujeto que amenaza con matar a los rehenes también es familiar: el mismo yihadista con acento británico que ha presentado otros videos de Estado Islámico (EI).
Pero esta vez lo que quizás más sorprendió a muchos fue la nacionalidad de los rehenes: por primera vez EI amenaza con matar a japoneses, Kenji Goto, un periodista, y Haruna Yukawa, un contratista militar.
En el video, el militante amenaza con matar a los hombres a menos que Japón pague US$200 millones en un plazo de 72 horas, que se venció este viernes.
El viernes el gobierno japonés dijo que creía que el plazo venció a las 14:50 hora local (05:50 GMT), pero agregó que no había escuchado nada de EI.
La crisis, además de poner en juego la vida de estos hombres, expone el papel de Japón en los asuntos de seguridad en el mundo.
Kenji Goto y Haruna Yukawa fueron capturados el año pasado, según informa el periódico The Guardian.
Goto y Yukawa fueron secuestrados el año pasado en Siria.
Periodista independiente y director de una pequeña compañía de comunicación que proveía material de reporteros autónomos, Goto fue capturado en octubre cuando viajaba a Raqqa, el enclave de EI en el norte de Siria, dice el diario.
Yukawa fue secuestrado por EI en agosto cerca de la ciudad de Daqib, en el noreste de Siria. "Se cree que en ese momento estaba unido a un grupo militante de la oposición siria, Suqour al Sham", señala The Guardian.
Según el corresponsal de la BBC en Tokio Rupert Wingfield-Hayes, muchos en Japón piensan que ambos individuos sabían del peligro que les esperaba en Siria.
"Kenji Goto es un conocido documentalista y cineasta, pero muchos aquí están diciendo que eligió viajar a Siria incluso sabiendo que otros rehenes habían sido asesinados", dice el corresponsal en Tokio.
Y agrea que el público japonés se muestra aún menos compasivo con Haruna Yukawa.
"Se le ha descrito como un fantasioso que fue a Siria a establecer una compañía de seguridad militar a pesar de no tener antecedentes militares. Su sitio web lo muestra viajando con rebeldes sirios, vistiendo uniformes de combate y portando un rifle de asalto".
"En un video de su secuestro publicado en una página yihadista se le puede escuchar clamando que es 'mitad médico mitad periodista'", asegura el corresponsal.
Pero para muchos, la pregunta que surgió de la crisis de los rehenes fue, ¿por qué EI puso la mira en ciudadanos de ese país?
Cuando el video en el que los captores pedían el rescate fue publicado, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, finalizaba una gira por Medio Oriente donde había prometido otorgar US$200 millones en ayuda no militar a los países que combaten a Estado Islámico.
Abe ofreció US$200 millones de ayuda a los países que combaten a Estado Islámico.
Esta visita era parte del recorrido por decenas de países que Abe ha realizado en los últimos años para promover su nueva política para ampliar el papel de Japón en el escenario de seguridad y diplomacia global.
La Constitución japonesa prohíbe la guerra como derecho soberano y la resolución de disputas internacionales a través del uso de la fuerza.
Pero cuando el primer ministro Shizo Abe fue reelecto para un segundo período en 2012 se comprometió a lograr una relajación de esa prohibición para reforzar el papel de autodefensa de sus fuerzas y permitir el apoyo militar a un aliado bajo ataque.
Tal como explica el corresponsal de la BBC en Tokio, la crisis de los rehenes le está representando un "grave problema político" a Abe.
"Abe ha sido muy resuelto para lograr que Japón tenga un papel mucho más activo en los asuntos internacionales", dice.
"Pero muchos en Japón se oponen a ello, y ahora argumentarán que esto (la crisis de rehenes) es justamente el resultado que temían".
Por otra parte, Japón depende de Medio Oriente para gran parte de sus importaciones de crudo, explica el corresponsal de la BBC.
Abe condenó la amenaza de Estado Islámico como "inaceptable". Dijo que salvar a los rehenes era "su principal prioridad" y que Japón "no se rendiría al terrorismo".
Pero, tal como señala Rupert Wingfield-Hayes, esta crisis pone al primer ministro en una encrucijada.
"Primero, el dinero de rescate no tiene precedentes" afirma. "Ningún primer ministro desea ser visto entregando US$200 millones a terroristas conocidos, y ciertamente no un mandatario como Abe que se enorgullece de ser firme y un cercano aliado de Estados Unidos".
Además, agrega el corresponsal, "es probable que la compasión pública para estos dos hombres sea muy tenue".
Japón dijo que la ayuda que ofreció es para los refugiados sirios
y no para actividades militares.
A pocas horas de que se cumpla el plazo del Estado Islámico, funcionarios del gobierno japonés indicaron que estaban buscando "cualquier avenida posible" para tratar de llegar a EI y solucionar la crisis.
Pero los expertos creen que, sea cual sea el resultado, es probable que se polarice aún más la opinión pública sobre los riesgos y beneficios de las políticas de seguridad más firmes que intenta Abe.
"Los críticos probablemente usarán esta situación para decir: 'Ves, esto es lo que ocurre cuando te entrometes en las guerras de otra gente sólo porque los estadounidenses desean que estés de su lado'", dijo a la agencia Reuters Koichi Nakano, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Sofía de Tokio.
"Y la gente más conservadora dirá que por esta razón tenemos que comprometernos con más firmeza en la guerra contra el terrorismo".
La semana próxima comenzarán las sesiones del parlamento para aprobar el proyecto de Abe sobre la ampliación de los poderes de autodefensa de las fuerzas japonesas.
Los japoneses entonces podrán decidir si deben involucrarse en situaciones de riesgo, como la que ha generado la crisis de los rehenes, o es mejor continuar con su camino pacifista.