Seis años de la escalada de violencia: ¿cómo se instaló el terrorismo en Ecuador?
Ecuador lleva seis años sumido en la violencia. Los atentados han ido escalando de a poco, hasta llegar a este momento en el que el Presidente declaró un conflicto armado interno, lo que implica que los grupos terroristas son objetivos militares. Es decir, estado de guerra.
La historia de la conformación de estos grupos criminales es reciente. El conflicto inicialmente se centraba en la frontera norte, producto de los grupos disidentes de las FARC; luego se trasladó a las cárceles, con la conformación de bandas delincuenciales que se enfrentaban entre sí; y ahora los eventos ocurren a escala nacional en las calles, con el objetivo de provocar terror en los ciudadanos.
Línea de tiempo de los hechos violentos que han marcado a Ecuador
La primera vez que Ecuador se enfrentó a un hecho terrorista fue en 2018, cuando el presidente de ese momento, Lenín Moreno, calificó como tal a un atentado con explosivos junto al edificio del cuartel de la Policía en San Lorenzo, Esmeraldas.
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"Es un acto terrorista ligado a bandas de narcotraficantes que han sido golpeadas por las fuerzas de seguridad del Estado ecuatoriano. No vamos a permitir que nos amedrenten", aseguró Moreno
Ese mismo argumento ha sido repetido por los dos presidentes siguientes: Guillermo Lasso y Daniel Noboa. Cada que hay un hecho violento, aseguran que es la respuesta de los criminales al accionar de la fuerza pública.
Lo que ocurrió en Esmeraldas generó dudas en la ciudadanía y, por supuesto, también en la prensa. En marzo de ese año, Ecuador sintió el primer golpe de un grupo armado, el Frente Óliver Sinisterra, cuyo líder, Guacho, secuestró al equipo periodístico de El Comercio.
Para abril se confirmó lo que era inminente el asesinato de Paúl Rivas, 45 años, fotógrafo; Javier Ortega, 32 años, periodista, y Efraín Segarra, conductor de 60 años.
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2019 y 2020 fueron años relativamente tranquilos. Comenzaban a registrarse hechos aislados de enfrentamientos en las cárceles y asesinatos en las calles.
En 2020, debido a la pandemia por Covid-19, las muertes violentas no se incrementaron. Sin embargo, a finales de ese año se registró el asesinato de alias Rasquiña, Jorge Luis Zambrano, cabecilla de la organización Los Choneros.
Esa muerte, según la Policía Nacional, fue el punto de quiebre para la conformación de decenas de bandas pequeñas, algunas aliadas, y otras en constante conflicto. Algunos tenían el interés de tomar el control de la organización y otros querían conformar grupos opuestos.
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Hoy por hoy, de acuerdo con el decreto ejecutivo del presidente Noboa, hay 21 agrupaciones, ahora catalogadas como terroristas:
En febrero 2021, cuando Moreno estaba a punto de dejar el poder, se desató la primera matanza en las cárceles del país. 79 personas fueron asesinadas dentro de cuatro recintos carcelarios. Algunos cuerpos incluso fueron desmembrados y el gobierno no podía dar una respuesta contundente a lo sucedido.
Moreno se fue, pero la crisis carcelaria se quedó. Ya con Guillermo Lasso en el poder, se registraron varios casos similares al de febrero, pero la escena más sangrienta llegó el 28 de septiembre, cuando murieron 123 personas.
Ese problema tampoco se ha logrado vencer. Daniel Noboa enfrenta su primera crisis carcelaria, que inició con la fuga de Adolfo Macías, alias Fito, uno de los cabecillas de Los Choneros. Y hasta este 11 de enero de 2024 todavía no se supera, al menos 125 guías penitenciarios continúan secuestrados.
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2022 y 2023 fueron años sangrientos. Ocurrieron las primeras veces de lo que hoy pasa a escala nacional todo el tiempo.
Matanzas, amenazas con artefactos explosivos y asesinatos son cada vez más comunes. Pero en enero de 2022 no se había visto un evento similar, por lo que el atentado en la Playita del Guasmo en Guayaquil, que dejó cuatro personas asesinadas, provocó indignación y zozobra.
Al poco tiempo, Durán, en Guayas, despertó con la noticia de que en uno de sus puentes peatonales estaban colgados los cuerpos sin vida de dos personas. Los analistas comparaban a Ecuador con Colombia y México, países que han enfrentado al problema del narcotráfico durante años.
Luego vinieron los ataques con aparatos explosivos. En abril de 2022, un coche bomba explotó al frente de la cárcel regional Guayas, posiblemente porque días antes se trasladó a cinco cabecillas a la cárcel de La Roca.
En agosto de ese año, cinco personas murieron por una fuerte explosión en el barrio popular de Guayaquil, Cristo del Consuelo.
En 2023 ese tipo de ataques terroristas se intensificaron y por primera vez llegaron a Quito, la capital de Ecuador, en agosto, cuando explotaron cinco coches bomba.
Hasta ese punto, los terroristas no habían escalado a atentados o ataques contra autoridades del Estado. Fue Agustín Intriago, alcalde de Manta, la primera víctima, en julio de 2023.
Y para agosto, en medio de la primera vuelta presidencial por las elecciones anticipadas, ocurrió el magnicidio del candidato Fernando Villavicencio, en un evento público.
Llegó diciembre y con ese mes festivo también se destapó el caso Metástasis, que reveló cómo opera la narcopolítica en Ecuador y el nivel de corrupción que hay en las instituciones del Estado.
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¿En qué momento está Ecuador ahora?
El 9 de enero de 2024 es, hasta este momento, el día de mayor tensión que ha vivido el país. En televisión nacional, se observó el secuestro de los trabajadores de TC Televisión, por una docena de terroristas que tenían armas y explosivos.
La Policía logró intervenir y no hubo personas heridas, sin embargo, eso derivó a que se declare el conflicto armado e intervengan los uniformados a escala nacional.
También provocó el caos en las ciudades del país, miles de personas buscaban llegar a sus hogares, en medio del pánico colectivo.
Renato Rivera, académico experto en crimen organizado, explica que en este punto el objetivo de las bandas terroristas es demostrar su poder simbólico atentando contra el Estado y sus ciudadanos.
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Para el analista, hasta el cierre de 2023, las organizaciones funcionaba en una esfera de alcance a sus miembros, pero, con los últimos acontecimientos, queda demostrado que el interés es provocar terror.