8 preguntas básicas para entender lo que pasa en Grecia… y sus consecuencias
Los griegos votarán este domingo en un referendo que consideran clave para el futuro del p
Los griegos votarán este domingo en un referendo que muchos consideran clave para el futuro del país, pero también para el del euro y de la misma Unión Europea.
Pero, ¿sobre qué votarán exactamente los helenos y por qué la votación es tan importante para el resto del continente? Y, tal vez más importante, ¿cómo se llegó ahí?
Les presentamos las respuestas a estas y otras preguntas fundamentales para entender la crisis griega en esta guía de BBC Mundo.
La base de la crisis griega es una deuda de aproximadamente 320.000 millones de euros (unos US$358.000 millones), que el país simplemente no está en condiciones de pagar.
La explicación más simple para la misma es que durante muchos años el país estuvo gastando más dinero del que producía y financiando ese gasto a través de préstamos.
El déficit del sector público y los niveles de endeudamiento de Grecia están muy por encima de los límites acordados por los países miembros de la zona euro.
Grecia ya hacía eso antes de adoptar el euro. Y la llegada de la moneda común en 2001 no cambió las cosas, como en teoría debía suceder.
El gasto público, por ejemplo, aumentó un 50% entre 1999 y 2007, mucho más que en otros países de la eurozona.
Y sumado a problemas de corrupción y evasión fiscal, reconocidos por la propia Grecia, esto terminó provocando un déficit muy superior al 3% del PIB contemplado en las reglas de moneda común.
Préstamos no declarados a la eurozona, por su parte, también llevaron a que la deuda excediera significativamente el 60% acordado como límite por los países de la eurozona: actualmente se estima en 177% del PIB.
El problema, sin embargo, solo se volvió urgente cuando la crisis financiera global limitó el acceso griego al crédito, lo que motivó la intervención de los otros países de la eurozona temerosos del impacto de una cesación de pagos o default.
Aunque, para muchos economistas, las medidas de austeridad impuestas como condición para financiar un rescate financiero, o bailout, terminaron agravando la situación.
El primer paquete de ayuda financiera a Grecia fue aprobado por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional en mayo de 2010.
En ese momento se pusieron a disposición del gobierno griego 110.000 millones de euros (unos US$120.000 millones) para que honrara sus compromisos con sus acreedores, en ese momento en su mayoría bancos privados de la región.
Los préstamos ofrecidos a Grecia están vinculados a medidas de austeridad bastante impopulares entre los helenos.
Pronto, sin embargo, se hizo evidente que ese monto no sería suficiente, por lo que un segundo rescate elevó la cifra total a 240.000 millones de euros.
Y, en ambos casos, como condición para facilitar el dinero se identificaron una serie de medidas de austeridad.
Estas han incluido drásticos recortes del gasto público, mayores impuestos y reformas al sistema de pensiones y el mercado laboral.
Pero el actual gobierno griego, que llegó al poder a inicios de año con una plataforma anti-austeridad, ha estado intentado renegociar algunas de esas condiciones de cara a un nuevo paquete de rescate estimado en 29.100 millones de euros adicionales.
Para saber si las medidas asociadas al rescate financiero han funcionado, primero hay que ponerse de acuerdo sobre el principal objetivo del mismo.
Si lo que se buscaba era proteger el euro, por ejemplo, entonces parecen estar funcionado. Aunque sólo sea por el momento.
Muchos sienten que las medidas impuestas a Grecia no tienen como principal consideración el futuro de sus ciudadanos, sino el del euro.
Efectivamente, los préstamos coordinados por el FMI, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo –la denominada troika– han ayudado a reducir el impacto de la crisis griega sobre la moneda común.
Pero economistas de la talla de Paul Krugman y Joseph Stiglitz –ganadores del premio Nobel de economía en 2008 y 2001, respectivamente– consideran que las medidas no han hecho nada por mejorar la situación o las perspectivas de Grecia.
De hecho, se estima que la economía griega se ha reducido en un 25% desde el inicio de los programas de austeridad, lo que ha acentuado su dependencia en créditos externos.
Y el impacto de las medidas sobre el pueblo griego ha sido brutal: su tasa de desempleo del 26% es la más alta de toda la Unión Europea y entre los jóvenes ya supera el 60%.
Ya son millones los ciudadanos griegos que están viviendo bajo la línea de pobreza.
El impacto de las medidas de austeridas sobre el pueblo griego ha sido brutal, llevando a muchos a la pobreza.
Esta situación fue, de hecho, lo que llevó al poder a Syriza, el partido que mejor supo recoger el descontento generado por las medidas de austeridad.
Y los intentos del actual gobierno de izquierda por renegociar las condiciones son los que han llevado la crisis a lo que parece ser –con el perdón de la redundancia– su momento más crítico.
O, al menos, a un momento de definición que podría tener importantes consecuencias para el futuro de la moneda común.
El escenario más temido al inicio de la crisis –una cesación de pagos– empezó a hacerse realidad el martes por la noche, cuando Grecia no logró honrar un pago de unos 1.500 millones de euros (US$1.780 millones aproximadamente) adeudados al FMI.
Grecia se convirtió así en el primer país desarrollado en entrar en mora con el FMI y su impago en el más grande en la historia del organismo multilateral, aunque técnicamente todavía no ha sido declarada en default.
Y el mismo martes también se venció el último programa de ayuda financiera, luego de que el gobierno griego no aceptara la última serie de condiciones de la troika por considerarla "humillante".
Aunque ya antes el gobierno de Alexis Tsipras había anunciado que dejaría la decisión final en manos de la ciudadanía, para lo que convocó a un referendo.
Los partidarios del "sí" aumentaron con la imposición de un corralito que limita lo que los griegos pueden sacar de los bancos.
Según las últimas encuestas, la mayoría de los griegos se inclinan por rechazar más medidas de austeridad.
Aunque lla ventaja del "No" –favorecido por Tsipras– se ha venido reduciendo luego de que Atenas impusiera un "corralito financiero" con el que intentar evitar retiros masivos que agraven la situación.
El primer ministro griego, sin embargo, ha dejado en claro que para él la posibilidad de una negociación –y por consiguiente de un acuerdo de última hora– se mantiene abierta.
Pero, hasta el momento, sus contrapropuestas han sido consideradas insuficientes.
Y la canciller alemana, Angela Merkel, ya dijo que hay que esperar el resultado del referendo antes de pensar en reabrir una negociación con el gobierno de Atenas.
En su última contrapropuesta, el gobierno griego prácticamente aceptó la mayor parte de las demandas de la troika.
Pero, entre otras cosas, solicitó más tiempo para implementar la reforma del sistema de pensiones –una de las principales exigencias de sus acreedores– y pidió mantener excepciones para el cobro del IVA en sus islas, que son uno de los principales destinos turísticos del país.
Muchos creen que el problema de fondo es la diferencia de filosofías e ideologías representadas por Merkel y Tsipras.
Los líderes de la eurozona, sin embargo, no se mostraron dispuestos a reabrir negociaciones incluso después de lo que algunos analistas presentaron como una capitulación.
Y eso ha hecho que muchos concluyan que las principales diferencias ya no son tanto técnicas, sino políticas.
O, dicho más sencillamente, que los principales líderes de la eurozona quieren botar al gobierno de Tsipras para evitar que su postura anti austeridad contagie a otros países de la región.
La pregunta sometida a referendo es tremendamente específica y está redactada en un lenguaje bastante técnico, no particularmente fácil de comprender.
Oficialmente el referendo es sobre una propuesta específica y concreta. Pero en la práctica, es sobre mucho más que eso.
"¿Debe ser aceptado el acuerdo propuesto, que fue presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del 25.06.2015 y consiste de dos partes, las que constituyen su propuesta unificada?", se lee en la boleta, en la que luego se especifican los títulos de los documentos en cuestión.
Y luego se ofrecen dos simples opciones: sí o no.
Los puntos centrales de la propuesta son una ampliación de la base del IVA y una reducción drástica del número de personas que pueden optar a un retiro anticipado.
Y los acreedores también demandan más acciones para reducir la evasión fiscal y acabar con la corrupción.
El gobierno griego, sin embargo, sostiene que las demandas específicas de la troika además de poco efectivas son humillantes y por lo tanto inaceptables.
Y para ellos la cuestión es mucho más simple: es si los griegos deben seguir padeciendo más medidas de austeridad o no.
El gobierno griego ha presentado el referendo del domingo como una votación como una elección entre crecimiento económica o más austeridad.
Esta decisión podría además decidir la continuidad del gobierno de Tsipras, quien ya dijo que en caso de victoria del "sí" respetará la decisión de los griegos pero no se quedará para implementar la propuesta del Eurogrupo.
Mientras que los otros líderes europeos, empezando por Merkel, insisten en que la pregunta es otra, aunque igualmente sencilla.
Afirman que lo que los griegos decidirán el domingo es si quieren que su país siga siendo parte del euro o no.
La verdad es que nadie lo sabe con certeza.
No existe ningún precedente y el mismo vicepresidente del Banco Central Europeo, Vitor Constancio, dijo en abril pasado que no había ninguna ley que ordenara la expulsión de la eurozona en caso de default.
Muchos creen que el futuro del euro y la Unión Europea están en juego en el referendo de Grecia.
El gobierno griego insiste además en que no está intentando abandonar la moneda común e incluso insinuó que podría iniciar procesos legales en caso de que los otros países de la eurozona intenten expulsarlo del club.
Los principales líderes europeos, sin embargo, lo han dicho claramente: la votación del domingo es sobre conservar el euro o no.
Y si no existe voluntad política para mantener a Grecia en el euro, lo que digan las actuales leyes y reglamentos de la Unión Europea podría no importar.
Efectivamente, si el Banco Central Europeo decide detener completamente el crédito hacia Atenas, las autoridades griegas no tendrían más opción que empezar a imprimir su propia moneda para intentar mantener su economía funcionando.
Y el "Grexit", como se ha dado en llamar a la salida de Grecia del euro, sería una realidad.
La UE ha estado trabajando duro para intentar aislar al euro y la eurozona de los problemas de Grecia y de una eventual salida de la moneda común.
En el fondo, casi todo depende de la voluntad política de los líderes europeos.
Pero el mismo FMI advirtió que "los riesgos y vulnerabilidades aún no han desaparecido" y es difícil predecir el comportamiento de los mercados si el escenario más temido por todos se hace realidad.
Una posibilidad es que los compradores de bonos de las naciones de la eurozona con más problemas empiecen a exigir pagos más altos para compensar los riesgos de su inversión.
Eso afectaría negativamente a la moneda europea y aumentaría la inestabilidad en países con un peso mayor en la economía global.
Y una Grecia insolvente implicaría importantes pérdidas de dinero para varios países europeos.
Además, también está el riesgo de un contagio político.
Efectivamente, si la salida del euro se muestra como una opción viable –e incluso beneficiosa para Grecia– otras naciones podrían verse tentadas a seguir el ejemplo.
Y eso podría poner en riesgo a la misma Unión Europea, que ha puesto a la moneda común en el centro de su proyecto de integración.
La salida del euro podría además forzar la salida de Grecia de la UE.
Pero, como sucede con muchos de los otros escenarios, todo dependerá de la voluntad política e imaginación que muestren los líderes europeos.