El sensacional regreso de Madonna en el estreno de su esperado Celebration Tour
Se le conoce como la “Reina del pop” y, en el debut de su Celebration World Tour (Gira Mundial de Celebración), Madonna sacó las joyas de su corona.
La estrella cantó más de 40 éxitos, incluyendo los himnos que definieron una era como Ray Of Light, Like A Prayer y Holiday.
También habló de la infección que casi le cuesta la vida este verano.
"No pensé que sobreviviría y mis médicos tampoco", dijo a sus fans.
También expresó su tristeza sobre la situación en Israel y Gaza.
“Es tan doloroso verlo. Me rompe el corazón ver niños sufriendo, adolescentes sufriendo, ancianos sufriendo”, dijo.
El concierto se anunció como la primera presentación con el mayor repertorio de éxitos de Madonna y, en ese aspecto, no desilusionó.
Con la asistencia de sus atuendos clásicos y videos de archivo, la cantante viajó por el tiempo a través de una carrera que la llevó desde ser una cantante aspirante sin un centavo hasta convertirse en un ícono musical, mientras resaltaba su impacto en la cultura popular.
Abrió el concierto con Nothing Really Matters, cuya letra se dirige directamente a los fanáticos: “Nunca volveré a ser la misma debido a ustedes”.
Cantando sola, iluminada por un gran armazón circular de luces, vestía una copia del kimono diseñado por Gaultier que utilizó en el video de la canción.
Eso estableció el tono de la velada, en la que cada tema tenía una sorpresa auditiva o visual.
En un momento alcancé a contar 18 Madonnas sobre el escenario, cada una portando un atuendo diferente, desde la malla rosada de la canción Hung Up hasta el disfraz de dominatriz sexual en Erótica.
Hasta el escenario circular de tres pisos estaba diseñado para reflejar el “pastel de bodas” desde el cual presentó Like a Virgin en los premios MTV de 1984.
Para los aficionados fue un viaje profundamente nostálgico a lo largo de una carrera que impuso tendencias de moda y rompió tabúes.
Para Madonna, se trató mucho de un asunto de familia.
El primer acto del show fue dedicado a los años de Madonna en Nueva York antes de alcanzar la fama, cuando intentaba entrar en la escena musical mientras vivía en la pobreza.
Recordó su primer empleo como parte de una banda llamada The Breakfast Club.
“Tocaba la batería, pero no me gustaba ser la baterista”, añadió, mientras se colgaba una guitarra y se lanzaba a entonara uno de sus primeros sencillos, Burning Up.
Pero, a medida que la canción terminaba, el show frenó en seco.
Infortunios... e improvisación
Problemas técnicos plagaron el sistema de sonido y necesitaba ser “reiniciado”, lo que dejó a Madonna con 10 minutos para improvisar.
“Esto es exactamente lo que no quieres que suceda en tu noche de estreno”, observó.
En lugar de tomar la ruta fácil y salir del escenario, como lo harían muchos otros artistas, le contó al público unas historias de sus días de lucha en Nueva York.
“Vivía en el lugar de ensayos donde mi banda practicaba y no tenía manera de bañarme”, recordó.
“Así que salía con hombres que tenían duchas y baños”.
“Así fueron esas épocas, y esa es la verdad”.
Fue un momento de humanidad espontánea dentro de un programa realizado con un orden militar, pero no fue el único.
Una versión emotiva de Live To Tell fue ambientada con una pantalla que mostró las amistades que Madonna perdió por el sida, incluyendo Martin Burgoyne, quien manejó su primera gira de clubes; el coreógrafo Alvin Ailey, que la contrató para su compañía de danza en los 1970; Freddy Mercury el cantante de Queen, y muchos otros.
Eso dio paso a una versión enojada de Like A Prayer, sugiriendo que la epidemia del sida había provocado una crisis de fe para la estrella a finales de los 80.
Su consecuente uso de iconografía religiosa solía enfadar a la Iglesia. Incluso el papa Juan Pablo II instó a los cristianos a boicotear su gira Blond Ambition de los años 90, catalogándola de “uno de los espectáculos más satánicos en la historia de la humanidad”.
En la presentación en el coliseo O2 de Londres, Madonna recreó la sexualmente explícita rutina de Like A Virgin que tanto había molestado al sumo pontífice… atrevidamente agregando las cuerdas de Papa Don´t Preach (Papá no sermonees) al final.
Ella siempre tiene la última palabra.
Otros segmentos destacados incluyeron una estruendosa versión de Vogue, la participación de 20.000 personas en el público acompañándola en Crazy For You, y la maestría club de Hung Up (que incluyó numerosos desnudos de sus danzantes).
Pero los momentos más conmovedores fueron de Madonna interactuando con sus hijos.
Mercy, de 17 años, acompañó a su madre en el piano para Bad Girl, cantando al tiempo mientras desplegaba un teclado prodigioso.
Por su parte, Estela, de 11 años, participó en la coreografía de la canción con tema vaquero Don´t Tell Me.
Su hijo adoptivo Dave también tocó guitarra durante Mother And Father, una composición de 2003 sobre la muerte de la madre de Madonna, llamada igualmente Madonna, cuando la cantante apenas tenía 5 años.
Al comienzo de ese tema, se proyectaron en las pantallas de video imágenes de la Madonna mayor y de la madre que parió a David, Marita, en reconocimiento del impacto en la vida que tiene la pérdida de una madre sin importar cuáles sean las circunstancias.
Inicialmente ubicados a cada extremo del escenario, Madonna y David se acercaron lentamente, mientras la letra de la canción reconocía la necesitad de reemplazar esa pérdida con amor: “I got to let it go/Find someone that I can care for” (“Debo dejarlo pasar /Encontrar a alguien a quien cuidar”).
La fortaleza de su estrecha relación quedó resaltada otra vez cuando Madonna discutió su infección bacteriana que la forzó a posponer su gira por tres meses.
“Me desperté [en el hospital] con todos mis hijos rodeándome”, contó. “Había olvidado cinco días de mi vida… o de mi muerte. Realmente no sabía dónde estaba”.
“Pero los ángeles me estaban protegiendo. Y si quieren saber el secreto de cómo sobreviví, pensé ‘tengo que estar presente para mis hijos. Debo sobrevivir para ellos’”.
La diva cantó una versión acústica del éxito de Gloria Gaynor I Will Survive (Sobreviviré). Cuando llegó a la letra que dice “Did you think I´d lay down and die” (“¿Creíste que me echaría a morir?”), Madonna hizo una pausa y preguntó a su audiencia: “Y bien, ¿lo creyeron?”.
No todos los momentos fueron tan efectivos. El tema Bedtime Stories, escrito por Bjork, se sintió superfluo, y no creo que fuera necesaria una segunda versión de Justify My Love (la oscura remezcla de Beast Within, que cita extensamente el Libro de las Revelaciones) cuando canciones como Express Yourself y Frozen fueron descartadas como retazos.
La narrativa también empezó a divagar. Después de una sólida estructura autobiográfica en el primer acto, las secuencias posteriores fueron difíciles de interpretar.
Las consideraciones de Madonna con su celebridad, el sexismo y edadismo fueron abordadas pero quedaron irresueltas, con el mosaico de canciones Bitch, I’m Madonna y Celebration aparentemente llegando a la conclusión que, después de 40 años, su principal logro es el propio acto de ser Madonna.
“Serás crucificada, serás vilificada, porque volverte vieja es pecado”, explicó en una repetición de su discurso de los premios Billboard Women In Music de 2016.
“Creo que la cosa más controvertida que he hecho es quedarme por aquí”.
Es una declaración válida, pero de alguna manera pasa por alto el impacto de su música, la constante reinvención y recontextualización del pop, y lo que puede representar.
Cuando Madonna inició su carrera, compuso música de fiesta. Ahora, esas mismas canciones son himnos de protesta, de autodescubrimiento, de alianza y libertad.
Ese es un legado radical y una verdadera causa para celebrar.
¿Qué pensaron los fanáticos?
Afuera del coliseo O2 de Londres, hubo opiniones distintas sobre la velada de estreno de Madonna.
“Estuvo excelente”, comentó la fanática escocesa Jaclyn. “Me gustaron los segmentos cuando el sonido falló un poco y realmente sentí como si estuviera conversando con Madonna. Eso fue lo mejor para mí”.
“Naturalmente es difícil meter 40 años en dos horas, pero creo que lo hizo bien”, opinó la fanática italiana Alessia Petralia, que señaló que Madonna había “mejorado el mundo para las mujeres y la comunidad gay”.
“Ella es una verdadera inspiración”, coincidió Lauren Barker. “Muchas de las mujeres que estuvieron allí adentro aspiran ser como Madonna. Y ella es probablemente la razón de que yo me haya convertido en una exitosa empresaria”.
“Una pérdida de tiempo”, consideró otra persona que no quiso dar su nombre. “Todo fue fonomímica. Muy desilusionante. Nunca cantó”.
“Muy decepcionante”, dijo otro. “Había demasiados interludios, no hubo suficientes éxitos. La gente estaba sentada en su silla. No había ambiente”.
Johnny, que viajó expresamente desde Nueva York, opinó lo opuesto. “Madonna es una perfeccionista. Cuando se trata de conciertos, siempre te da algo extra. 10 de 10 en todo”.
“Siempre supera mis expectativas”, añadió Laurent Sassine, de Haití. “Live To Tell me hizo llorar, porque yo también perdí amigos al sida. Realmente me conmovió”.
El tour en cifras
- 47 éxitos cantados en parte o en su totalidad
- 17 réplicas de atuendos de archivo
- 78 presentaciones en 15 países
- 410 m2 de área escénica
- 4 de los hijos de Madonna sobre el escenario
- Más de 600 luces, incluyendo 14 candilejas sobre Madonna
- 80 toneladas de equipos de producción
- 3 gimnasios móviles acompañantes
- 40 pares de guantes de boxeo
- 8 humidificadores en el camerino de Madonna
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